Ubicada en las afueras de la localidad de Bialet Massé (departamento Punilla) se encuentra una de las veintidós comunidades indígenas que habitan actualmente en la provincia de Córdoba. Se trata de la comunidad Ticas[1], perteneciente al pueblo-nación comechingón[2] que, junto al pueblo sanavirón y al pueblo ranquel, componen la radiografía étnica de la provincia[3].
En las 60 hectáreas de superficie que supone el territorio ocupado ancestralmente por la comunidad se resiste con tesón e irreverencia a una larga historia de invisibilización y ocultamiento de los pueblos indígenas. Historia que en el país más austral del planeta encuentra raíces muy profundas, primero originadas bajo el dominio colonial, y perfeccionadas luego de lograda la independencia de España.
Con las sierras y la vastedad de la naturaleza como cómplices y testigos inmemoriales de las huellas de este pueblo, en Ticas se pone en práctica en el día a día, el valor de la comunidad, de las costumbres y rituales ancestrales y el respeto por la madre tierra.
Ticas: identidad que resiste
Sabemos que la historia de nuestra América está atravesada por el despojo y por el ferviente deseo de parte de los conquistadores de hacer desaparecer el legado cultural de los pueblos que habitaban el continente antes de 1492. Ocupaciones territoriales, campañas militares, desplazamientos, procesos de evangelización forzosos y un largo etcétera forman parte de las estrategias empleadas por la dominación colonial para diezmar física y culturalmente a las poblaciones nativas.
Superada la etapa colonial, los estados-nación que se fueron conformando adoptaron distintas políticas en torno a lo étnico y construyeron para sí un imaginario de su idea de nación. En el caso argentino, el relato sobre cómo se conformó el país exalta lo europeo y apela a la figura del mestizaje sin acordarle suficiente entidad a los pueblos indígenas.
Desde este lugar, pareciera que los/as argentinos/as somos una mezcla, con distintos niveles de pureza, entre quienes llegaron de ultramar y los/as que ya estaban aquí, aunque en ese relato “quienes ya estaban” no adquieren importancia. A tal punto es así que la idea del pueblo argentino como un “crisol de razas” ha sido interpretada hegemónicamente como un conjunto de razas provenientes de Europa.
Como veremos en los próximos apartados, fueron muchas las operaciones para decretar la desaparición definitiva de lo indígena. Techi supo poner en palabras esta tensión al decir que:
El colonialismo no se contenta con apretar al pueblo entre sus redes, con intentar vaciar los cerebros de toda forma y de todo contenido; por una especie de perversión se orienta hacia el pasado del pueblo oprimido y lo distorsiona, lo desfigura, lo aniquila. El colonialismo pretende convencer a los indígenas que vienen a salvarlos del encanallamiento, la barbarie, la animalización. Pero la desarticulación cultural de un pueblo es imposible porque la cultura es ante todo identificación” (Moreno, 2011, p. 25).
Para los/as ticas esta identificación, o identidad, debe ser comprendida en un sentido amplio, ya que no solo implica lo cultural sino también lo espiritual, lo económico, lo político, etc. y desde un lugar que permanece abierto, esto es, dispuesto a incorporar nuevos elementos. En este marco, la resistencia de cualquier comunidad –en este caso, la de Ticas- por conservar su identidad cobra especial relieve, pudiéndose medir con mayor justeza la lucha librada para que se reconozcan sus territorios y se mantenga viva su cultura.
Esto es así porque para las poblaciones indígenas el territorio es mucho más que la tierra como extensión física: es el espacio de desarrollo de la vida y del ejercicio de su autonomía, que garantiza la sostenibilidad económica, social, cultural y política de la comunidad. En este sentido, la lucha por la defensa y preservación del territorio es también la lucha por la defensa de la cultura y de las poblaciones que allí habitan y que ven socavadas sus condiciones de vida.
[1] “Nuestra familia desciende de un cacique llamado Ticas que vivió tiempo anterior a la conquista, de allí el nombre de la comunidad”. Fuente: http://comunidadticas.blogspot.com/
[2] “Los españoles, en sus prolijos libros de anotaciones decían que todo el grupo indígena que habitaba Córdoba era guerrero y defensor del territorio; y que, al trabarse en lucha contra ellos, gritaban algo parecido a comechingón que podría haber sido Kamichingon o `somos la defensa de las sierras´. No era un nombre sino un grito de guerra”. Fuente: http://comunidadticas.blogspot.com/
[3] De acuerdo a la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) de los años 2004-2005, existen más 30 pueblos indígenas en Argentina.