Estrategia de solidaridad para hacer frente al vacío estatal
“Tenemos que acordar iniciar idea de trabajo, debemos unirnos para iniciar un trabajo que beneficie a esta comunidad. No hay unión espontánea como en otros lugares”. (Dirigente Comunidad Nueva Esperanza. En: Herbas & al., 2005)
Nueva Esperanza es una pequeña comunidad ubicada en Pando, a la frontera con Brasil. Como muchas comunidades campesinas, hay un problema organizacional que obstaculiza la toma de decisiones, la capacidad de planificación y la creación de proyectos que satisfagan las necesidades. Así, la carencia estatal no está colmada por las acciones de los actores locales. En Soberanía, diferentes elementos relevantes permiten afirmar que el colectivo se activa por el bienestar de la población y que las reuniones y las ferias son un ejemplo del alto grado de solidaridad, una solidaridad necesaria frente al vacío estatal.
No es poco frecuente que el director Juan Sevilla, junto con su directorio, convoque una asamblea general para coordinar los cultivos y diversificar los productos agrícolas. De ser así, los comunarios se suelen reunir cada primer domingo de cada mes. Esta reunión tiene como objetivo recapitular los productos cultivados por cada familia e informar a la población sobre el progreso de los diferentes proyectos. Durante esta reunión, cada campesino presenta en la asamblea el número de hectáreas que serán dedicadas por cada producto agrícola. Asimismo hay debates sobre las posibles vías de desarrollo para la comunidad. Además, cuando una parcela está disponible, “la parcela que hay sigue siendo de la comunidad y la comunidad ya decide a quien se lo da. Si hay gente que tiene hijos en edad escolar, lo priorizan” declara Suárez Castro.
Un gran porcentaje de la población rural de Pando sobrevive con los ingresos vinculados a la venta de castaña. La vida de muchas familias depende de los meses de noviembre a mayo, correspondientes a la época de zafra de la castaña. En Soberanía, el dinero proveniente de la castaña no regresa a la familia sino a la comunidad. Javier Suárez Castro explica: “por decir, entregar ochocientas barricas tiene una recompensa de más o menos diez mil dólares que se va para el grupo. Y el grupo tiene que ver en qué lo va a utilizar, tiene que ser un bien social para la comunidad. No es para repartirse yo… tú. Es un bien social. ¿Qué necesita la comunidad? Por decir, no tiene un puesto de salud, emplearemos en un puesto de salud. No tiene un colegio, lo emplearemos en un colegio. No hay carretera… ya esos diez mil dólares los emplearemos en tal cosa. Así funciona, ¿no?”. De ese modo, a diferencia de las comunidades como Nueva Esperanza que tienen un bajo grado organizacional y que utilizan los ingresos generados por los recursos de la tierra solo a nivel del núcleo familiar, Soberanía los canaliza en las necesidades de la comunidad no satisfechas por el gobierno. Con eso se benefician todos los comunarios e incluso los habitantes del área rural que no tienen monte para recolectar la castaña. De igual manera, los urbanos ayudan a los castañeros en época de zafra. No son espectadores, son actores del proceso de desarrollo de la comunidad, como explica Suárez Castro, “los urbanos que no tienen parcelas, van y trabajan. Hablan con el dueño de la parcela y barraquean, hacen el trabajo de la extracción y les pagan por el trabajo que hacen”.
Las ferias son también un ejemplo de la solidaridad del ambiente. Los benianos, paceños, cruceños o pandinos se encuentran ahí y “para un día de la comunidad se organiza, se hace una fiesta, se prepara comida, se carnean uno o dos toretes y se hace una fiesta grande para compartir con toda la comunidad y los demás invitados que vienen”. Esa convivencia se nota a nivel de la comunidad y también a nivel regional, como lo dice Suárez Castro: “¡Sí! ¡Siempre hay intercambio! A veces nos invitan para sus aniversarios también, a veces vamos a compartir fútbol, los juegos... Hay convivencia. Y no es solo Espíritu, también Holanda. Y también con las comunidades de Perú, siempre hay invitación”.
La única presencia estatal, a parte de los múltiples puestos militares o policiales que jalonan la carretera entre Cobija y Soberanía, es el SENASAG[1] cuya misión en la zona es la de controlar las actividades de los campesinos.
Historia de la demanda y control de la tierra
La historia de la demanda y el proceso de control de la tierra están fuertemente relacionados a una situación económica, política y social que varía mucho durante las diferentes épocas del año que transcurren en Pando. Dos hitos históricos requerirán nuestra atención y serán importantes para comprender la historia de la demanda y el control de la tierra: el ciclo de la goma y el ciclo de la castaña.
A finales de 1870, la región amazónica se desarrollaba con la extracción de la goma. Los comerciantes como Antonio Vaca Díez, Carlos Fermín Fitzcarrald y, el más famoso, Nicolás Suárez que controló 60% de la producción gomera boliviana, desarrollaron el territorio pandino. Desde los años 30 hasta los años 80, la región vivía de la economía generada por la goma. Durante los años 40 y 50, la exportación de la goma representaba 10% de los ingresos nacionales y rivalizaba con la plata como principal producto exportador del país. (Block, 1997 En : PNUD 2003). El ambiente conservador y liberal de finales del siglo XIX permitió a los magnates de la goma otorgar tierras públicas y concesiones económicas, participando al nacimiento de una estructura territorial socio-productiva: la barraca. Corolario de este sistema de control de la población y de explotación del bosque amazónico, existía el habilito[1] que obligaba al siringuero[2] a trabajar de por vida para el barraquero[3], forma muy parecida al pago de un crédito. Esta mano de obra que trabajaba en las barracas vino de La Paz, Santa Cruz y el Beni y también de Perú y Brasil.
Este ciclo de la goma concluyó durante los años 40 con la muerte de Nicolás Suárez. En efecto, a partir de este hecho simbólico, la economía de la goma vivió una lenta agonía hasta los años 80. Entre estas dos décadas, los barraqueros explotaron de manera simultánea la goma y la castaña para hacer frente a la caída del precio de la goma en el mercado internacional. El proceso de creación de comunidades liberadas del sistema de las barracas fue un proceso lento, en correlación muy fuerte con la crisis económica generada por esta caída del precio de la goma.
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[1] “Adelanto monetario o de mercancías a cambio de la fuerza de trabajo de los campesinos” (PNUD, 2003: p.42). Durante el ciclo de la goma, este pago podía hacerse en forma de alimentos, herramientas, armas y medicina básicamente.
[2] Trabajador que se dedicaba a la extracción de la goma.
[3] Dueño de una barraca.
[1] Servicio Oficial de Sanidad Agropecuaria E Inocuidad Alimentaria