Cada una de las familias que pelearon por la tierra en el asentamiento San Isidro Labrador o Marzo Paraguayo actualmente gestiona su tierra con diversas actividades. Este sector se caracteriza por ser productor de leche, ganado, de hortalizas, maíz, fruta, entre otras.
Para pagar sus tierras, muchas de las familias financiaron sus créditos bancarios. Ya al contar con sus tierras comenzaron a producir, y gracias a los ingresos de la comercialización de sus productos, los campesinos pagan o pagaron sus deudas y mantienen sus hogares.
“Yo no voy a renunciar porque me siento confortable en la organización que estoy y siento que soy durmiendo en mi casa y en mis tierras con mis hijos”, Ana.
Propuestas de reforestación y agroecológica
Muchas de las casas que hay en el asentamiento están construidas de madera de árboles del monte. En muchos casos la construcción ha hicieron las mismas familias y se ayudan entre ellas a través de la minga[1].
“Acá somos todo valiente. Mi yerno que sabe qué hacer. Nosotros mingamos, cooperamos entre nosotros”, cuenta doña Mirtha.
La propiedad de doña Mirtha y de Mirna está al borde de la carretera y desde ésta se ven varios árboles que escoltan a sus viviendas.
Desde que viven en ese lugar comenzaron a plantar cedro, güatambu, tajy, yvyra pyta, yvyra ro (árboles guaraníes) entre otros. De estos árboles además de utilizar sus hojas como abono, saca madera la cual la convierten en carbón y venden al por menor en el pueblo de Curuguaty.
Además, madre e hija cultivan hortalizas y maíz de forma agroecológica.
“No hay que centrarse todo en el veneno, Hay que producir ecológicamente”, dice doña Mirna que pasó un curso de agroecología que gestionó la Comisión.
Además, ella también estudió medicina natural, por lo que además de atender a los habitantes del asentamiento cuando tienen enfermedades, ella elabora pastillas antiparacitarias, mentolinas, jarabes expectorantes y jabón.
Gracias al trabajo diario madre e hija terminaron de pagar su título en 2012. Actualmente Mirna tiene su pareja y dos hijos. Julia es su primera hija y fue la primera niña que nació en el asentamiento en 2006.
Venta de leche directo al productor
Desde joven Nicolás Paredes para ayudar a su familia iba a acopiar leche de las fincas, principalmente de los menonitas, para vender en Curuguaty. Esa actividad combinaba con sus acciones de dirigente de la Comisión que demandaba tierra. Una vez lograron comprar alrededor de cuatro hectáreas, Nicolás junto a sus hermanos y a su papá don Victorino, comenzaron a criar vacas y a plantar forraje. De ese modo, ahora es productor de 14 vacas y produce 100 litros diarios, 50 litros acopian de dos vecinos, cuenta Idalina Aguilar, esposa de Nicolás.
Nicolás trabaja con toda su familia, sus padres, uno de sus hermanos y sus hijos. Vende su producción directamente al consumidor en la ciudad de Curuguaty.
Producción agrícola
En casi todas las casas del área rural del asentamiento hay plantaciones agrícolas ya sea para consumo propio o para la venta. Por ejemplo, doña Claudina, una de las mujeres que ha liderado la lucha, cuenta dos hectáreas y media donde produce banana, maíz, mandioca, yerba mate ahora. Gracias a sus tierras a podio ayudar a mantiene a su numerosa familia compuesta de nueve hijos y 23 nietos.
Ahora para poder tener más ingresos económicos piensa ampliar la producción de mandioca, que es un producto que en Curuguaty es muy requerido. Doña Claudina al igual que Mirtha también conoce algo de medicina natural.
Producción de ganado menor
Cuando Ana no está en tareas de la dirigencia está dedicada a la crianza de sus chivas o de sus aves.
“Esto me destreza”, dice Ana mientras saca de su corral a sus chivas que cría para luego vender en el mercado. Actualmente cuenta con 0000 cabezas. Con sus ingresos terminó de pagar su casa y así sustenta la crianza de sus dos hijos.
Espacios comunitarios
Pero no solo las familias se vieron beneficiadas con el acceso de las tierras que fueron expropiadas. Sino parte de esas tierras s dedican a la construcción de espacios comunes. El Asentamiento cuenta con la guardería, la casa para las madres migrantes, un parque, el predio para la Iglesia, una infraestructura para la ONAT, una escuela Simón Bolívar, la cooperativa y una cancha.
Además dentro de las hectáreas que se donó a la Alcaldía a partir de la ley de expropiación, se construyó una infraestructura de la UNICAN.
“El valor importante de esta universidad es para los chicos de varios distritos del departamento de Canindeyú. Es de tal importancia a instalación en este predio, así evita que los jóvenes se vayan a estudiar a otros lugares (…) Ya no hay necesidad de enviarles a nuestros hijos a Asunción u otros lugares”, dice Ana.