La forma ancestral de los pueblos indígenas del Norte Potosí se estructura de la siguiente manera: las familias propietarias de la sayaña o parcela conforman comunidades, un determinado conjunto de comunidades conforma el Ayllu, varios Ayllus forman parte de la Federación Charka (Albó, 2003: 63). Teniendo como base la filosofía aymara de la dualidad, debemos especificar que el Ayllu Layme está conformada por dos parcialidades llamadas Aransaya (los de arriba) y Urinsaya (los de abajo).
Los encargados de dirigir la organización indígena son las autoridades originarias, basados en la propiedad de la sayaña o parcela, según el principio del muyu y thaki[1], desempeñan su cargo por seis meses o un año, depende de la responsabilidad que tengan dentro de la organización. Los Layme conciben la autoridad originaria “como parte del servicio público que cada familia debe brindar al común, el cual –en reciprocidad- brinda tierra y seguridad a cada miembro del ayllu o comunidad” (Albó, 2003: 63). En ese sentido, ser autoridad originaria es convertirse en servidor de la comunidad, en el sentido pleno de la palabra. El ejercicio de cargos supone un deber, una obligación y una responsabilidad, para alcanzar la condición de jaqi o persona plena.
Debemos resaltar que el ejercicio de autoridades indígenas conlleva una fuerte relación sagrada con el territorio, la tierra, cerros protectores, ganado, productos y ancestros (Albó, 2003: 63). La autoridad indígena no sólo representa a los miembros de su colectivo, sino que asume el rol de protegerlos. Su buen comportamiento, su conducta ejemplar en el desempeño de sus funciones, tendrá respuesta favorable de las deidades protectoras como son la Pacha Mama[2], los Apus[3] y las Illas[4], expresadas en buenas cosechas y el nacimiento de una gran cantidad de animales domésticos en la zona, lo que se traducirá en el bienestar de los wawakallu (hijos de la comunidad). Si la autoridad no cumple con sus deberes, tiene mala conducta y/o comete errores, puede provocar lo contrario en la comunidad, es decir sequías o granizadas que destruyan cosechas y será un año malo para el nacimiento de sus animales (Armata, 2012: 17).
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Del ayllu al sindicato Asunta Chica: “Potolo, carajo, ándate a tu pueblo”[1]
Los primeros miembros del Ayllu Layme, provenientes de la comunidad Tomuyo, establecidos en Asunta Chica, fueron Eleuterio Condori y Miguel Condori. Según el relato de Sabino Condori, sobrino de los dos pioneros, ellos llegaron a esta comunidad hace 18 años el año 1996, al comienzo del conflicto armado.
La historia de asentamientos en los Yungas de La Paz, es de larga data, ya en los años sesenta el gobierno inició procesos dirigidos de asentamientos humanos denominados “colonización”, pero en el caso de la familia Condori, ellos no se beneficiaron por esta política estatal, su traslado y establecimiento corresponde a esfuerzos personales.
Esos primeros migrantes, con el transcurso del tiempo, invitaron a sus parientes a esta comunidad; después del año 2000 varias familias llegaron a las comunidades de la Central Américas y el año 2002 la familia Condori arribó a la Asunta Chica. “Mis parientes se vinieron anteriormente, ellos me avisaron de este lugar. Solía venir a visitar a mis parientes a este lugar, a visitar a mis tíos. Resulta que la producción en este lugar genera recursos económicos para mantener a la familia. Por eso me quedé en este lugar” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
Sin embargo, el asentamiento en este nuevo territorio tuvo muchas dificultades, el clima amazónico, la falta de conocimientos para la producción, el excesivo trabajo y el poco descanso[2]. Pero lo más terrible fue la discriminación que sufrieron las familias del Ayllu Layme por parte de los yungueños: “Los que llegaron al principio más han sufrido, duro dice que era. Mi tío contaba que cuando quería pasar el río en la maroma no le dejaban pasar, le decían: ‘Potolo[3], carajo ándate a tu pueblo’, le hacían bajar de la maroma” (Ibíd.).
Los comunarios veían con desprecio a los migrantes Layme, incluso no les querían vender lotes, decían “a este migrante ‘potolo’ ya no hay que recibir. Maymanta kasqaykupuni noqayku ajina ninawaykupaj (¿De dónde habíamos sido siempre para que así nos digan?)” (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014).
La persistencia de los migrantes permitió que se quedaran y establecieran en estas comunidades, “ni modo aguantaremos. Que hablen lo que quieran. Tal vez las cosas cambien con el tiempo, esperaremos. Esa era mi idea. Ahora está rebajando la discriminación. Calmando poco a poco” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
Actualmente la comunidad Asunta Chica está compuesta por yungueños y migrantes aymaras del altiplano paceño y familias del Ayllu Layme. Se estima que viven 240 personas en la comunidad y sólo un tercio de la población es yungueña.
Acceso y propiedad de la tierra
“Jallp’ayki, wayq’umanta lomakama” (Tu tierra es desde aquel barranco hasta la punta de la loma), le dijeron a Marco Condori al momento de entregarle su parcela. Cuando la familia Condori llegó a la comunidad Asunta Chica, no tenía tierra, trabajaban como peones para los propietarios: “llegado a este lugar trabajé en la mink´a, ayudando a otros. Como peón trabajaba para otros” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
Desde los años sesenta los Yungas de La Paz fueron declarados zona de “colonización”. Se abrió ese territorio para que personas de comunidades con poca tierra o sin los medios apropiados se trasladaran a la región para establecerse ahí. Sin embargo, no generaron las condiciones para el establecimiento de los “colonos”, la falta de infraestructura caminera, dificultad para sacar productos agrícolas a los mercados de La Paz, entre otras causas, la gente no permanecía mucho tiempo en esos sectores. Volvían a sus comunidades de origen o se establecían en las ciudades de manera definitiva[4].
A comienzos de los años 2000, la comunidad Asunta Chica contaba con grandes áreas para la producción que no estaban siendo cultivadas por el abandono de los afiliados. Con suficiente tierra y observando el responsable trabajo de las familias migrantes del Norte Potosí, los dirigentes del sindicato, el año 2003, decidieron recibir en la organización a los migrantes que escapaban de las consecuencias que había dejado la guerra entre ayllus.
El requisito para obtener tierra en la comunidad era afiliarse al sindicato, el costo de la afiliación era de 400 bolivianos. Así, las familias del Ayllu Layme pudieron acceder a la tierra para hacer su propia producción. Marco Condori recuerda que así le entregaron su tierra: “Jallp’ayki, wayq’umanta lomakama’, ajina nispa jaywarqanku jallp’a” (Tu tierra es desde aquel barranco hasta la punta de la loma, así diciendo me entregaron la tierra) (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
Actualmente cada comunario tiene entre 4 a 5 hectáreas de tierra. De esas parcelas, 3 hectáreas son utilizadas para el cultivo, las demás se las guarda en descanso, para regenerar los nutrientes (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014); es decir, se mantiene el sistema de rotación de cultivos, como en sus comunidades de origen.
Marco y Sabino Condori
Titulación de la tierra: un tema urgente
Después de muchos años, la comunidad de Asunta Chica aún no cuenta con titulación de la tierra. Es un tema pendiente de las instancias del Estado, pero sobre todo, de los afiliados al sindicato. El año 2011 el sindicato decidió realizar el saneamiento de la tierra[5] en la modalidad de titulación individual de la tierra (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014).
Se inició el proceso, pero por falta de recursos no se lo concluyó. “El saneamiento había tenido un costo. Nos dijeron que teníamos que pagar 1.000 bolivianos o más por lote. No todos los afiliados quisieron aportar, como no había consenso en el sindicato, el saneamiento quedó así no más” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
[1] Frase que expresaban los yungueños (gente ‘oriunda’ de yungas) frente a la migración de familias del Ayllu Layme, expresada por Sabino Condori.
[2] En el altiplano el trabajo es por temporadas, en los Yungas se trabaja todo el año: preparación de la tierra (zanjeo), deshierbado, siembra, cosecha, fumigado (Marco Condori).
[3] Denominativo que reciben los oriundos del departamento de Potosí, de acuerdo al contexto, tiene una carga despectiva o no.
[4] Estos datos fueron recogidos de la historia de asentamientos de La Asunta. Escrito por Estela Ramos. Programa NINA 2010.
[5] Considerado como un “procedimiento técnico-jurídico transitorio destinado a regularizar y perfeccionar el derecho sobre la propiedad agraria y se ejecuta de oficio o a pedido de parte” (INRA, 2008: 25).
[1] Muyu taki, se denomina así al sistema de rotación de los cargos. El servicio un camino que debe realizarse de manera obligatoria y rotativa entre todos los miembros de la comunidad.
[2] Significa “Señora y Madre del tiempo y espacio”. Es la fuerza generadora de la vida.
[3] Son las deidades que habitan en las montañas, pueden ser varones o mujeres.
[4] Illa es la energía creadora de la vida. Bajo representaciones de animales o semillas, se encargan de la procreación de los animales o productos agrícolas.
[5] Con esta sigla nos referimos a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007)
[6] Abreviatura que hace referencia al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo – OIT (1989)