Iniciativas auto-gestionadas diversas
En el valle de Sibundoy existe un movimiento juvenil diverso que se moviliza en varios frentes culturales, artísticos, políticos, educativos, en las escuelas, en los centros culturales, en las plazas y zonas deportivas, en las calles y que ha sido soporte técnico y social de las movilizaciones sociales en defensa de la territorialidad originaria Kamentza e Inga, pero que como movimiento juvenil es independiente y autogestionado. Desde recorridos con los niños y niñas para que reconozcan y valoricen el sentido material y espiritual de su territorialidad, cineclubes, programas de radio, actividades recreacionales, escuelas, grupos de danza y música, en donde el valor de lo cultural, ligado al territorio tiene una importancia central, pero que además acompañan a la par a taitas y líderes del Cabildo en las demandas, gestiones, y movilizaciones en torno a los derechos del pueblo Kamentza.
Mural realizado por los jóvenes con el mensaje “no a la mina”.
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Judy nos cuenta por ejemplo parte del trabajo que desarrollan con niños y niñas, de reconocimiento y valorización de los espacios territoriales y del propio ser Kamentza:
“hemos realizado un ejercicio muy bonito con los niños para que a partir de las experiencias, de los recorridos en campo puedan observar este tipos de afectaciones. Con el sentido de que ellos empiecen a tomar conciencia de la necesidad de fortalecer, primero su propio ser, su primer territorio, y de la necesidad también de que empiecen a defender los espacios naturales”.
Sala de lectura Taita Gabriel Tisoy Jamioy.
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Otro ejemplo de estas iniciativas lo constituye la sala de lectura Taita Gabriel Tisoy Mansajoy, en donde se recuperan historias ancestrales y se practican artesanías de los pueblos Kamentza e Inga, en una forma artística y pedagógica de trabajar con los niños y niñas la sabiduría e importancia de los saberes ancestrales de los pueblos y de la relación de los seres humanos con la naturaleza. Una de las coordinadoras de la sala de lectura es la artista plástica Rosa Tisoy, quien elabora una obra artística orientada a destacar la magia de la vida y la naturaleza, y nuestra profunda relación como humanos con sus principios.
Obra artística Rosa Tisoy. Fotos de Rosa Tisoy.
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Como esta obra, Haceres Decoloniales en la Universidad Distrital- Facultad de artes ASAB. Cuya obra venia acompañada del siguiente mensaje:
Centro Cultural Tamabioy.
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“La tierra… es volver a lo propio para mi reconstruyendo cada día la memoria de los abuelos, que simplemente todo ya está hecho, solo es volver a recoger la semilla para compartirla, revivir en medio de un desconcierto. Como aromas, esencias, los colores de la tierra que ya están es solo llenarlo de magia de plasmar y compartir de cierta forma lo que los abuelos permiten que hoy comparta. Una memoria que tiene que ser cuidada, enseñada y cultivada. Compartida, Como una semilla que crece y que se transforma para compartir su esencia o su transformación”.
Cartilla de trabajo sobre saberes de los abuelos
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Y es que estos jóvenes tienen un componente de migración hacia las ciudades de pasto y Popayán por razones de estudios, en donde consiguen articularse con los movimientos del Cauca y Nariño, tan importantes en el movimiento indígena colombiano. Estos Inga y Kamentza, que migran a las ciudades mayores de la región, y en algunos casos a Manizales, Medellín o Bogotá, regresan con un bagaje conceptual analítico y de vida afuera, incluso algunos han salido a estudiar fuera del país, como el caso de Henry Mavisoy y sus estudios sobre medio ambiente en la Universidad de Para, Brasil, pero que en fin son personas que regresan con una fortalecida conciencia de la riqueza de lo propio y de la defensa de sus formas de vida.
El aporte de estos jóvenes que migraron, estudiaron y regresaron, pero también de un grupo de jóvenes, hermanos, primos, sobrinos, y en general amigos que se suman a las acciones emprendidas en varios campos, es muy importante en el movimiento social crítico a los procesos de explotación minera, re-fortaleciendo sus cosmovisiones en relación con el territorio, como centrales para la vida, no solo indígena, sino de todos los seres humanos. Como bien lo señala Judy Jacanamejoy:
“Para nosotros el territorio va más allá de la ocupación misma. O sea, si él está ahí, si la tierra está ahí, intacta y natural, eso es territorio también para nosotros. Que esté allí, que nadie la toque, que si el agua está allí, que esté allí. Que si las montañas están allí, sin ser habitadas, si no se cultiva allí frijol, maíz, lo que sea, pero están allí. Porque allí se está garantizando la vida. Es como si estuviéramos guardando para nosotros, para nuestros hijos. Pero si esa tierra se pavimenta entonces ya no tendría sentido y perdería todo ese valor espiritual”.
Y continúa Judy:
“Bajo ese discurso de desarrollo y de progreso es que se ha contaminado la mente de las personas. Desde los planes de desarrollo que son como transitorios también, mientras que un plan de vida, su nombre lo expresa, es de vida, acá se juega la vida de las comunidades (…) los medios de comunicación ejercen ese poder y esa presión en las comunidades y nos pintan las carreteras, nos pintas todas las obras de infraestructura como si fueran a traer las consecuencias más gratas para la comunidad y no es así. Para nosotros eso nos lo han enseñado nuestros mayores, o sea, el hecho de que estés pisando la tierra, eso es más valioso, el contacto directo con watsana mamá es más importante”.
Jaime Tisoy también nos ofrece un excelente análisis de lo que han sido las continuidades de la colonialidad territorial.
“El conflicto ideológico nace en primer lugar de la concepción diferente que tenemos de desarrollo frente a lo que el Estado promulga. El desarrollo de los pueblos indígenas busca la salvaguarda de la vida, integral. Y cuando busca, cuando uno pregunta cuál es el desarrollo del Estado y qué busca, pues ahí la salvaguarda de la vida no es primaria. En el momento en que ya se están ejecutando este tipo de políticas de desarrollo, lo que hemos visto no ha sido el mejoramiento de la calidad de vida.
Y concluye aún Jaime:
“siempre, después del descubrimiento, hemos venido siempre cada vez yéndonos como más a los rincones, la des-territorialización ha sido desde muchos años atrás, hoy es una nueva forma”.
Para Carmenza Tez, lideresa importante en los procesos de defensa de los derechos de la comunidad, tiene muy bien fundamentadas sus visiones sobre el desarrollo que llega al valle:
“No comparto la idea de desarrollo que se nos vende porque la idea de desarrollo que nos está vendiendo el capitalismo mundial y con estos proyectos de la IIRSA es totalmente contraria a la vida normal que hemos llevado las poblaciones indígenas en armonía con la naturaleza. Es totalmente contraria. Es más, es destructora de ese equilibrio natural, de ese equilibrio armónico con la naturaleza. Por eso se está poniendo en riegos la vida no solamente de las poblaciones indígenas, sino la vida de todos los humanos en este planeta tierra”.
Frente a estos desafíos, los Kamentza tienen claro que es urgente emprender medidas hacia afuera y hacia dentro, hacia afuera se gestionan las relaciones con el Estado y el capital, hacia adentro defendiendo los propios saberes y haceres, el ser como primer territorio, según nos dice Judy:
“Y defender lo propio es prácticamente la defensa del primer territorio y el primer territorio como un espacio no solamente físico sino también simbólico. Entonces más bien yo veo la tarea y la necesidad de que en este momento se empiece a fortalecer lo propio, se empiece a retomar el origen. Para nosotros la evolución es volver a la raíz, volver al origen porque ahí está como la esencia del pueblo. De que no somos pueblos indígenas sino originarios, de que esta tierra es nuestra y que por lo tanto defenderla es nuestra tarea”.
La riqueza cultural, artística, política de este grupo de jóvenes es vital en el proceso de relevo generacional de la r-existencia territorial en el valle de Sibundoy, que como ellos aseguran no solo garantiza la pervivencia del pueblo Kamentsa, sino también de los cientos de pueblos indígenas y no indígenas que viven en las partes más bajos de la cordillera y en las planicies que reciben las aguas que los Kamentsa cuidan.