Esther Julia García y Lázaro Valencia Cuartas, fueron los padres de Libardo de Jesús Valencia García, campesino nacido en 1935 en el municipio de La Unión, en un hogar de 12 hijos, en una vereda que fue dependencia de las veredas La Almería y la Madera, hoy nombrada Las Acacias, ubicada aproximadamente a 4 kilómetros del casco urbano.
En 1942, cuando Libardo Valencia tenía 7 años de edad, se escolarizó preparándose en lectura, escritura y matemáticas. Año de mucha relevancia para la familia Valencia García, puesto que, en ese mismo año, accedieron por primera vez a la tierra.
Mi padre fue pobre, él fue muy pobre, él ya fue consiguiendo, con el trabajo fue consiguiendo y fue consiguiendo, hasta que hizo una fortuna más o menos, muy buena fortuna que hizo mi papá, trabajando, luchando la vida, pero fue después de que él se casó… Él fue pobre, lo único que tenía cuando se casó era con que comprar unos mueblecitos y también por hay gusticos y una vaquita no más…Cuando él compró la primer tierrita ya pa” vivir, yo tenía por hay siete años…Un tío le vendió y le dio plazo para pagar…
En aquellos días, acceder a la tierra era una posibilidad viable, puesto que con el mismo trabajo agrario, las personas lograban saldar sus deudas. No obstante, la solidaridad de las familias, contribuía a una repartición de las tierras, la cual se basaba en muchos casos, en la palabra del otro y si alguien quedaba de pagar en un año, la mitad de la cantidad restante, lo hacían con gran compromiso. Sumándole que aparentemente, en dicho tiempo, la tierra no era tan valorada.
El acceso a la tierra fue trabajando y haciendo economía, y entonces las tierras eran más bien favorables en ese tiempo, por ejemplo, a mi papá le ofrecieron una finca en la vereda La Madera por $16, entonces, le dijeron que pagara la mitad de una, y él como era tan agricultor, empezó a trabajar esa misma finca, al año ya había librado la finca…
La Agricultura Tradicional Campesina se basaba en prácticas propias del momento histórico, que reclamaban rudeza para el sostenimiento de la alimentación, por ello, se habla de una generación trabajadora, dedicada, de aguante y empuje, a la cual se le debe hacer un reconocimiento especial, ya que su principal cualidad fue la “terquedad”, sin la cual no hubiese sido posible el habitar estas tierras, ya que el clima frío (para ese entonces), no era precisamente del agrado de muchos colonos, que prefirieron en su momento, otros climas y ambientes más adecuados para la tecnificación de aquel período.
Tiempo después, en el lapso entre los años 1950-1952, Libardo de Jesús había cumplido los 15 años de edad, dedicándose a múltiples labores, entre ellas, una actividad histórica denominada rescatador; de la cual se siente orgulloso, pero que abandonó cuando cumplió los 17 años de edad:
Está era una iniciativa en los hogares campesinos, de tener todo lo necesario en la finca; en animales…unas o dos vaquitas, las gallinas y recoger el huevo, las cuales se alimentaban a base de maíz; cocinándose coles, ripios de papa, yo fui ¡RESCATADOR! Entonces, iba a recoger en las casas y les vendía los huevos, no los consumían, sino que, los vendían. Había familias que se sostenían muchas veces, con lo producido de los huevos, con el producido de la mantequilla, con el producido de los quesitos, los cuales no se consumían, sino que se vendían. Lo llamábamos “Rescate”.
Está labor se practicaba sólo una vez a la semana, debido a que las cosechas alcanzaban básicamente a satisfacer las necesidades del hogar y era poco lo que se vendía, además, el sustento de la familia era una cuestión demandante, en tanto tenían que cargar leña, agua, lavar ropa en las quebradas, alimentar animales, sembrar, cosechar, cocinar en fogón de leña, entre otras.
El rescate es un modelo de economía campesina que se dio a principio y mediados del siglo XX, consistía en la recolección y compra de productos agrícolas y pecuarios a familias campesinas, en especial a las mujeres, porque eran las encargadas de las actividades de cuidado de aves de corral, el ordeño y el procesamiento de la leche en quesos y mantequilla, asimismo la siembra de verduras, hortalizas, flores y aromáticas en la huerta. Luego, el rescatador recolectaba los productos y los trasladaba a los cascos urbanos, donde los vendía o intercambiaba por otras mercancías.
Otra faena del mismo ciclo, fue ser arriero, donde anduvo por caminos de herradura, sorteando diversas situaciones que se presentaban en los caminos; esta labor conllevaba una visión de mundo cargada de grandeza y simpleza, a la hora de asumir la vida,
Se recogía en canastos y se empacaban en cajas, bien empacado el huevo porque eso iba, llegaba al pueblo y de aquí viajaba para Medellín, entonces nosotros únicamente se los recogíamos a una persona que los comercializaba en Medellín, entonces, le pagaba a mi papá tanto, por ir a la vereda los días sábados a recoger el “Rescate”.
¡Íbamos a pie!, ¡Se Llevaban canastos!, y eso si “teníamos ayuda de algún u otro”, por ahí 13 iban, recogían y echaban en las cajas, y ¡ya había un punto, donde se recogía el huevo!, ¡y ya se cargaba en una o dos bestias el huevo, y ¡ya! se traía pa’ el pueblo!
Luego de realizar las labores de rescatador y arriero, Libardo se fue a vivir sólo a la edad de 18 años, independizándose del hogar del que provenía, valiéndose siempre de los consejos de los sabios:
Éramos campesinos y lo que hace el padre, el hijo también hace lo mismo, el ejemplo es lo que arrastra y la vocación de la agricultura.
En el año 1954, a los 19 años de edad, la felicidad más grande que tenía, era la experiencia en los distintos quehaceres que le posibilitó el campo, obteniendo criterio y aprendizaje en la agricultura y los negocios de la ganadería. Había tenido pollos de engorde, gallinas ponedoras, cerdos de levante y de engorde, lo cual le abrió pasó a una felicidad mayor: Acceder a su propia tierra, acompañado de ideas que deseaba concretar:
Yo estaba como de 19 años, cuando conseguí la primera finca y la conseguí con mi propio esfuerza, a los 22 ya me hice a la otra parte de terreno, pero en ese tiempo era más fácil conseguir las propiedades porque…no tenían mucho precio las fincas, la gente apreciaba como poco la tierra, en cuanto así tierra grande.
La tierra tenía un valor no comercial, sino representativo, ella envolvía, seducía y motivaba por la satisfacción de tener un “paraíso terrenal”, al que no podía faltarle “el gusto” por una de las necesidades básicas del ser humano “la alimentación”, la cual era la única alternativa de las personas que querían vivir bien.
Éramos muy consagrados al trabajo, costaba mucho sacrificio, porque la técnica era muy rústica para trabajar la agricultura, la gente era muy emprendedora y vivíamos de la agricultura, los renglones fuertes eran el cultivo de la papa y el cultivo del maíz, de eso se vivía y nos quedaba algo para ahorrar…lo que eran las papas se vendían todas para el mercado, pero lo que era el maíz, se dejaba todo para el consumo, se cultivaba y se recogía el maíz para el consumo del año, se empaca en los graneros y se iba consumiendo, en arepa, mazamorra que era la parte fundamental de la alimentación.
Acceder a la tierra era y es para el campesino, como un mandamiento, es indispensable, incluso, sí le toca trabajar para terceros lo hace, pero no puede vivir sin está relación mutua en la que sienten que no deben “dejarle perder tiempo a la tierra vacía”, es como si se pensase que la tierra necesita dar de comer, necesita ser sembrada, cultivada y es él o ella hombres y mujeres de la tierra que quieren vivir sintiendo, tocando y abrazando la tierra.
Por parte mía…tengo mucho que agradecerle a la Caja Agraria, que era el banco de los agricultores en Colombia, compré primero un terreno de seis cuadras, después, ya había una finca como de 16 cuadras, que me la vendían, yo ya había sacado la plata en un año, para hacerme a la otra parte del terreno. Yo ya había sacado una plata en un año, a esas seis cuadras que había, ya con esa plata fui a la Caja Agraria a…Hacerles una propuesta, de que me vendían una finca de $ 28, que tenía $14 y que si me prestaban el resto: Y me la prestaron, a hipoteca abierta para pagarla en 20 años.
La necesidad de sentirse seguro bajo un suelo propio, una tierra para habitar, para vivir, es algo innegociable, por ello las y los campesinos son de naturaleza soberana, no basta con el sólo hecho de poseer una casa o rancho, se requiere espacio para la diversidad, se desea acceder a los alimentos con o sin dinero y ello demanda cultivos variados, espacio para las vacas, gallinas, cerdos.
La Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, fue creada por el Gobierno en 1931, prolongándose por 60 años, generándose un curso de bonaza para el pueblo campesino y popular colombiano; entre ellos Libardo de Jesús, dedicándose a la cría y levante de cerdos, llevándolo a una estabilidad económica, lo cual suscitó oportunidades, traducidas en apogeo agrario de diversas iniciativas rurales, como lo era la accesibilidad a la propiedad rural y el impuso de la economía campesina. Este hecho hacía sentir a la comunidad reconocida de manera social y económica.
…De los años 60’ en adelante, la agricultura de tierra fría empezó a comercializarse y era rentable…
En muchos municipios del país, se vivió primero la llegada de la Caja Agraria que la de servicios públicos (acueducto, energía o teléfono) muestra de ello, fue en la época de 1980, cuando el señor Valencia se preocupó y ocupó en buscar la electrificación de la vereda Las Acacias, lo cual contribuyó a mejorar las condiciones de vida en este sector:
En el año 1991 acontecía a su vez, una afectación económica campesina a nivel nacional, fue el declive de las bonazas rurales, parafraseando al entrevistado, el comercio de los productos agrícolas no volvió a ser igual, sin embargo, se continuó luchando con otros cultivos que son relativamente nuevos en este territorio y que presentan algo de demanda como lo son los cultivos de fresa y mora, adicional a otros que han sido más tradicionales como el cultivo de papa, maíz y frijol.
La esposa de Libardo de Jesús, la señora Judith Moreno de 86 años de edad, fue maestra de Educación Básica en la Ruralidad, con su dedicación logró ahorrar lo suficiente para comprar una finca de 7 hectáreas en una zona rural llamada La Madera del municipio El Carmen de Viboral- Antioquia, la cual requirió vender para acceder a otra finca-colonia de 10 hectáreas en la vereda/colonia Chalarca ubicada en el municipio de La Unión- Antioquia; en el año 2016, este territorio lo han cedido en común acuerdo a sus hijos Carmen Judith Valencia Moreno, Sandra Eugenia Valencia Moreno, Carlos Enrique Valencia.
En la actualidad, está sociedad de hermanos, padres, hijos y hasta nietos, ha realizado un comodato con la organización social Diversidad Agrodescedientes, donde la tierra es cedida por cinco años inicialmente, para un espacio de formación en Educación Popular enfocada al tema de Agricultura Tradicional Campesina con Conocimientos Diversos. Está finca se ha transformado así en una escuela Agro-social, en la que constantemente se hacen encuentros con comunidades campesinas en las que los diálogos de saberes permiten que todos construyan alternativas, frente a cómo habitar el campo buscando condiciones cada vez más dignas.
La finca es colindante de la primera "capilla"(religión católica) del municipio, por lo cual ha sido nombrada "Escuela Agro-social La Capilla", en la cual tratan diversas temáticas como la ganadería, silvicultura, cultivo del agua, jardinería, agricultura entre otras. Este lugar cuenta con tres nacimientos de agua de la montaña, la cual surte la casa, los animales, los cultivos de hortalizas, el cultivo de tomate. Este último, se halla bajo invernadero y cuenta con un sistema de riego mediante el cual, se proveen biopreparados para estimular, regar y abonar las plantas, los pastos se riegan con fumigadora.
Los surcos, el sembrado y el deshierbe se hace de manera manual al igual que los insumos que son en su mayoría artesanales. Dentro de las actividades familiares aún se mantiene la tradición de hacer convites, en los que se reúnen a realizar las actividades más demandantes de la finca como: sembrar, recolección de estolones de fresa, desherbar, entre otras, con cultivos de 3.600 plantas de fresa, 1.200 matas de tomate y otras cantidades de hortalizas.
Judith y Libardo, provienen del campo y fue allí donde por casualidad se conocieron, ambos con sus quehaceres y orígenes diferentes, pero con la misma mirada de amor por ese ambiente campesino, ella oriunda de un municipio lindante llamado El Carmen Viboral, dedicada a la enseñanza en las escuelas rurales de la región, rodeada de niños, naturaleza, personas trabajadoras y sencillas. Él, un apegado a los valores, con alta sensibilidad en las cuestiones sociales, de carácter serio, siempre dispuesto a hacer, a acompañar, a ayudar sin postergar nada, dedicado a las labores cotidianas que demandan el campo, comprometido, entusiasta y con muchos principios de realidad, que lo llevaban a ser asertivo, en gran parte de las decisiones que toma.