La comunidad Agroecológica Tierra Hermosa fue fundada por personas que no tenían tierra para vivir, migrantes en su mayoría quechuahablantes, principalmente de los departamentos de Cochabamba, Potosí y Chuquisaca, quienes con ayuda y apoyo de la dirigencia nacional del MST-B, identifican tierras fiscales para fundar su comunidad.
Luego de la solicitud de dotación de tierra ante el INRA el 9 de noviembre de 2006, el 30 de noviembre del mismo año se admite esta demanda para que se inicie el proceso de acceso a la tierra del MST-V. Al año siguiente, el 1 de agosto se autoriza el asentamiento humano de Tierra Hermosa y el 30 de noviembre del 2007 el INRA expide el título ejecutorial de territorio colectivo para Tierra Hermosa, con una dotación de 15.237 hectáreas (Caballero, 2013:71-80).
No obstante la relativa rapidez de los procedimientos del INRA en la dotación y titulación de las tierras, el proceso de asentamiento y consolidación de la Comunidad Agroecológica Tierra Hermosa se torna extenuante porque en el Municipio de San Ignacio de Velasco diferentes sectores sociales pugnaban para que los “collas” no se asienten en tierras chiquitanas.
En aquel tiempo imperaba en el país el conflicto por la denominada “media luna”. En este contexto polarizado, donde el MST tenía apoyo del gobierno nacional, se generó un fuerte enfrentamiento. Explica Vadillo: “cambas contra collas, originarios contra colonos, orientales contra occidentales, los de aquí contra los de allá y se usó mucho a ambos movimientos en esta pelea. Entonces desde el 2007 el MST no podía ingresar ahí…”.
Todas las instituciones regionales y grupos de poder armaron una estrategia para que las familias que venían a asentarse en la comunidad se fueran, de esta forma los comunarios de Tierra Hermosa se convirtieron en víctimas de ataques violentos por parte de la derecha conservadora de San Ignacio de Velasco interesada en disputar el territorio. Este proceso de desapropiación y violencia comenzó con la prohibición de ingreso a la comunidad por parte del comité cívico ignaciano, madereros, terratenientes y continuó con una serie de intentos de despojo y expulsión a los comunarios.
Reynaldo Rodríguez
Ante este escenario, los comunarios de Tierra Hermosa, desarrollaron diferentes estrategias para ingresar a la comunidad, la más efectiva fue la llamada “Operación hormiga” que consistía en el ingreso de persona por persona caminando más de 80 kilómetros hasta la comunidad, en donde aprovechaban de conocer y hablar con los integrantes de las comunidades aledañas (San Martín, Guadalupe, San Francisco). Sólo así lograron asentarse nuevamente.
Don Bautista Vallejos (52), comunario de Tierra Hermosa y procedente de la Comunidad Tiquipaya (Prov. Andrés Ibáñez. Depto. Santa Cruz), rememora: “aquí, no nos dejaban entrar, los del Comité Cívico y los Unionistas nos detenían, una vez vinimos en grupo con otros compañeros y nos detuvieron, no nos dejaron pasar, hasta la Central Sindical Única de Trabajadores Campesinos de San Martin no quería que entremos, no nos querían, nos decían, a los que vinieron en camión, a que vienen por acá, no queremos avasalladores. Ingresé a la comunidad con otros dos compañeros, fue duro porque no teníamos herramientas, si nos veían con herramientas, no nos dejaban pasar los de Santa Rosa de Roca, otra vez de vuelta era, teníamos que entrar uno por uno, como hormigas…”.
Muchas familias, a raíz de la conflictividad en la zona y por no contar con los servicios básicos decidieron abandonar la comunidad y buscar otros lugares para hacer su vida. Sin embargo, muchos de los comunarios y comunarias continuaron resistiendo. Como parte de una nueva estrategia para ocupar el territorio, tres años más tarde, en el 2010, deciden abrir la comunidad a otros migrantes (principalmente del Chapare). Sin embargo, esto implicó para los Sin Tierra desafíos que no pudieron afrontar.
Los comunarios de Tierra Hermosa fueron nuevamente desalojados por los últimos afiliados a la comunidad, estas personas no compartían los principios ideológicos del MST-B (en particular, la idea de una propiedad colectiva) y lo dieron a conocer después de afiliarse. Don Bautista relata “Una vez más, nos han apaleado, con piedra y cadena de motosierra, también nos daban chicote, grave nos dieron, hemos escapado para todos lados, con escopeta, con armas, machete nos amenazaban”.
Finalmente, después de varias reuniones y medidas de presión en el INRA, marcha hacia la ciudad de La Paz, huelga de hambre en el palacio de justicia entre otras, el INRA hizo valer el título ejecutorial de la comunidad y fue así que los comunarios regresaron a mediados de 2010, iniciando el proceso de asentamiento y consolidación en su comunidad. Luego de las negociaciones obtenidas, los Tarajchis (así llamaron a este grupo, en referencia a un pájaro de la zona que en lugar de construir su propio nido, ocupa la casa de los horneros una vez que éstos la han construido) se localizaron en otra comunidad colindante, Valle Hermoso.
A su vez, respecto al problema inicial con los chiquitanos, en el año 2012-2013 hubo una política de acercamiento muy fuerte entre el MST-B y ACISIV a partir de trabajar la Carta Orgánica. Esto permitió que se conocieran entre los dirigentes, se disminuyeran las tensiones y los prejuicios; y en dos años de trabajo se logró la aceptación y legitimación del MST-B dentro de las instituciones de la zona.
Por último es importante destacar que, pese a la fuerte conflictividad vivida en los primeros años, la presencia del MST-B y sus demandas en el territorio permitieron que se agilice y avance en el proceso de titulación de las tierras de aquéllas comunidades que venían luchando y exigiendo desde hace 20 años la obtención de sus títulos ejecutoriales.