De acuerdo al último censo realizado, en el año 2011, la comunidad tiene un total de población de 560 personas y 160 familias, tomando en cuenta las familias asentadas y las que viven en otras comunidades o trabajan fuera pero que pertenecen a Sawhoyamaxa. Pero hay que apuntar que después de la reocupación, marzo de 2013, se han incorporado nuevas familias (algunas que vivían en otras comunidades, y otras conformadas a partir de nuevas parejas).
Desde la reocupación de sus tierras fue notorio mejoría en las condiciones de vida; entre otras cosas, por la apropiación comunitaria en su resolución definitiva, como en la revitalización de prácticas culturales que ya no se realizaban y el deseo de enseñar a las nuevas generaciones todas esas tradiciones que en el anterior contexto eran difíciles de reproducir y trasmitir. En parte de las tierras reocupadas ya ha nacido una nueva generación, varias mujeres ya dieron a luz en sus tierras.
Varias huertas fueron desarrollándose con ayuda de ONGs simpatizantes de su causa y a pedido de la comunidad. Todavía sin la seguridad de un título de propiedad, la comunidad decidió avanzar en su trabajo de desarrollo, criando, además, animales para consumo.
Además, la comunidad tiene prácticas de pesca y caza. Muchos niños y niñas van a pescar acompañados por sus familiares, lo que sacan se reparten entre ellos y llevan a sus casas para comer en familia. Según los mismos niños y niñas, lo que pescan lo comparten entre todos y así colaboran con la familia. Esta es una actividad recreativa supervisada por algún adulto que les va enseñando diferentes alimentos del monte y técnicas de pesca que ahora pueden hacer con mayor tranquilidad.
El bosque constituye un recurso fundamental para la comunidad. De allí se proveen de madera para diferentes usos, desde la construcción de sus viviendas, los canteros para sus huertas, hasta como combustible para realizar el fuego donde cocinan, entre otras cosas. En el bosque se encuentra la mayor parte de los recursos naturales que son aprovechados por la comunidad. De allí sacan la miel, uno de los principales alimentos, los frutos que recolectan, los materiales con los que confeccionan sus artesanías y las tinturas con las que colorean, además de las plantas medicinales y aquellas que sólo el chaman conoce y son utilizadas para curar a enfermos cuando el Estado no responde o cuando no se trata de una enfermedad curable con medicina occidental. En este sentido, las mujeres con conocimientos en artesanía volvieron a confeccionarla con mayor frecuencia teniendo los materiales a mano y en cantidad.
Respecto a la educación, en el año 2012, la comunidad recibió dos construcciones pre-fabricadas como edificios para las escuelas de las aldeas Santa Elisa y Km16. La idea original era que este edificio pudiera trasladarse una vez que consiguieran la restitución de sus tierras.
Sin embargo, en la actualidad, esto no es posible por diversas razones técnicas –no es posible moverla sin destruirla- y monetarias-no existen suficientes recursos para desarmarla y volverla a armar. Con la reocupación de parte de sus tierras y sin que pudiera moverse de lugar ese edificio, ciento tres niñas y niños que asisten entre el preescolar y el séptimo en la aldea Santa Elisa, lo hacen bajo un árbol o un galpón.