Informalidad y acciones colectivas por acceder a la tierra
Más que un barrio, Cerro Norte constituye un territorio para muchos de sus habitantes. Más que una división física o un espacio de residencia, consumo y reproducción de fuerza de trabajo[1], este territorio es el resultado de formaciones históricas y culturales que nos hablan de un escenario de sociabilidad, luchas y experiencias asociativas a través de las cuales se construyen sentidos e identidades. Geográficamente ubicado en la frontera donde se acaba lo urbano y empieza lo rural, Cerro Norte ha sido el hábitat de varias generaciones que vienen tejiendo comunidad. El sentido de pertenencia de varios miembros de la comunidad con su territorio se ha forjado al calor de numerosos conflictos y reivindicaciones por el derecho a la ciudad, a la vida digna y a ser soberanos alimentariamente. Durante más de treinta años, este territorio ha visto nacer procesos de organización vecinal y comunitaria cuyos ejes de acción se han concentrado en la lucha por los servicios públicos; la educación popular y la atención a la primera infancia; y más recientemente, a la defensa de la tierra y la conservación de las semillas criollas.
Entre los procesos y experiencias más representativas al interior del territorio se encuentran las Asociaciones de Defensa de los Derechos del Niño “Cerro Norte” y “Viila Nidia”, que a su vez hacen parte de la Coordinadora de Organizaciones Populares de Defensa de los Derechos del Niño y la Niña; la casa de mujeres “matrices de mil colores”; los hogares infantiles; la casa taller juvenil; el club de abuelos “los conquistadores”; y la granja agroecológica y experimental Hugo Fernández. Durante los últimos años, el trabajo que se viene desarrollando en estos espacios se ha orientado hacia una pedagogía ambiental mediante programas agroecológicos que resaltan el papel de la propia comunidad como productora y consumidora de alimentos sanos y libres de agro-tóxicos:
“Venimos realizando un rescate de la soberanía alimentaria, el cual también ha sido un proceso de reivindicación del derecho a la alimentación, el derecho a la vida y el derecho al territorio, y pues ha sido todo un proceso… Nosotros somos una organización que llevamos treinta años de trabajo donde hemos venido construyendo derechos que el mismo Estado nos ha negado…. este barrio se ha caracterizado por el trabajo comunitario… y pues esto le ha dado vida a muchos proyectos que son alternativas a las problemáticas que existen en nuestra comunidad.” (Hermencia Guaqueneme, líder comunitaria).
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A pesar de que para la década de los noventa el barrio había sido formalizado gracias al acceso a los servicios públicos, ni los títulos de propiedad ni el estatus “legal” de sus viviendas fueron garantía de estabilidad para los habitantes de Cerro Norte. Como resultado de los fallos judiciales que reglamentaron el uso del suelo de los cerros orientales como reserva forestal y la progresiva valorización del suelo que atrajo nuevos proyectos inmobiliarios para las clases altas, la comunidad ha tenido que incorporar hasta el día de hoy diferentes estrategias para permanecer y defender su territorio.
Primera Junta de Acción Comunal
Entre ellas se identifican: la compra colectiva de terrenos destinados como granjas para la conservación de semillas y producción orgánica de alimentos; la creación de personerías jurídicas que cobijan legalmente a las organizaciones permitiéndoles tener interlocución directa con las entidades públicas; la adhesión a la mesa ambiental de los cerros orientales, red de procesos barriales, territoriales y comunitarios que se origina con el propósito de frenar los desalojos de las comunidades al declarar los territorios como "áreas protegidas" reconociendo la permanencia histórica de los asentamientos populares como alternativa para enfrentar problemas como la especulación con el precio de la tierra. Más recientemente, también han jugado un papel importante la organización de eventos y actividades que reivindican la soberanía alimentaria como estrategia para visibilizar la gestión que la comunidad ha hecho en términos de un manejo ambientalmente responsable del territorio así como del rescate de los saberes ancestrales.
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[1] Torres Alfonso, “Barrios populares e identidades colectivas”, Serie Ciudad y Hábitat – N.6 – 1999