La región presenta un clima árido continental, donde las temperaturas tienen una importante oscilación anual, con precipitaciones escasas y concentradas en la estación de verano. En esa estación, las temperaturas medias se sitúan por encima de los 25°C y en el invierno por debajo de los 8°C, lo que muestra la gran amplitud térmica por estación. Este mismo fenómeno se manifiesta en las amplitudes térmicas diarias. A su vez hay dos fenómenos atmosféricos relevantes que también afectan la producción: las heladas y el granizo. Este último tiene mucha relevancia en la provincia, ya que las estadísticas muestran que Mendoza es una de las más afectadas económicamente por las pérdidas en cultivos debido al granizo.
En cuanto a la hidrografía, la presencia del Río Tunuyán es vital para el desarrollo de la agricultura. Este río nace en la Cordillera de Los Andes, establece el límite oeste del departamento y además limita al norte con el departamento de Tupungato, al este con el departamento de Rivadavia y al sur con el departamento de San Carlos.
El Valle de Uco está ubicado en una zona estratégica en términos geopolíticos, al estar en la frontera con Chile y por ser el oasis centro de la provincia, con un acceso privilegiado al recurso hídrico. Por esto ha crecido en las últimas décadas la extranjerización de tierras, e históricamente ha contado con una fuerte presencia militar.
En el plano cultural, Tunuyán se caracteriza por el tradicionalismo y el conservadurismo. Una vez al año se realiza el Festival Nacional de la Tonada, ritmo folclórico que caracteriza a Mendoza. En la tonada se construye un relato que asocia al campesino con el borracho, quien purga sus penas en el alcohol. Además promueve un discurso de la vida cotidiana asociada al machismo, en el cual las mujeres quedan recluidas a los quehaceres de la casa y la crianza, y su figura es asociada a la culpable del dolor en el desamor.
Este contexto cultural está relacionado a las formas desplegadas en la propiedad de la tierra. El departamento se caracteriza por la presencia de pequeños y medianos propietarios de menos de 100 hectáreas y terratenientes que representan linajes de familias históricas que han concentrado el poder económico y las influencias políticas, a punto que la Sociedad Rural Argentina[1] tiene en Mendoza una sede en San Carlos. El modelo de producción impuesto en la región es el monocultivo de la vid y su posterior industrialización en mosto de uva o vino de mesa; a la vez cuenta con grandes superficies de plantaciones de frutales y olivos. Por otro lado, ha habido una creciente extranjerización de tierras y bodegas, siendo capitales europeos y chilenos los que se han transformado en los nuevos dueños de las tierras más fértiles.
[1] La Sociedad Rural Argentina es una agrupación de terratenientes vinculados al genocidio de los pueblos indígenas del país y a las distintas dictaduras cívico-militares. Son socios estratégicos en el avance de las fronteras de la soja transgénica junto a transnacionales como Monsanto, Cargill o Bayer. Veáse: www.lavaca.org/notas/15-anos-de-soja-la-prueba-del-delito/