El municipio de Macarena, departamento del Meta, del cual hace parte el centro poblado de La Cristalina del Losada, presenta una población de 33.812 habitantes en total, de los cuales se estima que 86% es población rural, frente a 14% de población urbana (DANE 2016). A su vez, las familias están conformadas en promedio por 5 personas (Ministerio de Ambiente, 2004).
La mayoría de familias pobladoras campesinas, también llamadas “colonas”, provenientes principalmente del departamento del Caquetá y el Guaviare, llegaron a la región desplazadas forzadamente por el conflicto armado y motivadas por el auge maderero de los años 50, que posteriormente fue sustituido por la comercialización de la hoja de coca para producción de cocaína.
Vale mencionar que históricamente en esta región la presencia del Estado ha sido nula para garantizar los derechos fundamentales de la población campesina, es decir, existe un déficit de cobertura en salud, educación, y no se cuenta con vías de acceso o redes de prestación de servicios públicos (acueducto, alcantarillado, luz eléctrica, etc.). La satisfacción de estas necesidades de la población se ha venido logrando de manera progresiva y autónoma, a partir de su acción colectiva en juntas de acción comunal, y distintos tipos de asociaciones campesinas para la defensa del ambiente, la vida, la mujer y el territorio, entre otras.
Dichas organizaciones han autogestionado la construcción de vías, escuelas, centro de salud, el acceso a internet y telefonía satelital, aunque estos servicios funcionan con mucha dificultad. En ese sentido, la malla vial sufre constantes deterioros y anegamiento durante los períodos de invierno que en ocasiones impiden el paso de vehículos. En el caso de la escuela (que atiende a niñez de varias veredas mediante un sistema de internado por motivo de las largas distancias a recorrerse) opera con dificultades estructurales en la planta física y docente, siendo muy pocos los maestros para el número de alumnos.
Las prácticas culturales más importantes se relacionan con el folclore llanero, esto es, el coleo y demás relacionadas con la actividad de la vaquería, así como bailes y música con instrumentos como cuatro, arpa y maraca. Un escenario para su visibilidad es la fiesta anual de coleo, donde se reúne la comunidad para celebrar y asumen responsabilidades organizativas que fomentan el relevo generacional para la reunión con actores de otras veredas más alejadas de la región.