Longaví es una ciudad que se ubica en la parte meridional de la región del Maule, una de las 16 regiones en las que se subdivide actualmente el territorio chileno. Administrativamente, forma parte de la Provincia de Linares –una de las cuatro subdivisiones de esta región- que se extiende entre el río Maule por el norte y el río Perquilauquén por el sur, siendo este último límite con la recientemente creada región del Ñuble.
Región de Maule
Longaví se ubica en el Valle central chileno y tiene como principal acceso la Ruta 5 Sur, a la altura del kilómetro 315 aprox. A unos 4,5 km al noroeste de esta ciudad, en el sector de San Gabriel, un pequeño villorrio rural rodeado de plantaciones de ciruelos, avellanos y berries se ubica la casa de Rubén Díaz y su familia. Para acceder su vivienda se debe tomar la ruta L-400 desde el cruce Cerrillos en la Ruta 5 sur a unos 3 kilómetros al norte de la ciudad de Longaví. Rubén posee media hectárea de terreno en el cual durante los últimos 5 años ha construido una pequeña finca mediante la implementación de métodos y manejo agroecológico.
Rubén nace en el seno de una familia de origen popular, a finales de los años 50, en Santiago de Chile. Su padre, un obrero metalmecánico trabajaba en una maestranza y su madre dueña de casa, lo criaron junto a sus hermanos en la comuna de Estación Central. Pese a su origen urbano, él siempre se sintió cercano a la tierra y al campo. Recuerda muy vívidamente haber pasado interminables jornadas con sus primos y tíos durante los veranos en el valle del Aconcagua, lugar del que era oriundo su padre y donde sus familiares que eran pequeños campesinos se dedicaban a trabajar la tierra. En ese fértil valle donde se ubica el pueblo de San Felipe y en donde el monte más alto de América con su corona de nubes domina toda la geografía, Rubén forjó un genuino interés por la vida rural. A raíz de esto estudia en una escuela agrícola en la comuna de Maipú durante los primeros años de la dictadura militar (1973-1990). En este período, adquiere sus primeros conocimientos técnicos de gestión y manejo agropecuario, al tiempo que es testigo de los fusilamientos y desapariciones de dirigentes del mundo obrero y campesino en manos de los militares:
Yo me acuerdo que cuando estábamos en Maipú, en la escuela agrícola escuchábamos los tiroteos en las noches y a varios dirigentes del sector los desaparecieron o simplemente los mataron.
Junto a la formación en la escuela agrícola, Rubén reconoce que existe otro elemento aún más fundante en su vida y tiene que ver con su participación en organizaciones sociales de base ligadas a la izquierda, las cuales dieron orientación y sustento teórico a la visión de mundo que desarrollaba desde muy joven.
El corazón de la Villa Francia, uno de los barrios obreros más emblemáticos de la capital durante los 60 y 70 hasta la irrupción de la Junta militar en 1973 (fecha en la que se convierte en uno de focos de resistencia urbana a la dictadura), se constituye para Rubén una escuela fundamental que definirá su posición política y su visión de mundo. Es en medio de estas organizaciones donde Rubén conoce a Tamara, su compañera, siendo ella dirigente en organizaciones católicas de carácter social como la Comunidad Cristiana Juvenil.
De este modo, la pareja transita por organizaciones populares de solidaridad, en las que reconocen el ejemplo importantes voces como Roberto Bolton y Mariano Puga, curas obreros que propugnaron la Teología de la Liberación y dedicaron su vida a la ayuda y educación de los sectores más empobrecidos de la sociedad. Rubén asegura que ellos representaron un ejemplo fundamental en su formación político-social de acuerdo a necesidad de generar una fuerte consistencia entre el discurso y la acción.
Posteriormente, Rubén decide ingresar a estudiar la carrera de Tecnología Forestal en la ciudad de Chillán. Durante estos años, nuestro protagonista se pone al corriente de los requerimientos técnicos y saberes necesarios para la implementación y gestión de una intensa transformación que estaba tomando forma en el campo chileno, a saber: la introducción del modelo forestal que entre finales de los 70 y principios de los 80 modificó significativamente la matriz productiva del centro y sur del país.
Una vez finalizados sus estudios y ya con un hijo en camino, Rubén comienza a trabajar en grandes parcelas de pinos y eucaliptus, haciéndose cargo del seguimiento y la mantención de dichas especies que las empresas forestales iban plantando a lo largo del territorio nacional. Por motivos de la acelerada expansión de esta industria, Rubén y su familia circulan por varias localidades del sur de Chile: San Carlos, Puerto Montt, Los Ángeles, Concepción y Chiguayante.
Pese a que nunca militó en un partido político, siempre fue un participante activo en organizaciones sociales. La formación que tuvo de joven lo convirtió en un seguidor de Paulo Freire y siguiendo su ejemplo de vida, durante los 80 y los 90 su vida transcurrió entre faenas forestales y una vida familiar fuertemente imbricada en organizaciones populares. A lo largo de esta época, Rubén experimenta en carne propia la degradación ambiental y social que va provocando el crecimiento del modelo forestal en el país en general y en el walmapu, en particular. Las fuertes contradicciones entre las millonarias ganancias de la industria y las precarias condiciones en las que trabajan las familias que habitan la zona, generan en Rubén los primeros cuestionamientos acerca del medio ambiente. Aunque él siempre se definió cercano a las corrientes de pensamiento marxista, paulatinamente se fue dando cuenta que la teoría no presentaba respuestas congruentes en relación a las implicancias ambientales de la expansión capitalista. Tales cuestionamientos se van acumulando y reorientando hacia una matriz más ecologista, la cual se fortalece a través de las lecturas que Rubén descubre durante su militancia:
Cuando estuvimos viviendo en Chiguayante, había unos compañeros trabajando la construcción de casa en A, las huertas familiares y otros elementos más… Todo esto a la par del proceso de implementación del modelo y no había literatura. Hasta que una vez leí el libro: “Más allá del bosque” de Rodolfo Contreras que era un ingeniero forestal. Ese libro me marcó porque él igual usaba categorías marxistas y ya era lo mío. Yo estaba en los campos, dándome cuenta del proceso que sufría la ruralidad y este libro hace un análisis del sistema de entregas de tierras, el DL. 701, entonces fue como la primera piedra…
Con estas ideas, su visión adquiere nuevos bríos que la refrescan y tensionan. Ya a principios de los 2000 y viviendo en Concepción con su familia, Rubén comienza a consolidar un proyecto de vida con líneas teórico-prácticas relativas al medio ambiente, al marxismo, a la sustentabilidad y al fortalecimiento de la vida rural:
Fue en la Escuela Popular Permanente que fui conociendo los temas de la agroecología… ésta era una organización donde había dirigentes, estudiantes de distintos sectores de Conce que se reunían y realizaban actividades de formación y de apoyo a la izquierda no partidista… Aquí llegaban compañeros ácratas, marxistas y gente que quería aprender, y entre todos nos íbamos nutriendo.
Tras una vida de trabajo en las faenas forestales, comienza a desarrollar en conjunto con su familia, el proyecto de conseguir una parcela y poder así comenzar una vida más independiente y autosustentable. La principal razón que lo impulsa a tomar esta determinación tiene que ver con una síntesis que se da entre su formación política inicial, la experiencia de participación social y su fuente laboral. Lamentablemente, el alto valor de los terrenos en su zona de influencia, las necesidades económicas inmediatas de su familia, ya con tres hijos en formación y la consecutiva precarización de las condiciones laborales dentro del rubro silvícola, dificultan la consolidación de su proyecto durante su vida laboralmente activa. En este contexto y algunos años antes de alcanzar su edad de jubilación, nuestro protagonista decide dejar el trabajo forestal y comprar un terreno en el territorio de Longaví, lugar de donde es originaria la familia de Tamara. Con la ayuda de su cuñada, quien consigue un terreno de 2 hectáreas a un módico precio que posteriormente es subdividido, la familia de Díaz Cabrera logra acceder a su terruño en el cual viven actualmente. Rubén y Tamara le compran media hectárea de terreno en el año 2011 y a partir de allí construyen su vivienda –siempre con ayuda y apoyo de amigos más que con capital económico- para luego dar paso a lo que hoy es su parcela agroecológica.