Seguridad alimentaria y producción de la hoja de coca
Producción, almacenamiento y comercialización de la sagrada hoja de coca
En la comunidad Asunta Chica se tiene variedad de frutas, verduras y plantas tropicales. Entre las frutas se puede mencionar la naranja, mandarina, papaya, maracuyá (passiflora edulis), pakay (inga feuilleei). Las principales verduras son tomate, locoto, cebolla y pepino; todos para consumo familiar.
El café se producía en gran cantidad hace 20 años, para la comercialización interna, pero se vieron afectados por la gran oferta de otros municipios como Caranavi y por las plagas que no pudieron ser controladas por falta de apoyo técnico y económico.
La planta que se produce para la comercialización es la coca, que es un principal elemento ritual y también se la emplea para realizar curaciones, emplastos y para el mal de altura (sorojchi). De igual forma, la hoja de coca es una de las plantas con alto valor nutricional, por esas razones los pueblos indígenas la consideran “hoja sagrada”.
Marco Condori explica las labores culturales que implica el cultivo de la coca, el conocimiento apropiado a lo largo de estos años de residencia en los yungas de La Paz. Se tiene dos tipos de plantas de coca, unas de hoja muy pequeña y otras de hoja grande, la semilla debe ser recogida de las plantas de hoja grande. Se prepara el almácigo con las semillas cosechadas. La tierra tiene que estar bien preparada, cernida y abonada. Ahí se depositan las semillas. Se coloca hoja de plátano u hojas de coca para que sirva de sombrilla y cubra de los rayos del sol a las semillas que germinarán.
Una vez que salen los primeros botones de las plantas en el almácigo, se recogen las hojas de plátano o de coca para que ingrese la ventilación. Poco a poco se retiran las hojas. En tres semanas sale la planta para ser trasplantada.
La preparación de la tierra para realizar el cultivo de la hoja de coca tiene varias etapas: desmonte, zanjeo, construcción de wachos. Se desmonta o ch’umea, es decir, se retira y quema los troncos, las cenizas sirven para abonar la tierra. El zanjeo o preparación de terrazas que es una técnica que permite cuidar la tierra de posibles erosiones. El zanjeo se realiza en época de lluvia pues las hace más duras y resistentes. Los wachos son como la muralla que soporta los terraplenes de cultivo.
La plantación de la coca o telana se hace una vez almacigadas las semillas y preparada la tierra. Se debe cuidar que los wachos no tengan otras hierbas que pueden evitar que la planta prenda o tenga buena producción. Además, se debe evitar otras hierbas, insectos[1] o los animales silvestres. Al cabo de un año ya se puede cosechar las hojas de la planta joven.
No se emplea riego para los cultivos, sólo se produce con la humedad de la tierra y el agua de las lluvias. Algunos emplean riego por aspersión. Lo que está regado se mantiene verde, eso rebrota.
La producción de la hoja de coca es casi constante, la cosecha consiste en recolectar cuidadosamente las hojas de la planta para evitar que se rompan. La cosecha la pueden realizar sólo la familia o pedir la ayuda de los otros comunarios en el trabajo denominado ayni. Esto dependerá de la extensión de los cultivos de cada familia productora. Se debe tener mucho cuidado con las hojas cosechadas (denominado mathu) para evitar que pierdan el color verde característico.
Cuando no se hace secar a tiempo la hoja cosechada, o se deja mucho tiempo al sol o le llega la lluvia, las hojas se convierten en mat’a, o ch’oqenta “se vuelve café como quemado, si no se cuida bien, ésta ya no es agradable” (Jaime Condori, 28 de noviembre de 2014). Las hojas son extendidas sobre una superficie plana, y el secado depende de la época, “durante el invierno tarda todo el día en secar; en verano hasta medio día ya está seca la hoja de coca” (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014).
Cuando ya está seca la hoja de coca, se la guarda en bolsas plásticas para que conserven su contextura y no vuelvan a humedecerse. La hoja bien seca se puede guardar hasta tres meses. Para ello se tiene que guardar en bolsas plásticas nuevas, “cuando la bolsa no es nueva, la hoja de coca pierde su color verde y se vuelve amarilla en época de humedad” (Ronal Condori, 27 de noviembre de 2014).
Para la comercialización, cada productor puede sacar la hoja de coca hasta el mercado de La Paz, denominado ADEPCOCA[2], pero no resulta muy conveniente porque eso supone un gasto considerable para el productor; se tiene que gastar en “pasaje, estadía, alimentación, esperar hasta que compren el producto. Se resulta perdiendo. En cambio, la venta está asegurada con el negociante[3]” (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014). El sindicato al no contar con una asociación de productores que pueda comercializar con la hoja de coca, prefiere vender su producción a los “negociantes”.
El precio de la hoja de coca no es estable, es muy variante. Por ejemplo un thaki (1.000 libras de coca), en época de baja producción puede costar desde 2.000 a 2.400 bs; cuando hay sobre oferta de la producción el precio rebaja desde 1.500 a 1.800 bs.
Para evitar que los “negociantes” determinen los precios según su conveniencia, la organización sindical realiza el control: “no se permiten los costos bajos para la compra de la hoja de coca. Los que compran más carito, compran más cantidad. Eso les asegura la compra de varios productores. En cambio, los que ofrecen bajo precio, no pueden adquirir la producción (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
“Tíos y tías me vas a mirar”: Relación espiritual con el nuevo territorio.
El Ayllu Layme concibe al territorio como un espacio sagrado, los diferentes rituales que practican evidencian esa sacralidad del territorio. Otra dificultad que encontraron, cuando se trasladaron de sus comunidades de origen a los yungas, fue que el sindicato no hacía rituales: “aquí los yungueños no hacen wajt’achas[4]” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
En ese nuevo territorio que les cobijó, la familia Condori, fue practicando la enseñanza de sus padres y abuelos, fueron nuevamente sacralizando el territorio: “Yo como vengo de allá afuera, hago rituales. El lunes en la tarde realizó q’owachaku[5]. (ibíd.), Para realizar las ofrendas rituales, la familia Condori, en su comunidad de origen, invocaba los nombres de cada uno de los lugares sagrados de su territorio: “antes mi abuelo, mi papá me decía ‘tienen que q’owar a las cumbreras, aviadores, qoyllur (planeta Venus). A esos tienes que q’owar”. Al llegar a este nuevo territorio no conocían los nombres de las cumbreras, aviadores o seres protectores, y como nadie les dio información al respecto, cuando ofrecen rituales de agradecimiento o de petición se dirigen a ellos de la siguiente forma: “yo les invoco diciendo tíos y tías me vas a mirar, así diciendo q’owo” (ibíd.).
La apropiación del territorio para la familia Condori, supone una relación espiritual con todo lo que existe en el lugar, se les invoca y ofrece la mesa ritual aymara, es decir la wajt’acha en ocasiones especiales como agosto o carnaval. Cotidianamente se p’ixcha, fuma o ch’alla para los “tíos” y “tías”, divinidades dueñas de ese territorio, que recibieron a los Condori y los albergan como a sus hijos.
Relación constante con la comunidad de origen
La relación con su comunidad de origen es constante, por lo menos, una vez al año retornan para visitar a sus parientes del Ayllu. No es fácil dejar las raíces y el lugar de nuestra infancia, así lo señala Marco Condori: “me costó mucho dejar mi comunidad” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014).
El vínculo con la comunidad de origen es fuerte porque sus parientes siguen viviendo ahí: “No dejé fácil mi comunidad. Mis hermanos y tíos siguen viviendo en la comunidad. Siempre voy a mi pueblo. Voy a sembrar una araria[6] de papa” (Ibíd.).
Por otro lado, ese vínculo se mantiene porque la familia Condori conserva sus tierras en las comunidades de origen y no perdieron su titularidad como miembros de la comunidad. Para que no sean tierras improductivas, porque los migrantes no siempre pueden ir a trabajarlas, se encarga a sus hermanos o primos que las cultiven. En Tomuyo, comunidad de Sabino Condori, sus primos cultivan trigo, haba, papa y cebada. Por el trueque de productos de los yungas, como la hoja de coca, la familia Condori, puede complementar su alimentación diaria con productos del altiplano (Sabino Condori, 27 de noviembre de 2014).
Retornar a la comunidad de origen siempre es una alegría: “la comunidad bien nos reciben, como nos conocemos de niños. Me dicen ¿dónde te has perdido? Tanto tiempo te has perdido” (Ibíd.). Pero, como nos enseñaron los ancestros, no se puede llegar con las manos vacías, alguito siempre hay que llevar: “cuando voy a visitar llevo coquita para compartir entre los parientes” (Marco Condori, 28 de noviembre de 2014). El retorno siempre es alegría.
[1] Su principal enemigo es la hormiga grande (chili - chili, siripita). Corta como tijera las hojas (Entrevista a Marco Condori, 28 de noviembre de 2014)
[2] Es el mercado de la Asociación Departamental de Productores de Hoja de Coca – ADEPCOCA.
[3] Los productores de Asunta Chica llaman ‘negociante’ al comerciante de la hoja de coca. Es la persona que compra la producción y la lleva al mercado departamental, además, de la ciudad trae víveres y productos de primera necesidad para vender a los productores.
[4] Palabra aymara, es la ofrenda ritual que se realiza a las divinidades, ancestros y seres protectores.
[5] Palabra qheshwa, es la ofrenda ritual al igual que la wajt’acha.
[6] Araria corresponde a un día entero de arado de la tierra con yunta de bueyes.