La creación de los embalses permitió tener a la pesca comercial como estrategia de vida y generación de ingresos, lo que llevó a creación de fuentes de trabajo independiente que fueron sustituyendo a la cultura de monte, en el marco del cierre de las “carbonerías”, la sustitución de pieles silvestres por sintéticos y la mayor regulación de la cacería. En épocas de crisis la pesca vuelve a ser una opción para trabajadores de bajos ingresos: tanto en la dictadura cívico-militar (1973-1985), como en la década de los noventa como en los años posteriores a la crisis económica del 2003. El acceso al territorio del embalse permitió que sus pobladores locales pudieran quedarse en sus localidades sin tener que emigrar en busca de otras fuentes de ingreso, e incluso atrajo a trabajadores de otros departamentos, que fueron adquiriendo este oficio adaptado a los embalses desde casi medio siglo.
La presencia desde hace varias décadas atrás de compradores-acopiadores permanentes de pescado y la cultura de consumo de pescado de Río de las localidades de los pescadores ha permitido desarrollar esta estrategia de ingresos garantizando la demanda.
Jose Luis Filolengo (pescador de la ciudad de Paysandú sobre el Río Uruguay) enseñando a los pescadores del Rincón del Bonete a despinar tararira, octubre de 2018.
Otro avance en la gestión del territorio ha sido la construcción de la cámara de pescadores en 1987 a partir de la experiencia de la COOPESANG, lo que permitió realizar un mercadeo independiente y controlado por los propios pescadores, aunque desde mediados de la década de los noventa hasta la actualidad no se ha podido reiterar con la misma fortaleza. Las experiencias de la COOPENORTE y principalmente de la COOPEHUM son percibidas negativamente por la mayoría de los pescadores actuales del Embalse del Rincón del Bonete.
A partir de la llegada al gobierno del Frente Amplio las políticas de desarrollo rural han intentado visibilizar al sector de la producción familiar y la pesca artesanal, por lo que se intentaron diversas iniciativas de organización de grupos de pescadores en todo el país, donde también participaron vecinos de Paso de los Toros (que no lograron concretar un grupo) y de San Gregorio de Polanco luego de que la cámara de los pescadores permaneciera cuatro años cerrada (entre 2002 y 2006).
En ese período, los fondos que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca transfirió a la cooperativa COOPEHUM (8 socios) no beneficiaron significativamente al grupo en su conjunto, salvo en la gestión de 29 permisos de pesca (quedando 21 pescadores irregulares) antes del llamado del año 2011.
En ese marco la COPEHUM con el Proyecto de Producción Responsable del MGAP recuperó la “cámara de los pescadores” que permaneció cerrada entre 2002 y 2006. También se adquirió una fábrica de hielo en escamas, para la producción diaria de 1.500 Kg. de hielo por día, se reformó la estructura de la cámara existente, se compró de una camioneta con caja térmica extraíble para traslado de mercaderías, entre otras mejoras del equipamiento de la cooperativa.
La obtención del permiso de bromatología para venta de hielo y compra y venta de pescado, les permitió hacer colocaciones más allá del acopiador en la frontera con Brasil y en cinco departamentos con ventas de 9 productos de pescado, algunos de ellos con mayor grado de elaboración (incluyendo embutidos y hamburguesas).
Sin embargo, el endeudamiento, la división del grupo y la dependencia de los recursos externos llevaron a la COPEHUM a dejar de gestionar la cámara de los pescadores en el año 2009. Esta fue negociada con el principal acopiador local de pescado (el Señor Néstor Pérez) a cambio de su uso y mantenimiento hasta el día de hoy.
Sin gestionar la cámara, ex-integrantes de COPEHUM continuaron recibiendo apoyos a nombre de la Cooperativa por parte de “desarrollo rural” del MGAP sin beneficiar al conjunto de los pescadores entre los años 2014 y 2017.
Tomado de: Marcelo Crossa, Sebastián Horta, Diego Núñez (2015)