Los territorios que ocupan los pueblos indígenas amazónicos, pese al modelo extractivista dominante en la región, siguen teniendo un alto potencial para generar los bienes que sus poblaciones necesitan y producir los servicios ecosistémicos que se requieren sin destruir sus bosques o agotar sus recursos.
Sin embargo, los Estados en los que se encuentran dichos territorios legalmente establecidos se niegan a reconocer el rol que juegan sus poblaciones en los procesos de adaptación, mitigación y resiliencia al cambio climático que la humanidad ha empezado a enfrentar.
Como se sabe el cambio climático es un fenómeno causado principalmente por la emisión descontrolada de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Sobre esto se ha dicho mucho y a pesar de que las posturas seudo-científicas que consideran que el aumento de la temperatura en la Tierra no guarda relación con el proceso de industrialización que vivimos se han hecho fuertes en los últimos años, las decisiones que la comunidad internacional ha ido tomando describen con claridad la complejidad de una crisis que ha puesto en jaque al planeta en su conjunto.
En el año 2007, al conocerse durante la Decimoprimera Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que la deforestación de los bosques tropicales causaba el 20 % de las emisiones mencionadas, se puso en marcha una propuesta para alentar la generación de incentivos económicos con sirvieran para proteger y conservar los bosques tropicales del planeta, mecanismo que se llamó “Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques, la conservación de reservas de carbono, la gestión sostenible de los bosques y el aumento de las reservas forestales (REDD+)”.
La iniciativa REDD, luego REDD+, fue muy bien recibida por la comunidad internacional y en su momento causó grandes expectativas. Sin embargo, las críticas a la eficacia de sus modelos compensatorios y los pocos beneficios directos que reciben las poblaciones locales, para el caso de la Amazonía sus pueblos indígenas, no tardaron en llegar. Para los representantes de los pueblos indígenas presentes en las cumbres climáticas por lo menos desde el 2008, el mecanismo no ha servido como para reconocer la contribución milenaria de las poblaciones originarias a la protección de los bosques tropicales y por ende a la reducción de los Gases de Efecto Invernadero.
Profesora harakbut Yesica Patiachi, autora del libro “Relatos orales harakbut”, recopilación de los mitos de su pueblo narrados por los abuelos o ancianos de la comunidad de Puerto Luz. Foto Solo para Viajeros.
“A esto se sumó una preocupación general sobre el destino de los fondos, los cuales podrían quedarse en manos del gobierno y no en las comunidades; así como la sobredimensión del factor dinero en REDD+. Asimismo, se identificaron algunos obstáculos asociados a la forma en que se propuso REDD+, por parte de algunos gobiernos y ONG, con un enfoque homogeneizante y absolutista, que cerraba opciones de adaptación y dificultaba un manejo adaptativo”, se lee en un documento de trabajo que circuló en Perú a propósito de la vista del papa Francisco a Puerto Maldonado.
Es por ello que la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), la confederación indígena representativa de las comunidades nativas de los ocho países amazónicos, propuso en la COP 17 de Durban, Sudáfrica (2011) la admisión en el debate ambiental de un modelo de REDD+ que valore la integridad del bosque amazónico, comprendiendo en esa valoración la contribución de la región en la producción de todos los servicios ecosistémicos que provee.
Ese nuevo modelo propuesto por los pueblos originarios empezó a llamarse REDD+ Indígena Amazónico (RIA).
“Para el pueblo Harakbut, comenta la profesora harkabut Yessica Patiachi, y para los demás pueblos amazónicos, el territorio lo es todo. No solamente es un espacio sagrado donde moran nuestros ancestros, sino también el mercado donde encontramos los alimentos que consumimos; la botica donde adquirimos los medicamentos que curan nuestro cuerpo y nuestro ánimo. También nuestra ferretería, nuestro banco y mucho más. Por eso lo conservamos, por eso es que somos sus guardianes”.
A pedido del Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal Amarakaeri (ECA – Amarakaeri), de la FENAMAD y el COHAYIMA el gobierno peruano dio el visto bueno, en el año 2012, para que se ponga en marcha un primer proyecto piloto del mecanismo Red Indígena Amazónica en la Reserva Comunal Amarakaeri, el territorio de más de 400 mil hectáreas que habían recuperado las diez comunidades harakbut, yine y machiguenga de la provincia del Manu, en Madre de Dios.