Los inicios del auto-reconocimiento
Como señalamos anteriormente, los/as Ticas relatan que hacia el año 1700 llegaron al territorio sus ancestros/as fruto del traslado forzoso/involuntario que se hizo desde San Carlos Minas (como mano de obra, principalmente). Allí se instalaron y echaron sus raíces durante siglos. Recurrentes son los relatos sobre las vivencias en sus infancias y juventudes en el territorio, visitando a sus abuelos/as quienes enseñaban y compartían sus saberes ancestrales.
Sin embargo, en el marco del imaginario de la “Córdoba libre de indígenas” que se supo imponer en el proceso de conformación del estado-nación moderno, la negación de su condición de indígena se podría entender teniendo en cuenta múltiples aspectos. En primer lugar, como producto del estereotipo del indio construido e instalado fuertemente en nuestras sociedades. Aldo nos dice al respecto que “hay una (…) una cuestión a la cual tampoco nosotros ajenos, sino que especialmente mi generación, no la anterior, la de los abuelos, sino mi generación, nos criamos en la idea de que los indios eran antes y de que ya en Córdoba no había indios, no había indios. Pero digo ¿por qué? Nos criamos con la idea del estereotipo del indio ¿no? Es lo que yo digo”. De allí que podemos entender al auto-reconocimiento como un proceso complejo, a paso lento, dificultoso.
En segundo lugar, y ligado a ello, también encontramos en el relato una vinculación de dicha negación con la vergüenza que generaba en aquellas épocas (hablando del siglo XX) reconocerse como tales, en un contexto muy hostil: “Nosotros como familias, porque nos veíamos como familias, es decir, nos veíamos con una identidad que nunca había sido posible expresarla por vergüenza”, nos cuenta Aldo. No obstante, también hay un punto en el que dicha negación fue incluso una herramienta necesaria de “supervivencia” de los indígenas: “entonces, te digo, no solo que nosotros – yo recién hablaba de mi generación – sino la generación de la abuela, y te estoy hablando…la abuela tendría 130 años ahora; ellos se criaron con eso ya (…) a ver ¿cómo puedo salvarnos? Y la forma de salvarnos era negarlo: ‘y nosotros somos serranos’, cualquier cosa, indios no”.
No fue sino hasta llegados los años 80 que los/as Ticas empiezan a auto-plantearse la reivindicación de su cultura y la expresión de una identidad que hasta el momento habían tenido que callar. Concretamente, el año 1985 marca un hito en este sentido con la aprobación de la Ley sobre Política Indígena y apoyo a las Comunidades Aborígenes producto de una extensa lucha, que dio pie a hablar con la gente (especialmente de las sierras), con los/as niños/as, a juntarse con otros/as auto-reconocidos y comenzar las gestiones – con permiso de los/as abuelos/as – para pelear por el reconocimiento de la comunidad en su territorio.
En ese momento empiezan a habitar el territorio con otro sentido: para preservarlo pero también para establecer un precedente en la provincia como territorio comunitario. De esta forma, ya entrados los años 90 comienzan a tener una presencia en el territorio “de una forma más tradicional” recuperando las memorias-saberes-prácticas de sus ancestros: “juntar los yuyos para el tecito… ahí empezamos con el Inti Raymi, Pachamama y esas cosas, las fiestas del agua que son en esta época en los carnavales, y bueno, ahí nos metíamos y hacíamos… en el arroyo, bueno, la recuperación”.
Entendiendo que la re-emergencia de los pueblos indígenas fue posible gracias a la lucha de movimientos mucho más grandes, es en ese encuentro con otros/as que comienzan a aprehender y a construir herramientas para la defensa de sus territorios. Así, cuentan que las primeras comunidades con la que se encuentran es la Taku Kuntur (San Marcos Sierras, Córdoba) y la Kata Kuna (Rio Cuarto, Córdoba); pero también comienzan a juntarse con otros pueblos de otras geo-grafías (más allá de las fronteras político-institucionales cordobesas) como una comunidad Wichí y otra Moqoit (o Mocoví).
En ese marco, en el año 1990 la comunidad comienza las gestiones ante el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Sin embargo, recién en el año 2006, luego de un proceso larguísimo y lento, dicho instituto va por primera vez al territorio a “reconocerlos/as”, lo que termina concluyendo en el otorgamiento de la personería jurídica de la comunidad el 3 de abril del año 2009.
Un arco de solidaridades que se teje al compás del viento
En ese caminar, fueron muchas las acciones que se emprendieron desde la comunidad en articulación también con otros/as actores sociales. Una cuestión fundamental de trabajo fue el reconocimiento de restos fósiles en el territorio, que afloran cada vez que hacen una excavación o a raíz de las lluvias. Al respeto, nos cuentan que:
“Allá abajo hay muchos morteros… y después cuando se abre esta calle aparece todo… y cuando llueve además ahí salen los huesitos que nosotros los juntamos y los enterramos de nuevo; pero digo, están todas las evidencias de que más allá de esto que yo te cuento, de esta historia, hay una historia anterior, una presencia anterior que es ancestral ¿no?”.
En este sentido, realizaron importantes trabajos junto al Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba desde el 2009, aproximadamente, y en el marco de un proyecto de investigación que culminó en la publicación del libro “El patrimonio arqueológico de los espacios rurales en Córdoba” en el año 2015.
También en el ámbito académico, en el año 2013 tuvieron la participación de una cátedra sobre hábitat de la facultad de arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba. Años más tarde se vincularon con la Universidad Nacional de Villa María a partir de un proyecto de extensión durante el periodo 2016-2017. Dicho proyecto emerge a raíz del conflicto que hubo en el año 2015 con Valle Esmeralda, un emprendimiento inmobiliario de la zona[1], que es difundido por las redes sociales y que capta la atención de un estudiante de la universidad que genera una propuesta para escribir su tesis. Posteriormente se propone realizar allí un proyecto de extensión mediante el cual un grupo de estudiantes y profesores/as colaboraron en varios sentidos: brindando herramientas y recursos, construyendo una pequeña cisterna para la provisión/distribución del agua, aportando en la producción de huerta, entre otras cosas. También en el año 2016, en conjunto con la organización “Forestando identidad” realizaron reforestación y control de plantas exóticas. De esos vínculos tejidos, en el año 2018 la comunidad participa también del Congreso de Sociología en la misma universidad, con la estrategia de visibilizar, de contar su propia historia.
Y en ese contar su propia historia los/as Ticas rescatan como una de las cosas más significativas la publicación de un libro escrito por la Techi (citado en varias oportunidades en este escrito). Es parte del auto-reconocimiento pero del rescate cultural de la comunidad y del pueblo, una historia real contada por personas reales, “no es ningún invento”, insisten[2].
Otra de las cosas más fuertes que mencionan son los vínculos con otras comunidades y organizaciones sociales que hacen a la defensa de ese pequeño pulmón de reserva, pero lo trasciende. En ese sentido, vienen trabajando con la Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo (Codebona) fundamentalmente en lo referente a la participación de los pueblos en lo referente al ordenamiento territorial, la protección de las zonas rojas y defensa de los bosques y la cultura. En efecto, en diciembre del año 2018 realizaron en conjunto un “Encuentro por la Tierra” en la que participaron numerosas organizaciones y vecinos/as y comunidades indígenas de la provincia (la comunidad de San Marcos Sierras, la comunidad Arabella de San Esteban y la comunidad del Pueblo de la Toma de Alberdi, Córdoba), con el objetivo de “trabajar en el resguardo, rescate, revalorización y visibilización de la cosmovisión de los pueblos y el buen vivir”. Esto, en el marco de nuevas amenazas en el territorio, esta vez por parte de la Municipalidad de Bialet Massé, por intentos de apertura de calles.
El territorio es, en efecto, un lugar de encuentro, de celebración y lucha. Numerosas actividades se han realizado a lo largo de los años, entre las cuales mencionan “Festivaleando en el monte” (2012), festejo del “año nuevo del sol” (2016), jornadas de forestación “En el monte y por el monte” (2016) y celebraciones de la pachamama[3] cada año, las cuales son abiertas a quienes quieran participar.
Pero no es solo quedarse en el lugar, también consideran parte importante de la lucha participar en la defensa de todos los territorios que se vean amenazados por el avance incesante del capital en la región. En ese sentido nos cuentan que estuvieron participando en el rescate de las reservas “Pinas”, “Huasa Pampa” y “Quilpo”, en conjunto con la comunidad Toco-Toco y la comunidad de San Marcos Sierras. Asimismo, estuvieron trabajando en el Parque Nacional “Quebrada del Condorito” desde 2010 (durante cuatro años) en torno a la recuperación del tabaquillo y a la introducción del guanaco y la llama.
Por último, cabe mencionar la importancia que tiene para la comunidad la participación en el Consejo Provincial Indígena antes mencionado, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que desde su creación en el año 2017, vienen trabajando junto con otras comunidades indígenas en pos del reconocimiento de sus territorios.
[1] Reproducimos aquí parte del comunicado: “Ayer recibimos noticias de que habían cercado parte del territorio Ticas y que además de eso entraron a abrir caminos con una topadora destruyendo así nuestro monte nativo, el cual cuidamos, protegemos y amamos y que además queremos que nuestros hijos, nietos y futuras generaciones disfruten. Aquí podemos ver la ambición de algunos inmobiliarios en el afán de sacar provecho de la Pacha, el daño es inmenso, la impotencia es incontenible... Denunciamos al Ingeniero Bringas y a todos los representantes del proyecto de barrio privado Valle Esmeralda un total fraude”.
[2] Al respecto Aldo nos señala una parte del libro en la que Techi cuenta que un día la abuela le dice: “traiga lápiz y escriba que voy a como desahogar todo esto que llevo adentro”.
[3] En el 2014, por ejemplo, participaron de una celebración en la localidad de Carlos Paz invitados/as por la Fundación Pangea.