La espera por la titulación y el riesgo de la minería
Con extrañeza, César Ascorra explica los posibles uso que pueden tener los recursos naturales en un solo espacio, “se dice no solo el vuelo, el suelo hacia arriba puede generar, hacia el subsuelo minería, en el mismo sitio, minería metálica y minería no metálica, o sea metálica como el oro y no metálica como la arcilla para hacer ladrillos, piedras (…) tiene como mínimo 7 cosas sobrepuestas y encima puedes dar a un montón de usos para maderables o hidrocarburos, en el mismo espacio”. Esta situación que los campesinos denominan el “limbo legal” viene del Estado, de una lógica liberal que en lugar de hacerse responsable de los trámites pendientes de titularización de la tierra, concibe espacios “vacíos” y sobrepone intereses económicos, otorga derechos de concesión y dice “todos me pagan derecho al aprovechamiento, su trámite por solicitar para explorar, explotar y para producir. Entonces saca un montón de divisas, de siete usuarios que van a tus arcas del Banco Central de reserva”, explica Ascorra, mostrando lo ilógico de los procesos bajo una concepción extractivista.
Si bien en el 2002 hubo un proceso de discusión sobre la ley forestal, se diferenció de la agricultura, es decir, no se otorga derecho forestal donde había uso agrícola, que implica un precedente importante, pueden normarse todos los intereses y desde un enfoque de sostenibilidad, evitar la sobreposición y excesiva extracción.
Magnitud del impacto de la minería en Madre de Dios
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He aquí una problemática que tiene que ver con la bonanza en los precios del oro en una determinada etapa histórica. Los campesinos recuerdan que desde el 2007 vivieron cada vez más usurpaciones y avasallamientos en tierras agrícolas y forestales. Nasbat explica que “el oro esta carísimo en ese tiempo, llegaba a más de 150 un gramo, creo, por esa fiebre daban pues”. Y don Ricardo reflexiona, “la minería es lo que ha dado fuerte, había oro, pero ahora ya están más tranquilos, el Estado también está interviniendo y ya no han buscado mucho, de esa manera hay mucha gente que era minera [y] ahora está sembrando papaya, cacao; en eso también falta mucho apoyo del Estado, mucho se descuida del tema de la agricultura porque hay mucha gente que sembrando plátano y otros productos, dice ‘para que se malogre, sin mercado no se puede’. Ese es el problema que le digo, la gente ve otras facilidades como a minería, porque no hay a quien vender o quien lleve nuestros productos, como decir, para llevar a Lima el flete de la movilidad es muy caro, entonces ya no se resiste y eso es el problema”.
Resulta interesante contrastar la mirada reciente de Ricardo como recién migrado del norte del Perú, y Nasbat, una testigo y participante de los procesos en la región, pues muestran que no se trata de una confrontación entre el sector minero y el sector campesino, sino que se trata de un problema estructural de desatención del Estado.
En el año 2010, Nasbat explica que se agudizaron las movilizaciones y estrategias para defender sus posesiones y propiedades de tierra, “en la parte de abajo éramos perjudicados por el tema del agua, nosotros reclamábamos porque nosotros como organización de ese sector, habíamos solucionado y concesionado el gua de dos quebraditas, pero justamente nos contaminaba el agua porque trabajaban el oro en cualquier parte ¿no? Por eso la quebradita chiquita desemboca a las quebradas grandes, entonces ahí fue el problema también por el agua, porque el mismo centro del terreno poblado ya lo estaban deteriorando con las máquinas. Por esta razón las instituciones CARITAS, el Gobierno regional y otras (…) todas las autoridades vinieron para sacar el motor de la misma población de Santa Rosa, y hemos apoyado, los compañeros varones empezaron a sacar el motor y lo sacamos, pues. Y de ahí un poco empezó a frenarse la minería”.
Lo cierto es que estos eventos empoderaban a la organización y le mostraban su capacidad de incidencia puesto que deciden conformar Comités de Defensa, para prevenir cualquier tipo de invasión y a la vez, alertarse de los avasallamientos. Lastimosamente, pese a que la organización se fortalecía, como dicen los campesinos, no podían faltar “los malos agricultores”, que alquilaban y hasta cedían sus tierras, atosigados por la falta de mercados y oportunidad para sus productos agrícolas. Con estas consideraciones se muestra que las asociaciones campesinas asumen que la resistencia y defensa de sus posesiones, debían ser cotidianas y a la larga, los Comités de Defensa adquieren el reconocimiento de las autoridades.
La defensa consistía en largas horas, según Nasbat “hasta las doce de la noche nosotros cuidábamos los terrenos para que no entren con los tractores, a la una de la mañana nos llamábamos para saber si a algún lado se querían entrar y caminábamos lejos, porque no era como ahurita pues, no era así, a pie era, tres horas teníamos que ir por allá, por el río y luego darnos la vuelta para venir, todo el día teníamos que hacer un recorrido para que no haya actividad minera”.
Para este contexto, Nasbat explica que “seguían los problemas, ahí tuvimos que empezar a tocar las puertas, vino CARITAS con un proyecto de cacao, de alguna manera el ingeniero Navarro se enteró y nos empieza a dar su apoyo, nos orienta cómo nos podemos defender de las autoridades e hicimos partícipes a las autoridades de agricultura, a los mineros no les importaba, ellos seguían y hasta hubo un momento que prefirieron pagar y dentraron al terreno de unos de los agricultores del sindicato, que decía ‘en vez de que le quiten al concesionario minero, prefiero aprovechar mi chacra’”.
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