No pasaría mucho tiempo antes de que empiece a desvanecerse la esperanza de refundar a nuestro país, esperanza que tenía en la Constitución del 2008 su carta de navegación.
Para no quedarnos desconsolados con un trasfondo de lírica constitucional, decidimos reimpulsar el proceso en busca de verdad, justicia integral y el tan lejano “buen vivir”. Nace entonces la idea de conformar el Consejo de Pueblos Montubios Daule-Peripa; su propósito central: asumir nuestros derechos culturales y territoriales. Corría el mes de junio del año 2009.
Desde éste espacio colectivo, hoy nos apoyamos en la Defensoría del Pueblo, buscando que se investigue las vulneraciones a los derechos a la alimentación, a la salud, al agua, a la tierra, a un ambiente sano y a la conservación de la naturaleza, mientras preparamos las pruebas para las cortes nacionales e internacionales.
Sin perder la memoria, seguimos buscado todos los caminos para hacernos escuchar, para que alguien nos explique si es que un supuesto “interés nacional” puede justificar la negación del derecho a la existencia de estas comunidades y territorios humanos. Hemos explicado y demostrado que la desposesión, el abandono de poblaciones vulnerables en tan estratégicos territorios es una política ambientalmente genocida, y que es urgente acordar un plan de restitución de derechos a las comunidades y los territorios intervenidos.
Comenzando por el reconocimiento del despojo, la restitución del derecho a la tierra y la reacogida de los expropiados. Requerimos una movilización reparadora de nuestras comunidades, de todo el hormiguero humano de los pueblos campesinos rivereños que, reconocidos y capacitados, son los únicos que pueden enfrentar el riesgo que amenaza el abastecimiento seguro de agua a más de un tercio de la población ecuatoriana, y no solo a los angustiosos megaproyectos.
Se ha comprobado que en 30 años no han existido planes de manejo ni reparación social ni ambiental al punto que hasta hoy - con la mayor impunidad y desvergüenza-, el impacto y daño en la cuenca aportante y el embalse Daule Peripa no tienen responsables. Esto es lo que nos obliga a buscar justicia en los tribunales de la conciencia y del Derecho en el Ecuador y en el mundo.
¿Qué prejuicios o intereses se ocultan para negar la necesidad de la gestión de riesgos integral y reparadora con las medidas reglamentarias para este tipo de acumulación de problemas?
Lo surrealista es que algunas de estas medidas reparadoras: vivienda digna integrada al sistema de agua potable, saneamiento y control de la producción, se practican frente al estero salado de Guayaquil. Las misiones de solidaridad internacional de nuestro país en el extranjero construyen puentes, pequeñas poblaciones; mientras que a nosotros se nos niega todo derecho, se nos borra del mapa de las obligaciones del Estado.
Creemos que se debe conformar un tribunal de conciencia, para establecer un auténtico proceso de reparación, que restituya la moral y la responsabilidad pública que brinde las seguridades para el abastecimiento de las poblaciones aportantes y consumidoras porque nuestro objetivo es cumplir con los más elementales anhelos humanos de contar con una provisión segura y digna de agua y suelos de calidad como corresponde a una sociedad mínimamente civilizada.
Hemos confirmado que somos un pueblo rico, pero empobrecido por el despojo y la negación de nuestros derechos. Somos insustituibles como nuestros territorios. Hemos regresado del olvido, con un testimonio de crueldades y embrutecimiento, de clara impronta pizarrista, que nos recuerda, que aún existen demasiadas sombras del colonialismo y neoliberalismo en nuestra América.
Tenemos la capacidad de sobreponernos a nuestras desgracias, podemos, sin perder la memoria ni el ritmo de lucha por el derecho a la tierra y el agua, construir un territorio de desarrollo equitativo con el apoyo solidario de los consumidores, los hermanos del agua, en un nuevo esquema de responsabilidades, que nos devuelva al papel que nos corresponde: los guardianes del agua y la soberanía alimentaria de los pueblos del Guayas y Manabí.
Hacia allá vamos, reconocimiento, reparación justicia, derechos, pero también responsabilidades, cultivando conocimientos y memorias en un apropiado sistema educativo, promovido desde la organización de nuestras instituciones culturales, las Asociaciones Madres de las Eras, las Juventudes del Agua y el Frente de Defensa y Reforestación Fernán Sánchez Castaño, para nuestra capacitación sistemática en procesos de producción limpia, reparación de suelos y aguas, para responsabilizarnos de la reparación ambiental, de nuestros territorios, de la autogestión turística, artesanal, por medio de nuestra Universidad del Agua, impulsando un nuevo pacto social para recuperar y conservar el acuífero más importante de los ecuatorianos al servicio de las nuevas generaciones.
En este proceso se requiere la gestión solidaria de los consumidores, de los hermanos del agua, para entablar un diálogo directo y organizado con las comunidades proveedoras para establecer acuerdos y responsabilidades de largo alcance.
Para desarrollar este nuevo espacio de reexistencia hemos invitado a espacios académicos con compromiso social, con el objetivo de recrear valores y alianzas productivas sobre nuestros paisajes para recuperar, nuestros bancos de sabor, aromas y cultura.
Daule - Peripa existe y no estará más en el olvido, por el esfuerzo de su gente que descubrió que resistir es una buena manera de reexistir, de recuperar la memoria territorial, construyendo un futuro seguro para la provisión y el abastecimiento de agua y suelos de calidad para nuestras comunidades y los pueblos del Guayas y Manabí.