La dignidad y la autonomía como ejes en la lucha por la tierra
Los primeros pasos: las dificultades para hacer comunidad
La comunidad de Ivitiporä debe su reciente formación a las luchas que han entablado los habitantes para enfrentar a los hacendados de la región y las condiciones naturales adversas de sus comunidades de origen. En 2006 llegan los primeros habitantes a poblar estas tierras, aunque la solicitud de tierra se había hecho desde inicios del año 2000. Finalmente logran que se les asignen 9.470 ha, que fueron reconocidas como parte de la TCO Charagua Norte en 2009, con personalidad jurídica propia. Sin embargo, este reconocimiento territorial está relacionado a reivindicaciones que han hecho actores sociales organizados del pueblo guaraní.
En Bolivia, existe una fuerte impugnación hacia las políticas del Estado republicano por parte de los guaraníes. De manera abierta o silenciosa, la inconformidad se hizo patente con el pasar del tiempo, hasta que se logró conformar una organización como la APG que combina elementos ancestrales y modernos, en una compleja y novedosa forma de defensa y disputa por el territorio.
Don Porfidio Vaca Méndez, es originario de la comunidad de Taputapí, netamente Taputeño como él dice. Como la mayoría de los habitantes de Ivitiporä, él salió de Taputapí por la falta de tierras para sembrar y las condiciones poco favorables de los terrenos. Como nos cuenta: “Ahí habíamos muchos [en Taputapí] y no había donde trabajar, no había tierra, una hectárea, no se podía ampliar, nada más. Después ya el INRA realizó el saneamiento, hubo TCO y se aprobó, para hacer un recorte de toda la tierra que hay. Me tocó como autoridad, hicimos solicitud a la capitanía, a la APG, poner solicitud a tiempo y nos pueda ceder la tierra. Hemos esperado cinco años, la solicitud más o menos por 2000, 2005. Sufríamos mucho, esperamos con ansias que nos ceda la tierra, hemos venido 17 familias mayormente, había 17 familias y hemos llegado a esta nueva tierra.”
En su participación activa en este proceso, don Porfirio nos cuenta de los primeros pasos que implicaron una serie de esfuerzos de la gente. Además reactivó la solidaridad y ayuda mutua, acendrada en la cultura guaraní: “y después me nombraron de Mburubicha de producción, de ahí fuimos a la alcaldía para el asentamiento. Así es cuando uno necesita tierra, hemos estado viviendo dos años más, en una carpa, comíamos de una sola olla y todos colaborábamos y compartíamos los que podíamos, para inicio para la alimentación nos ayudaba CIPCA; la capitanía, la alcaldía, nos hemos organizado y hemos trabajado nuestro chaco comunal; de apoco hemos ido haciendo nuestras vivienda la alcaldía nos apoyó con calamina, también solicitamos para nuestra escuelita porque nuestros hijos pasaban clases debajo de los árboles y de ahí hemos estado ejecutando todo el proyecto. Hemos solicitado el tema de educación, al principio estudiaban debajo de los árboles”.
Para Eduardo Chumira, también fueron momentos de gran dificultad. El simple hecho de buscar un medicamento implicaba serios problemas de organización y cooperación. Según él, al principio todos se arrepintieron y querían regresarse: “nadie nos creía que nos íbamos a quedar en las nuevas tierras, sin agua y había muchos bichos, víboras. Nos asentamos juntos, ahí, vivíamos bajo carpas, cocinábamos en una olla común. Casi dos años y todo lo que cazábamos lo compartíamos. ¿De dónde son ustedes? Nos preguntaban, primero nos daba vergüenza decir que éramos de una nueva comunidad llamada Ivitiporä; decíamos que trabajamos en una hacienda, nadie nos conocía; pero ahora todos nos conocen, la perspectiva es cambiar la vida”.
Como podemos ver, los primeros pasos implicaron un esfuerzo por parte de los miembros de la comunidad. A diferencia de otros intentos, Ivitiporä se pudo constituir por los conocimientos y prácticas que fueron incorporados a la dinámica comunitaria. También jugó un papel relevante el apoyo de instituciones de desarrollo como CIPCA, en la capacitación y seguimiento a los proyectos que se emprendían junto con la población, las comunidades en su conjunto, en su búsqueda de autonomía, enmarcan la acción de los actores sociales de Ivitiporä en un horizonte más amplio. Pero todo esto confluye desde un eje fundamental: la lucha por el territorio, pues como dice Eduardo Chumira: “pasamos muchas dificultades pero tener tierra es una bendición”. Pasemos a conocer los principales hitos históricos que delimitan el proyecto guaraní.
En el tiempo de la Colonia la forma de dominación en Charagua se da por expediciones que entran desde Santa Cruz, Tarija y Chuquisaca. Ya para fines del siglo XVIII existen once misiones “pequeñas y poco estables” (Bazoberry, 2008: 62). La relación con las misiones muestra una vez más la tensión entre resistencia abierta y oculta, pues a veces existía una aparente sumisión y tensa calma, y otras hubo expulsión y muerte a los sacerdotes. Esto resume la época anterior a la república. Si bien hubo presencia de misiones y hacendados no es hasta la instauración de la República que la relación de los guaraníes con los karai[1] es continua y conflictiva, por la instauración de más haciendas, la presencia del ejército y el florecimiento de nuevos pueblos.
Esto define un corto siglo XIX y cuyo signo es la derrota de Kuruyuki. Después los guaraníes se aíslan en el Chaco cruceño, o se someten a la hacienda bajo relaciones de esclavitud. En esta dinámica, las misiones y estancias ganaderas marcan la pauta de un territorio anteriormente ocupado por guaraníes. Si bien la presencia de estancias ganaderas se venía consolidando desde el siglo XIX, no es hasta mediados del siglo XX que en Charagua se establecen estancias en regiones de mejor acceso por la facilidad para extraer mano de obra barata y recursos naturales, lo que también trajo consigo violencia y sometimiento de la población originaria (Bazoberry, 2008:63).
La revolución del 52, produjo un cambio profundo en el mundo rural, pues se afianzaron demandas campesinas e indígenas. Esta situación no benefició al Chaco, pues al contrario el despojo territorial se acentuó y la reforma finalmente benefició más a los terratenientes, hecho que Xavier Albó (2012:46), llamaría “la reforma agraria al revés”.
Esta dinámica, con sus auges y retrocesos, en la década de los 70 consolida de manera tal la actividad ganadera, que ocupa casi en su totalidad la tierra utilizable y daría inicio el desarrollo agroindustrial capitalista para producir azúcar, aceite, carne y algodón. Los guaraníes son sometidos para sembrar y cuidar el ganado, mientras el tejido social comunitario se acrecienta. Algunos fueron sometidos como peones a las haciendas sin vínculo alguno con comunidades, mientras otros eran trabajadores temporales y lograron, con un escaso vínculo con la tierra, contar con cierta libertad.
Consolidación y nuevos caminos
La conformación de la APG en 1987, responde a la necesidad del pueblo guaraní por reestructurar sus comunidades del sometimiento de las estancias ganaderas. La APG se afiliaría a la CIDOB, como una organización aglutinadora de los pueblos indígenas de tierras bajas. El horizonte indígena quedaría plasmado en el Programa de Desarrollo Campesino de Cordillera en el mismo año de fundación de la APG, lo que implicó articular una serie de demandas y acciones sobre aspectos como la tierra, infraestructura, salud y educación.
Sin embargo, en la década del 90 se define el rumbo de la lucha indígena por el fortalecimiento que tuvo en términos de organización y demandas. En 1990, la APG participa activamente en la marcha por la Tierra y la Dignidad con otros pueblos indígenas de tierras bajas, lo que abrió una serie de negociaciones con las instancias gubernamentales. Además, se ratificaría el convenio 169 de la OIT, referente a los derechos de los pueblos indígenas.
Para 1996 se reconoce las TCO y la ley INRA. La APG demanda 19 titulaciones de TCO para todo el Chaco, en un total de 10,4 millones de ha, 81.3% de todo el Chaco boliviano. Esta lucha finalmente consolida a cada región y a las propias comunidades a pesar del abierto rechazo de actores sociales como ganaderos, colonias menonitas, etc. Así, se daba muestra de los conflictos pero sobre todo de la fortaleza de la organización indígena y del escenario que iban apropiando. El pueblo guaraní ha tenido tal protagonismo que han posicionado su punto de vista referente a derechos como la autonomía y el territorio, además de contar con cada vez más acceso al poder político y por ende en la toma de decisiones a nivel regional y nacional.
En este camino, existen actores sociales de Ivitiporä que participan e inciden en las decisiones que se están tomando en las propuestas de la APG, sobre todo en la actualidad en lo referente a la autonomía. Las palabras de don Eduardo Chumira sintetizan esta intensa reivindicación: “daban ganas de tirar unas cuantas lágrimas, no cualquiera hace un reasentamiento. Algunos hermanos que se reasentaron en otros espacios nunca habían chaqueado y por eso se fueron. Pero cuando uno se organiza, cuando se mantiene organizado y decide reasentarse en nuevas tierras, sí aguanta. Aquí nadie vino arriadito. Por eso aunque fue duro, tuvo éxito, fue decisión propia y eso funcionó. La tierra, el terreno me hizo quedarme. No vamos a renunciar porque aquí tenemos tierra. A medida que el tiempo pasaba fuimos conociendo más respecto a las nuevas áreas, las mujeres se iban a vender miel a un pueblo cercano llamado Abapo, la visión es de trabajar, vamos a conseguir un tractor agrícola con todo su implemento, esa es la visión, hacer trabajar la tierra”.
[1] Nombre con el que los guaraníes nombran a los blancos y mestizos.