Reconstruyendo la comunidad guaraní: Características y transformaciones culturales en Guirasai
Actualmente la comunidad de Guirasai, con 18 años de vida, tiene 50 familias guaraníes hablantes, con una población de 248 habitantes y un promedio de 4,8 miembros por familia (Libro de Acta). El proceso de conformación y consolidación de la comunidad destaca la voluntad y determinación de las familias para salir de su condición de cautiverio, iniciar una vida comunitaria y demandar la recuperación de su territorio junto a las otras instancias de la organización guaraní (Capitanías, CCCH y APG Nacional).
El inicio de la dinámica comunitaria de Guirasai, según los fundadores, estuvo marcada por cuatro momentos: la ruptura con la hacienda y el asentamiento, la conformación de la organización comunal, la habilitación de tierras para cultivar y la construcción de las viviendas. La organización comunal se conformó el 25 de agosto de 1996, con una Mesa Directiva con 4 cargos (Mburucicha, Secretario, Tesorero y Vocal); posteriormente se anexaron el Responsable de Junta Comunal de Educación y el Responsable de Producción. Para la habilitación de tierras y la construcción de viviendas, organizaron grupos de trabajos para chaquear una hectárea y construir una casa de tabique con techo de calamina para cada familia. Hombres y mujeres recuerdan lo difícil que resultó elegir a las primeras autoridades porque no sabían qué tenían que hacer y hoy, más experimentados y con una mezcla de nostalgia y orgullo por la etapa superada, sonríen al recordar los momentos de indecisión que vivieron por el desconocimiento, falta de práctica organizativa y de vida en comunidad.
A pesar de que las familias de Guirasai procedían de diferentes lugares, desde su llegada mostraron su determinación por comenzar una nueva vida en tierra propia, superando con dificultad las limitaciones e incomodidades de los primeros meses. Cuentan que cuando llegaron a la tierra comprada no tenían donde alojarse y como eran muchos tuvieron que ocupar temporalmente la vieja casa de hacienda y las instalaciones de una cabaña porcina. Juan Guzmán, recuerda esos momentos y manifiesta “…teníamos tantas ilusiones y apuro por vivir libres, que no nos importó instalarnos donde sea, todos amontonaos…”.