Ya con 5 años de trayectoria, CAEL ha logrado instalar el discurso y la práctica agroecológica dentro y fuera de la comuna. Manteniendo un respeto y valoración por los conocimientos de las comunidades, ha conseguido integrar los discursos de la academia y del campo, rompiendo la verticalidad de la asesoría técnica institucional. Ejemplo de ello son los diálogos que durante las intervenciones que se enriquecen de experiencias campesinas, conocimientos técnicos, dichos populares, pallas y canciones de los participantes en un ambiente de sincera amistad y compañerismo. Jóvenes, adultos, ancianos y niños se hacen parte del proceso y trabajan en equipo para aprender uno del otro, independiente del origen y unidos por la preocupación de construir un futuro más sano y consciente con nuestro planeta.
En resumen, la formación del Centro Agroecológico de Longaví (CAEL) representa un caso inspirador de acceso a la tierra no solo por la revalorización que hace de la práctica campesina, sino también por su constante interés de servir como catalizador y promotor de técnicas agrícolas sustentables más allá de la mera praxis de sus miembros, quienes demuestran un fuerte espíritu de trabajo y un genuino interés por el fortalecimiento comunitario. En ese sentido, la participación de Rubén como fundador de la organización y principal gestor, es un ejemplo claro de educación y cooperación entre campesinos que va a contrapelo de la agricultura tradicional que se ha venido construyendo en torno a los planes de manejo convencionales y contaminantes, apuntalados desde las instituciones de fomento campesino y de las grandes industrias agroquímicas que dominan las tierras del Maule.
Hoy por hoy, la expectativa del CAEL es seguir creciendo y consolidar el territorio de Longaví como un sitio libre de agroquímicos, en donde las comunidades puedan empoderarse y ser ellas las que determinen la producción y comercialización de alimentos saludables para la población, rescatando la biodiversidad y la identidad local. Este proyecto no por ambicioso, es menos posible, pues la misma existencia de instancias como el CAEL justifican y dan sentido de necesidad a ese horizonte.
El proyecto CAEL hasta el momento se ha dedicado a la formación de sus miembros, pero en la conversación que tuvimos con Rubén, nos comunicó su interés en constituirse en una cooperativa de comercialización y para ello han comenzado a tener contacto con el Departamento de Asociaciones y Cooperativas del Instituto de desarrollo Agropecuario y con la Asociación de Cooperativas de Chile. En la medida que el CAEL se está haciendo conocido y participa de diferentes actividades en el ámbito de la agroecología y el Comercio Justo, nuevas ventanas de oportunidades se han ido abriendo para crecer y consolidar este proyecto que, si bien surge a partir de la iniciativa y la experiencia de Rubén Díaz, hoy cuenta con el concurso de muchas personas y con un núcleo mayor de integrantes que apuestan en la conjunción de la agroecología y el comercio justo para llevar una vida más digna, sana y sostenible.