Dialogar y marchar, la estrategia del caminar
La historia de los pueblos indígenas de Bolivia es una historia de resistencia y lucha permanente, por eso, no se debe olvidar que son los impulsores de la asamblea constituyente y el cambio a la constitución. La histórica Marcha por el Territorio y la Dignidad, iniciada el 15 de agosto de 1990, es conocida como la gran primera marcha indígena, que con el tiempo se reeditaron en al menos otras 6 versiones con agendas de reivindicación y demanda peculiares a su contexto, hasta llegar a la marcha por la defensa del TIPNIS.
Para los pueblos de la Amazonía, la lucha por la defensa de la Casa grande o el territorio viene desde sus abuelos, Matilde Noza Vargas de la comunidad de Paraíso decía “no queremos que el territorio se destruya, queremos que nuestros hijos tengan donde vivir, si nuestros abuelos han peleado ¿por qué no lo vamos hacer nosotros? El gobierno no tiene derecho a destruir nuestra casa grande, pedimos el respeto del gobierno, así como nosotros le respetamos”.
En la memoria de los habitantes del TIPNIS queda el recuerdo de todas las marchas realizadas, don Emilio Noza, Presidente Sub Central Sécure explica “las marchas son pacíficas, lo que queremos es que se nos escuche, no buscamos confrontación, queremos ser escuchados, siempre nuestro pueblo ha caminado, no tenemos miedo”.
En 1997 las comunidades logran consolidar su reconocimiento como Tierra Comunitaria de Origen, pero el Título Ejecutorial recién fue entregado el 13 de junio de 2009 “nosotros lo conseguimos consolidar (la TCO) porque realmente era una necesidad de los pueblos, de las comunidades, antes había presión de los ganaderos, de los comerciantes, no había ese respeto a nuestros derechos, por eso se hizo nuestra organización, ya está consolidada, tenemos el título ejecutorial” (Simón Noza). No obstante, habían varios conflictos en el territorio: la presencia de madereros y traficantes de animales, el poco apoyo logístico a los guarda parquea existentes, la carencia de sistemas de salud y comunicación; además, la expansión de las zonas cocaleras, como temas de permanente preocupación.
Precisamente el constante avasallamiento de los colonos al territorio fue escenario de múltiples conflictos, violencia y enfrentamientos entre campesinos cocaleros y comunarios indígenas del TIPNIS[1].
Octava marcha indígena por la defensa del territorio
Luego de denuncias y gestiones frente el gobierno central y ante la inexistente respuesta, es en un cabildo de todos los corregidores del TIPNIS en la localidad de San Pablo del río Isiboro, cuando de manera orgánica se decide emprender la octava marcha indígena, esta vez en defensa del territorio. Con la participación de todas las comunidades del TIPNIS, la marcha se realizó entre agosto y septiembre del 2011. El objetivo central era la defensa del derecho colectivo de los pueblos que habitan el TIPNIS, frente al acuerdo realizado por gobierno boliviano con el gobierno brasileño para la construcción de 303 Kms. de carretera entre Villa Turani (Cochabamba) y San Ignacio de Moxos (Beni), que atravesaría el corazón del TIPNIS.
El segundo tramo, así como toda la carretera sería construida por la empresa constructora brasileña OAS, que incluía un crédito del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social del Brasil (BNDES), esta vía que dividirá en dos al TIPNIS, se extenderá en una línea casi recta de 306 kilómetros por 9,3 metros de ancho[2].
Estas negociaciones y acuerdos, fueron realizados sin la participación de los habitantes del TIPNIS, violando la Constitución Política del Estado Plurinacional, que reconoce el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas y a la consulta previa que se les debe antes de intervenir sus territorios con diversos fines, más aún, cuando se trata de proyectos de infraestructura que viabilizan no su desarrollo, sino el extractivismo de sus recursos naturales.
La marcha siguió su cometido, a pesar de todos los intentos del gobierno de frenarla recurriendo a la persuasión, la guerra sucia mediática y por supuesto, usando los aparatos represivos del Estado, cuando se la intervino con violencia en la localidad de Chaparina, limítrofe entre el departamento del Beni y el norte de La Paz.
Los testimonios dan cuenta de que el día de la intervención a la columna de marchistas, el presidente Evo Morales se encontraba en el TIPNIS y escuchó a los comunarios explicar que no querían la carretera, entonces y de manera sorpresiva, al retirarse ocurrió la intervención en Chaparina[3] y comenzaron las comunicaciones reportando la violencia y manipulación. El oficialismo llegó a calumniar a las mujeres marchistas, acusándolas de secuestrar al canciller David Choquehuanca.
Esta intervención y sus efectos en los cuerpos de los marchistas, ha sido registrada por diversos medios de comunicación oral, audiovisual y escrita, además, ha sido denunciada en foros internacionales, no obstante, a 5 años de los hechos las comunidades no han encontrado justicia y no se ha identificado ni juzgado a los responsables.
Los marchistas no se amilanaron ante la represión, el coraje y la fuerza de la lucha de sus antepasados y la fuerza misma del territorio les dio el coraje necesario para continuar con la marcha. A su vez, despertó la solidaridad del pueblo boliviano que respaldó y apoyó la marcha hasta su finalización el 19 de octubre, cuando llegaron a la ciudad de La Paz.
En todo momento los marchistas pedían el diálogo, el respeto a una forma de vida, el respeto al cumplimiento de las leyes establecidas por el mismo Estado que quería intervenir su territorio; así como sus abuelos y ancestros lo hicieron desde la invasión española, siempre hubo la disposición a la negociación. Ante la demanda legítima, la presión popular y las nacientes denuncias de corrupción en los contratos con la OAS, la Asamblea Plurinacional se vio obligada a dictar la Ley Nº 180, que prohíbe la construcción de la carretera y declara la ‘intangibilidad’ del TIPNIS.
Sin embargo, cuando se creía que el gobierno había comprendido la esencia reivindicativa del territorio de los pueblos indígenas, se armó una contra ofensiva y se presentó una “contramarcha” organizada por los campesinos cocaleros y las federaciones de campesinos colonizadores –irrisoriamente autonombrados como “interculturales”- que exigían la construcción de la carretera. Como respuesta inmediata, el gobierno resta legitimidad a la Ley 180, y promulga la ley de consulta previa, la Ley 222 para viabilizar la construcción de la carretera que atravesaría el TIPNIS.
Continúa la marcha por la defensa del territorio
Sin tiempo de volver a sus chacos para garantizar el alimento, sin tiempo para sanar las heridas dejadas por la octava marcha indígena y ante la presión del gobierno por acelerar un proceso de consulta que viabilice la construcción de la carretera, las comunidades, en un cabildo de emergencia, deciden realizar la novena marcha con el objetivo de defender la vida y la dignidad, los territorios indígenas, los recursos naturales, la biodiversidad, el medio ambiente y las áreas protegidas, el cumplimiento de la constitución y en fin, el respeto a la democracia.
La novena marcha se inició con alrededor de 300 marchistas, integrados por familias de los pueblos yuracaré, mojeño-trinitario y shimán y partió el 27 de abril de 2012 desde la ciudad de Trinidad. Entre las demandas de la marcha se encontraba el cumplimiento de la Ley 180 decretada por la Asamblea Plurinacional en octubre del 2011, que prohíbe la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Mojos, que dividiría en dos el territorio del TIPNIS. Además, la abrogación de la Ley 222 y el retiro de las fuerzas navales y militares y de funcionarios gubernamentales encargados de distribuir “regalos” (motores fuera de borda, celulares, herramientas y otro) a las familias, para comprar adhesiones y ejecutar dicha consulta. Se exigía el cumplimiento de las normas constitucionales y los compromisos del gobierno sobre el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado.
Al igual que la octava, la novena marcha enfrentó los obstáculos naturales y climáticos, los “cercos” de las poblaciones subordinadas al gobierno, pero a pesar de todo, la marcha llegó a la ciudad de La Paz, el 27 de junio después de una caminata de 70 días y un recorrido de 600 Km.
En esta oportunidad, la columna llegó a La Paz en medio del invierno típico del altiplano y los marchistas acamparon en los alrededores de palacio de gobierno. Durante el tiempo que permanecieron en La Paz fueron hostigados permanentemente, incluso fueron rociados por tanques Neptuno. Se intentó deslegitimar a la vocera de la marcha Bertha Bejarano, acusándola de participar en el narcotráfico. En una actitud machista, el gobierno no reconoció la vocería oficial y no admitió ningún diálogo, el 10 de julio Bertha Bejarano reiteró que no se permitirá la consulta en el TIPNIS y tras un cabildo orgánico se decide el retorno al TIPNIS para organizar allí la “resistencia” a la consulta del Gobierno.
Resistencia: la forma de vivir en la Casa Grande
En nuestro acompañamiento y reflexiones sobre la lucha por la defensa del TIPNIS, comprendimos junto a las hermanas y hermanos, que la resistencia son todas las acciones realizadas en el territorio, vivir, cazar, pescar y sembrar. Resistencia era asumir el derecho a la autodeterminación, al vivir el territorio en su integralidad, como espacio concreto de vida, pero también como espacio donde los ancestros, los espíritus de las plantas y los animales habitan, a fin de cuentas, la resistencia es una forma de vida y la vida es el territorio mismo (Fernando Machicado, miembro del Colectivo Autogestionario Territorios en Resistencia).
Y desde la comunidad de Gundonovia, don Simón Noza nos explicó “para nosotros la vía fluvial es la que nos sirve, la carretera no nos sirve”. El encuentro de corregidores en la comunidad de Nueva Galilea, se organizó la resistencia y como indica Benigno Noza, entonces corregidor, se ordenó que “toda comisión [gubernamental] que no coordinara con los dirigentes puestos por las comunidades [del TIPNIS] será decomisada. Avionetas, motores, movilidades, embarcaciones y todo el transporte que hayan traído”. Don Benigno recuerda que en Gundonovia dicha resolución tuvo efecto cuando se decomisó un bote y un motor de una comisión que no había coordinado previamente con los dirigentes, suscitando reacciones, pero imponiendo la autoridad del gobierno indígena.
Por su parte, doña Marquesa Teco reflexiona “cuando llegaron de la marcha todos estaban tristes, el gobierno muy mal nos ha tratado, tenía que disculparse con nosotros por todo lo que nos ha hecho, pero nada, terco se ha puesto. Por eso hemos decidido no hacer la consulta, del chaco vivimos, de nuestros productos, por eso nos hemos animado a defender aquí mismo, donde vivimos”. Y nos dice “nosotras participamos como mujeres para la defensa del territorio porque si nos dejamos puede ser que lo hagan un desastre, y por eso no queremos ese desastre de nuestro territorio, por decir, entrando los colonos no sé quiénes más, ellos pues van a entrar con sus maquinarias, y ellos pues en un ratito lo van a trabajar, por eso ellos nos tratan de flojos, nos tratan de no sé cuánto, pero nosotros pues como cuidando nuestro territorio, nuestra tierra, cuidándolo para que tengamos donde hacer nuestro chaquito, eso es lo que valoramos para tener, donde vamos a sacar para los hijos, los nietos que vienen. Cuando hagan ese desastre, los animales se van, se lo van a terminar y nosotros dónde quedamos, los colonos no saben de poquito y ellos lo van a sacar la mayor parte y eso es lo que cuidamos”.
Entonces, reflexionando con los habitantes del TIPNIS, podemos comprender los dos elementos que componen y definen la resistencia. Un primer elemento, que es la apropiación real y física del territorio; la historia de los habitantes del TIPNIS es una búsqueda constante por retomar y defender esta apropiación, ahí la consolidación como TCO es un hito importante, pues en el marco del Estado ya eran “dueños” de su Casa Grande y en ese sentido las marchas indígenas son una reafirmación de sus derechos expresados en la Constitución Política del Estado y otros acuerdos internacionales como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de Naciones Unidas.
Las comunidades indígenas del TIPNIS asumieron la defensa y protección de su territorio, como digo don Luís Antezana de la comunidad de Nueva Vida, ante un intento de realizar un cabildo inorgánico en el territorio, “estamos acá pacíficamente para suspender un encuentro ilegal que quiere hacer el gobierno encabezado por algunas personas que se autonombran como dirigentes como es Carlos Fabricano (de la sub central Sécure funcional al gobierno) y Pedro Baré (de la Central de Pueblos Indígenas del Beni funcional al gobierno), quieren hacer lo que les da la gana atropellando y violando los derechos de este pueblo que es el TIPNIS, quieren hacer el encuentro aquí en San Pablo, una vez más queremos demostrar a la población boliviana y a nivel internacional que nosotros los pueblos indígenas estamos siempre en lucha, para que se nos respete las decisiones que nosotros tomamos siempre, para que nuestros hijos puedan vivir en libertad y se respeten sus derechos”.
Un segundo elemento para entender la resistencia es la noción de Casa Grande entendida como la integralidad del entorno: naturaleza, seres humanos y divinidades. Esta zona ha sido sometida al cristianismo a través de las misiones jesuíticas, tardíamente en comparación a las zonas del altiplano o los valles bolivianos. Aun así, el proceso de adoctrinamiento ha sido muy severo, todas las comunidades del territorio llevan nombres cristianos (San Ramón, San Ramoncito, Santa Lucia, Nueva Galilea, etc.), todas las fiestas son cristianas y ante cualquier acción se empieza siempre con una petición al dios cristiano, de hecho ambas marchas fueron iniciadas con misas de bendición. El recuerdo de los lugares sagrados, los nombres de los dueños y dueñas del bosque y el agua van quedando en el olvido.
Sin embargo, y a pesar de una abierta manifestación del cristianismo, católico o evangélico, la memoria de los pueblos ha sido más fuerte, los hermanos Yuracaré, que coloquialmente se llaman a sí mismos los ‘yura’, son depositarios de antiguos saberes, reconocidos por ellos mismos y por los otros pueblos, son lo que tienen el coraje de la selva, son ellos los que nos hablan de esta unión del hombre con la naturaleza y los espíritus del bosque, que no es otra cosa que un permanente diálogo con el territorio. Nos decía el don Timoteo Rocha “que la fuerza de los yuras, si todos se unen, puede ser como antes cuando habían los guerreros, por eso siempre tenemos nuestra flechas, no nos olvidamos”.
Por eso, la Casa Grande es un espacio de vida, un espacio vivo en el que se reproducen formas de vida ancestrales, donde como explicaba doña Marquesa, las mujeres insisten en una forma de vida, que respeta su entorno y lo protege.
La resistencia en las últimas marchas indígenas comprendió un complejo sistema de organización y administración, se elaboró toda una estrategia de comunicación y acción. Reconociendo que, en el TIPNIS y la Amazonía, las carreteras naturales son los ríos, una de las principales formas para defender el territorio fue la instalación de distintos alambrados a lo largo de los ríos, con ello se garantizaba la vigilancia de los sitios de ingreso naturales.
Se instalaron varios alambrados, uno en Gundonovia (río Isiboro), otro en la comunidad de San Vicente de Paul del río Sécure y otros en el río Ichoa, específicamente en la comunidad de San Ramoncito. Como no existe señal de teléfono la comunicación entre punto y punto era realizada por los comunarios en canoa y ocasionalmente por radio.
La estrategia del gobierno para la consulta fraudulenta incluía el desplazamiento de los operadores por avión y el intento de dividir a las comunidades a través de “regalos”. En Puerto San Lorenzo la consulta llego por avión. Al aterrizar la delegación gubernamental bloquearon la pista para que no pueda aterrizar la avioneta con los corregidores y representantes legítimos del TIPNIS. Doña Marquesa Teco junto a sus hijos y otros comunarios desbloquearon la pista, “saqué los palos y lazos, llegó don Marcial del Cabildo de Trinidad, me jalonearon, querían pegarme. Y vine corriendo al Cabildo y nos entramos al Cabildo y boté y desparramé sus libros (los libros de la consulta), quería quemarlos. Eran unos pocos y decidieron que toda la comunidad quería. Había gente de Totora, 3 de Mayo, Lacea, Pampa quemando estaban con nosotros en la resistencia y querían llevarnos presos. Vino la policía y trataron de llevarnos, pero no se animaron a llevarnos. Estaban con nosotros los corregidores, nos quedamos en la pista para que no salgan (los miembros de la comisión consulta), así que ellos se fueron a otra pista cercana. Esta pista nosotros la hemos hecho, nadie ha venido a hacerla.” De esta manera se evitó que se realice la consulta en la comunidad de San Lorenzo del Río Sécure.
La comunidad de Gundonovia (río Isiboro) es la entrada al TIPNIS. Por eso se instaló ahí, uno de los principales centros de la resistencia, desde ahí los comunarios se desplazaban hacia otras áreas a través de los ríos. Francisco Nosa recuerda “en Gundonovia, las mujeres no permitieron el ingreso de quienes hacían la consulta a su territorio, entonces los técnicos hicieron una parrillada en la Estancia de Chiquitín Montenegro, la Estancia Triunfo, que está en el límite del TIPNIS, fuera del territorio y ahí se validó la carretera, no en nuestro territorio, una vaca ha matado para su parrillada”.
Este sistema de comunicación rápido y efectivo logró dar a conocer a tiempo la estrategia prebendal del gobierno, por ejemplo, se supo que en la comunidad de Santa Clara se habían regalado motores, radios y paneles solares un día antes de la consulta. Otro hecho fue que en la comunidad de Totora, los comunarios dijeron que no aceptarían la carretera hasta que el presidente pida disculpas por lo ocurrido en la Octava Marcha y se solicitó una reunión informativa antes de la consulta. Don Francisco Nosa contó que los técnicos hicieron caso omiso de dicha solicitud e insistieron con los ofrecimientos de desarrollo, llegando a decirles que si querían desarrollo, entonces querían carretera y anotaron que la comunidad sí había aceptado la construcción de la carretera.
En la comunidad de Nueva Galilea (río Sécure) se hizo presente una comisión de cuatro personas y algunos militares al mando de Juan Ramón Quintana. Don Benigno explica que él siendo Corregidor, no quiso identificarse hasta que la comisión explicara cuál era el motivo de su presencia en el lugar, adicionalmente esperaba la presencia de las personas del pueblo para que la comisión explique el motivo de la visita. La comisión, al darse cuenta que no iba a poder ingresar a la comunidad, indicó que tenía la intención de ir hacia la comunidad de San Vicente. Sin embargo, al ser considerada una comisión ilegal, por no haber coordinado con anterioridad con los dirigentes, no la dejaron dar un solo paso: “Nosotros debíamos hacer respetar ese derecho”, afirma don Benigno y la comisión tuvo que retroceder y volver y no pudo entrar a la Comunidad de Nueva Galilea, ni seguir su camino hacia San Vicente. “Feo era en esa época de la consulta, el gobierno dividió a las comunidades con recursitos, proyectitos, y les dio algunos pesitos a algunos corregidores unos 30.000 bolivianos, pero pese a eso el pueblo ha dicho no va más”. De hecho, Juan Ramón Quintana en su discurso gubernamental prometió aquella vez que para el año 2015 ya no habría pobreza en el TIPNIS, contrariamente, el 2016 don Benigno explica que el gobierno no sólo no colaboró en combatir la precariedad, sino que dividió a las comunidades y familias.
Aunque para el Gobierno la consulta está hecha y procede la construcción de la carretera, lo cierto es que para las comunidades todo lo ocurrido en la resistencia ha sido una victoria, primero porque todo el proceso descrito ha estado acompañado de una constante fiesta, largas reuniones en las noches, baile, alegría de estar en sus casas, alegría de ver salir a los técnicos prácticamente huyendo de personas que no tenía armas, ni recursos, mujeres y niños en su mayoría. Se recuerda con cariño las ollas comunes y las trasnochadas esperando las barcas oficiales o las avionetas, todo en medio del hostigamiento permanente del gobierno. A la fecha (mayo de 2016), el tramo 1 de la carretera está prácticamente pavimentado y listo; según el mismo gobierno se continúa desmontando y armando el terraplén en el tramo 3. La carretera en el tramo 2, se ha detenido y la esperanza de que se respete su forma de vida y se construyan verdaderas opciones para mejorar sus condiciones de vida, se mantiene aún, en resistencia.
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[1] Información disponible en: http://www.fmbolivia.com.bo/noticia17262-un-muerto-deja-confrontacion-entre-yuracares-y-cocaleros.html
[2] Información disponible en: http://www.eabolivia.com/social/8493-tipnis-los-puntos-en-conflicto-.html
[3] Comunicaciones personales.