Organización y situación actual del pueblo Leco
Según los datos vertidos por la Fundación Tierra para el año 2010 la población del territorio leco era de 2980 personas que conformaban alrededor de 600 familias (Fundación TIERRA, 2011). En los últimos años, los Leco han tenido un resurgimiento demográfico, puesto que su población ha aumentado considerablemente. Quizá este fenómeno sea el resultado de los procesos de revalorización cultural y de su consolidación territorial. Actualmente los Leco suman una población aproximada de 4009 habitantes (INE, 2015).
Su lucha milenaria por la tierra
El Estudio de Identificación de Necesidades Espaciales del Pueblo Leco de Apolo (EINE)[1] señala que los primeros datos acerca del origen de los Leco datan del año 1594, cuando empiezan a tener contacto con los españoles ya sea para intercambiar productos o en acciones guerreras. El mismo documento señala que el primer intento de la colonia de despojarles de su territorio data de 1617, cuando el español Pedro de Legui Urquiza encabezó una campaña contra los Leco, pero fue vencido y muerto por ellos. Varios intentos de misioneros agustinos y dominicos por establecer contacto fallaron debido a la resistencia de los Leco, que la ejercieron con igual ímpetu contra la ocupación colonial (Viceministerio de asuntos indígenas y pueblos originarios , 2001).
La resistencia indígena fue permanente, pero pudo ser penetrada por la iglesia católica que instaló misiones dentro del territorio Leco. La Misión de Atén, fundada en 1699 por los franciscanos, es el primer ejemplo. A esta fundación siguieron otras como Concepción de Apolobamba y Santa Cruz de Valle Ameno. De la Misión Atén surgió el Cacique Santos Pariamo, quien luchó, formando una guerrilla, contra los españoles. Llegó a ser nombrado Capitán del ejército patriota. En 1815 fue derrocado y optó por el suicidio antes de caer en manos de los españoles (EINE 2001).
Pero el peor momento de su existencia fue a fines del siglo XIX, durante el primer auge de la goma, los terratenientes comenzaron a avasallar gran parte de las mejores tierras de los Lecos. Los gamonales lograron suprimir la resistencia y convertirlos en esclavos. Paradójicamente fue la crisis del mercado de la goma la que salvo a este pueblo de su total extinción. Ya en el último siglo la existencia de los Leco fue ignorada por lo que pudieron subsistir no sin sufrir una mezcla cultural con indígenas (aymaras y quechuas) llegados de otras zonas de Bolivia.
La familia como núcleo de la organización social
Originariamente, los Leco estaban organizados en grupos de familias extensas unidas por parentesco. Los matrimonios eran endogámicos, dentro del mismo grupo. Cada asentamiento era dirigido por una autoridad reconocida aunque se sabe poco de su organización. El líder tenía era vitalicio y hereditario.
Actualmente, los Leco han adoptado elementos de la estructura sindical que armonizan con las formas tradicionales de organización colectiva. Esta complementariedad se debe a que el pueblo Leco fue acomodándose a los cambios sociales que se dieron en Bolivia. Según establece el EINE del pueblo Leco hubo periodos en que fueron considerados colonos y en otros fueron llamados campesinos sobre todo durante los primeros años de la Reforma Agraria de 1953 (Viceministerio de asuntos indígenas y pueblos originarios , 2001).
Según relata Ovidio Duran[2] -actual Secretario de Tierra y Territorio del pueblo Leco- en la actualidad existen 22 comunidades compuestas por familias nucleares. Estas comunidades se congregan en la denomina Central Indígena del Pueblo Leco de Apolo (CIPLA) que es una instancia de representación y acción política-ciudadana (Ovidio Durán, comunicaciòn personal, 14 de abril de 2016).
De la recolección a la agricultura de subsistencia
Como es común en los pueblos amazónicos, los Leco vivían de la recolección y la caza. Esta forma de vida se mantuvo hasta muy avanzado el siglo XX. Actualmente han abandonado casi enteramente su tradicional economía itinerante. El sistema de producción de las comunidades Leco es la agricultura. Los productos para el autoconsumo más importantes son la yuca, camote, plátano, maíz y arroz. La siembra se realiza en septiembre y octubre, cuando se presentan las primeras lluvias. Los productos principales para la venta son la coca, el café, el incienso, pero también el camote (EINE, 2001).
En todas las comunidades se crían chanchos, ovejas y gallinas, principalmente, que por las pocas posibilidades de caza o pesca son consumidos por las familias. Solamente las vacas se destinan a la venta para generar ingresos monetarios. En las comunidades más alejadas de Apolo, que cuentan todavía con bosques se recolecta frutos como chima y majo; de este último en algunas comunidades obtienen leche de majo destinado a la venta, al igual que la miel de abeja, el copal, los inciensos y el urucú. Algunas comunidades que poseen minerales en sus tierras se dedican también a la minería. En estos casos los comunarios venden su fuerza de trabajo a empresas que invierten capital para la explotación mecanizada de estos recursos, lo que supone una desigual participación en las ganancias (Ibíd.).
Ausencia de Estado que se refleja en el bajo nivel de los servicios básicos de la población
En general las comunidades que conforman el pueblo Leco, no tienen servicios básicos de calidad. Solo las más cercanas al pueblo de Apolo o las que están apostadas sobre el margen de la carretera que conecta la ciudad de La Paz con Apolo, cuentan con luz eléctrica. El agua es recolectada con sistemas muy precarios de los riachuelos y otras fuentes existentes en cada comunidad; pese a lo dificultoso que resulta el acceso a este recurso, en la zona abunda de forma natural, lo que se considera un privilegio.
En las comunidades, las vías de acceso son expeditas en tiempo seco, durante la época de lluvias (noviembre a marzo) los caminos vecinales se tornan intransitables y requieren de un permanente mantenimiento que debe ser solicitado al gobierno municipal de la localidad de Apolo. En cuanto al acceso a la educación, en la zona existen 15 comunidades con pequeñas escuelas compuestas de una o dos aulas de nivel primario, en tres hay unidades educativas de nivel secundario y en el resto todavía no existes escuelas (Ovidio Durán, comunicaciòn personal, 14 de abril de 2016).
[1] Se trata de un documento elaborado por el Viceministerio de asuntos indígenas y pueblos originarios que es esencial para la demanda formal de un territorio indígena ante el Instituto Nacional de Reforma Agraria.
[2] Ovidio Duran es el presidente de la comisión de tierra y territorio de Central Indígena del Pueblo Leco.