La comunidad Gunadule a través de sus formas de organización comunitaria y colectiva crearon el plan de salvaguarda, con el propósito de develar el diagnóstico actual de los resguardos adscritos a estas comunidades, y de esta manera desde el enfoque de derechos plantear las necesidades y exigencias que requieren ante el Estado colombiano para evitar el exterminio de esta comunidad indígena.
La última guerra que hemos padecido en Colombia, ha recibido el nombre de “conflicto armado interno” y según la Corte Constitucional colombiana ha afectado de manera más dramática a nuestra gente que a cualquier otro grupo humano en el país. En el caso del pueblo Gunadule de Colombia las heridas han sido profundas: Más del 40% de nuestra población actual posee un familiar de primer grado que ha sido víctima de la guerra entre guerrillas, ejército y paramilitares. El último golpe que recibimos fue la masacre de nuestras autoridades llevada a cabo entre el 19 y el 22 de enero de 2003 por paramilitares en el cerro sagrado del Dagargunyala (Takar Kuna) en límites de Colombia y Panamá. Desde entonces los caminos ancestrales que nos permitían mantener contacto con hermanos Gunadule de Panamá han permanecido cerrados y en los últimos meses fueron sembrados de minas antipersonal, lo que constituye un peligro para cualquiera que intente transitarlos. En nuestros territorios, tanto de Maggilagundiwala como Ibgigundiwala, hay tránsito constante de actores armados –legales e ilegales–que intimidan a nuestras comunidades, involucran a nuestros jóvenes, asedian a nuestras mujeres y constituyen un riesgo permanente para nuestra vida. En términos del hombre blanco: impiden la realización efectiva de cualquier derecho. La siembra de cultivos de coca por parte de los actores armados o de narcotraficantes también motivan su presencia permanente en los alrededores de nuestros resguardos y problemas para nuestras comunidades. (Kuna Tule , 2013).
Ante dicho contexto los Gunadule plantearon sus exigencias al Estado colombiano solicitando al Ministerio de cultura, a través de la Unidad de restitución de tierras y el INCODER, al Ministerio del Interior, a la Gobernación de Antioquia, la Gobernación del Chocó y a las demás instancias responsables en la materia, para articular un programa de ampliación y saneamiento que garantice la recuperación de un mínimo de 10.000 hectáreas, que los Kuna Tule han perdido en los últimos años como consecuencia de los procesos de despojo, que se llevaron a cabo en medio del conflicto armado interno colombiano. Estas 10 mil hectáreas corresponden a 5 mil hectáreas pertenecientes al resguardo de Arquía o Maquiwadandiwwala, y 5 mil hectáreas pertenecientes al resguardo de Caimán Nuevo.
Estos territorios permitirán que nuestro pueblo cuente con los recursos necesarios para evitar su exterminio físico. En cuanto al saneamiento de los resguardos se solicitó al INCODER el cumplimiento a los compromisos contraídos con la comunidad de Arquía desde el año de 1996 y ratificados el 24 de enero de 2004 para la expedición del título del resguardo con los ajustes e incorporaciones de tierras que aparecen en el acta de esa misma fecha que reposa en poder de la comunidad. De igual manera se solicitó a la procuraduría que investigue la expedición irregular de títulos realizada en 2005, donde se otorgan tierras pertenecientes al resguardo de Arquía a pesar de que los linderos de nuestro territorio habían sido debidamente documentados al INCODER. (Caciques Kuna Tule, 2013)
La lucha desde las bases legales, también se ha enmarcado en la resistencia comunal y colectiva frente a los grupos armados y sus estrategias de despojo. La unidad grupal y la plena convicción de la defensa del territorio han permitido la permanencia de los Gunadule, aunque a pasos mesurados, han ido restaurando sus resguardos y recuperado las zonas ancestrales para el desarrollo pleno de sus dinámicas, comunitarias, agrícolas, culturales y espirituales
La resistencia comenzó cuando compañeros que vivían lejos del Resguardo a una hora o media hora de camino, se reubicaron en el centro poblado donde queda la escuela, para resistir todos juntos y que nadie estuviera solo. La unidad fue lo más importante para la comunidad, se unieron con otras comunidades en Antioquia y en Panamá, hicieron un llamado a diferentes organizaciones y a través de la defensoría del pueblo, al sentirse acompañados y respaldados resistieron y dijeron a los violentos “si nos van a matar, mátenos a todos, que no quede ninguno”. Narra Gustavo que los violentos al ver esta resistencia y unidad, no los pudieron desplazar, pese a que hicieron muchas estrategias para sacarlos del territorio, hay que darle gracias a la madre tierra, al padre sol y la luna, que nos da protección, nos da la vida, y a nuestras plantas tradicionales, los sabedores de las plantas y a través de eso siempre resistimos para no irnos a otros lugares, resistir y con las diferentes comunidades hacer ceremonia”.( Líder Gunadule Gustavo izquierdo, 2021)
Dentro de las estrategias de acceso también han sido importantes los encuentros territoriales y formativos desde Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), pues han permitido visibilizar desde la Constitución de 1991 los derechos y reconocimientos al pueblo indígena de Colombia , además de recopilar de manera sistemática todas las resoluciones y sentencias que se han generado a través de la historia para reconocer el legítimo derecho a la tierra ancestral y el respeto de los procesos étnicos, comunitarios y territoriales que en este caso han tenido los Gunadule.
Podríamos destacar, como otras estrategias significativas de acceso al territorio, los procesos participativos y de deliberación de los pueblos indígenas que han permitido alcanzar logros tan significativos como el Plan de Salvaguarda, documento que permite ver con claridad el contexto, dinámicas, propuestas y exigencias de la comunidad Gunadule. El Plan ha generado un mecanismo para establecer la reparación colectiva por parte del Estado, a través de la Unidad de Restitución de Tierras, con sentencias como la 017 de 2018 y formalización de títulos de territorios indígenas en 2021. Todas estas acciones son respuesta a lo planteado en el Plan de Salvaguarda, aunque todavía queda un largo camino para llegar a una reparación colectiva integral.
Las formas étnicas y simbólicas que han operado en las estrategias de acceso a la tierra de esta comunidad han sido fundamentales para confrontar la violencia. Las redes colectivas se han reflejado en la articulación y colaboración con otros resguardos e instituciones, que se han convertido en un cordón humanitario para los Gunadule, visibilizando la problemática y presionando a los grupos armados y actores con intereses económicos a retroceder con sus lógicas de despojo, desplazamiento y miedo. Se ha constituido una gran muralla de resistencia que impide dar paso a su dominio y monopolización del territorio.