Del Amazonas al Orinoco, se acaba la huida de Lalikilpará en tierras de Amaliwaka
“Nosotros los Piapocos siempre le corremos a los peligros, somos como miedosos y nos cuidamos de las cosas malas, desde los malos espíritus hasta los paracos (paramilitares o guerrilleros colombianos), contrabandistas y mineros. Por eso nunca habíamos reclamado tierras en Amazonas y ahora que estamos aquí en el Caura se presenta la oportunidad de tener tierras para la comunidad, gracias a otros hermanos indígenas, autoridades locales y gente como Phynatura, que nos apoyan”, contaba Pablo García (+), quien lideró en 2013 la elaboración del mapa mental y la zonificación del territorio para iniciar el proceso de reconocimiento y autodemarcación territorial y que recientemente murió de paludismo en su comunidad, pese a que nunca estuvo en una mina.
Los Piapoco como la mayoría de los pueblos de tronco Arawak tienen arraigada la creencia que todos los males están representados por “Lalikilpará”, una gran serpiente dueña de todas las aguas que suele devastar comunidades enteras bien sea por fenómenos naturales (inundaciones, terremotos, enfermedades desconocidas) o por acción del hombre “blanco”. Esta serpiente que habita en la cuenca del río Amazonas y siempre los ha amenazado, forzando su desplazamiento desde los tributarios Guainia y Río Negro hasta las tierras de Amaliwaka, deidad Yekwana (o de los antiguos Tamanacos Caribes de donde descienden) creadora del río Orinoco, hasta donde no llega la gran serpiente por impedimento de Duida (Otra deidad Yekwana y macizo rocoso que divide las cuencas de los grandes ríos), (Velásquez, 2017).
En 1970 varias familias Piapoco se asentaron en las comunidades de las sabanas norteñas, del estado Amazonas en Venezuela, huyendo del conflicto armado en Colombia, hasta donde ya habían llegado otras familias de la etnia Hibi por la misma condición, distribuyéndose entre los poblados de Agua Blanca, Picatonal, San José, Sejal y Sabaneta de Parhueñas, donde el gobierno venezolano había dispuesto facilidades para tal acogida.
El crecimiento demográfico, la escasez de recursos naturales y de medios de vida, así como la falta de identificación con el entorno llevó a una docena de familias a la migración del año 2000, de varias familias a las sabanas de Maripa, en el bajo Caura, y de allí al bosque de la serranía de Mato. Esa migración coincidió con la entrada en vigencia de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (año 2000), que incorpora con rango constitucional los derechos indígenas, incluyendo el de territorio y hábitat. De igual modo, a partir de la Constitución del 2000 se creó el marco jurídico para que el Estado promoviera la organización popular y comunitaria como nuevo poder y forma de gobierno, constituyendo los consejos comunales como órganos de planificación y ejecución gubernamental y la jurisdiccionalidad territorial para aspectos de ordenación, usos y desarrollo comunitario, pasando gran parte de los terrenos baldíos aledaños a las comunidades a ser propiedad comunitaria.
Promovidos por la Organización Indígena Kuyujani, ente representativo de la etnia Yekwana que políticamente controlaba consuetudinariamente la cuenca del Caura, en el año 2001 establecieron sus límites territoriales en la zona conocida como La Colonial, llegando a un acuerdo para ocuparlo e iniciar el proceso de legalización ante el estado Venezolano, fundando la comunidad con 12 familias de las previamente asentadas en las sabanas de Maripa, población ubicada 40 km aguas abajo.
Para el año 2004 ya tenían establecidas cerca de 15 hectáreas de conucos, algunas con rastrojos, donde iniciaron el primer ensayo de agroforestería, con apoyo de Conservation International Foundation, plantando especies forestales nativas junto con cacao, plátano y cultivos de ciclo corto (maíz, frijol, yuca, ocumo[1], ají y piña). Ese mismo año conocieron como la comunidad de Aripao hacía aprovechamiento de la almendra de sarrapia o tonka (Dipterix punctata) en los bosques de Suapure y en los aledaños a La Colonial, mostrando interés en participar de la recolección. Ese mismo año, con ayuda de misioneros adventistas ingleses y dotación del gobierno local construyeron la escuela primaria.
“Con el inicio de clases en el año 2004 se pude decir que el gobierno reconoció a la comunidad La Colonial, yo fui el primer maestro asignado por el Ministerio de Educación y estuve en esa labor hasta el año 2014. También fui primer cacique y primer vocero principal del consejo comunal, por lo que me tocó iniciar las gestiones con las autoridades para lograr otras necesidades de la comunidad y pedir apoyo de otras instituciones”, recuerda Andrés García, educador y promotor de la migración.
En el año 2006, tras realizada la consulta previa a las comunidades indígenas del bajo Caura, establecida en la normativa desde el nivel constitucional, el entonces Ministerio del Ambiente hizo una jornada de ordenación y zonificación territorial, en el marco de la elaboración del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU) de la Reserva Forestal El Caura, en la ciudad de Maripa. Como resultado, la comunidad La Colonial expresó sus derechos a desarrollar modos y medios de vida sostenibles en los bosques aledaños y de Caño Mato, y así se reflejó en la propuesta de dicho plan. El PORU no fue aprobado debido a una demanda interpuesta ante el máximo tribunal del país por algunas organizaciones ambientalistas nacionales que consideraban que era necesario convertir la Reserva en Parque Nacional.
Asamblea discusión de autodemarcación territorial en escuela de La Colonial
Ese mismo año se paralizaron todos los procesos de reconocimiento territorial por parte del Estado venezolano, a pesar del mandato constitucional del año 2000, manteniéndose esa deuda histórica hasta la fecha. “En el día de la Resistencia (Indígena, 12 de octubre) fuimos invitados muchas delegaciones indígenas de caciques, capitanes y chamanes a la conmemoración en Ciudad Bolívar, por el Gobernador (oficialista). Ante el reclamo que hizo Kajishana (Gran Cacique) Yekwana, de la demarcación territorial paralizada y pendiente para los pueblos y comunidades indígenas de Bolívar la respuesta fue: ‘Si ya esperaron 500 años porque no pueden esperar 500 más, lo más importante en este momento es salvar al revolución bolivariana’”[2], es la anécdota inolvidable de Andrés García, en ese momento cacique de los Piapocos del Caura.
La paralización de los procesos de demarcación territorial coincidió con la propagación de la principal amenaza a la diversidad cultural de la región, la minería ilegal de oro, promovida principalmente por criollos, colombianos, brasileños y guyaneses, violentando los hábitats de yekwanas, sanemas, hibis, hotis, piapocos, pemones y kariñas, entre otras comunidades.
Cuando la comunidad afrodescendiente de Aripao ya tenía más de un año en su proceso de gestión territorial, de la mano del Acuerdo de Conservación, aplicando el modelo de Construcción de Alianzas Trisectoriales (Colin, 2001), interpretó como amenaza que las comunidades indígenas aledañas al bosque de Suapure, entre ellas La Colonial, hicieran actividades de cacería, corte de árboles para hacer canoas y extracción de huevos de tortugas en las playas de los caños, decidió abordarlas para proponerles el mecanismo, invitarlos a hacer aprovechamiento sostenible de productos no maderables del bosque (almendra de sarrapia y aceite de copaiba) y acceder a beneficios para cubrir sus necesidades. Como respuesta, la comunidad de La Colonial pidió apoyo para iniciar el proceso de mapeo y autodemarcación territorial que conllevara al reconocimiento de sus derechos territoriales.
Es así como en el año 2012 se hizo la propuesta al Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), para financiar el proyecto directamente a la comunidad, de Acuerdos de Conservación como mecanismo de desarrollo comunitario, conservación de la biodiversidad, gestión territorial y promoción de modos y medios de vida sostenibles, donde se contemplaba como actividades importantes el desarrollo de capacidades para el mapeo mental y georeferenciado del espacio territorial, así como para la elaboración del expediente jurídico y documentación antropológica.
“La gente de Aripao vino a hablar con nosotros, a plantearnos que debíamos cuidar las tortugas y sus huevos, así como el bosque, a aprovechar la sarrapia y el aceite de palo (copaiba), que ellos podían apoyar en cómo hacerlo y juntos cuidar mucho más tierras que el bosque de Suapure. Por eso aprendí a manejar el GPS, a tomar fotos, llenar planillas y a extraer copaiba sin tumbar el palo”, recuerda Tulio García, líder del Acuerdo de Conservación Tzazenai.
Tulio García y Yorman Pérez recolectando aceite de copaiba
En agosto de 2013 se inició el proceso de autodemarcación territorial de las comunidades indígenas del bajo Caura, mediante una jornada comunitaria para la elaboración del “Expediente jurídico sobre derechos territoriales en comunidades indígenas del bajo Caura, Municipio Sucre, Estado Bolívar, Venezuela”, con la facilitación de Vladimir Aguilar Castro y Linda Bustillos (Aguilar y Bustillos, 2013), así como del mapa mental y su georeferenciación, incluyendo el área a destinar al Acuerdo de Conservación Tzazenai (Trejo, 2013).
Tras realizar el proceso de diseño participativo del “Acuerdo de Conservación” y celebrar las asambleas requeridas en la comunidad de La Colonial para presentar el borrador final; en noviembre de 2014 se firmó el documento que dio inicio a la primera alianza entre Aripao y La Colonial. Con esta alianza, la comunidad se comprometió a llevar a cabo acciones de conservación en el “Área de Conservación Tzatzenai”, que consisten en controlar las actividades de caza, quema, tala de madera; y de mantener las rutas tradicionales para la extracción de sarrapia y aceite de Copaiba, en un área de 32 mil hectáreas, ubicadas dentro de la Reserva Forestal El Caura, específicamente en el sector Caño Mocho, al Sur del Área de Conservación que maneja la comunidad de Aripao, sumando en su conjunto un total de 149.600 hectáreas protegidas comunitariamente, recibiendo a cambio beneficios para sus comunidades, gracias a las instituciones participantes.
Alianza de organizaciones
Es importante destacar que el Acuerdo de Conservación firmado entre la Asociación Civil Afrodescendientes Aripao y la comunidad de La Colonial y su Consejo Comunal, es el único modelo a nivel mundial que tiene a dos organizaciones comunitarias de base como entidad promotora y grupo de beneficiarios.
Las acciones de conservación ejecutadas por la comunidad en el Área de Conservación Tzazenai, junto con el desarrollo del proyecto agroforestal, la recolección sostenible de sarrapia y copaiba y el apoyo a Aripao en la recolección de huevos de tortuga para evitar el saqueo han contribuido a que las autoridades gubernamentales a nivel local y regional avalen su proceso de autodemarcación territorial. Con ello, se logró en 2016 hacer la introducción formal de la solicitud de ocupación territorial ante el Ministerio del Ambiente, ente rector en materia territorial en áreas protegidas, esperando al día de hoy una justa respuesta para otorgar la titularidad colectiva tanto del Área de Conservación Tzazenai como del área alrededor de la comunidad donde tienen sus viviendas, conucos e importantes sitios de cacería y pesca para subsistencia.
[1] Ocumo (Xanthosoma sagittifolium ) es una especie herbácea de la familia de las aráceas, de uso ornamental y comestible, también se conoce como mangareto, yaro o malanga.
[2] Expresión del GD Francisco Rangel Gómez, Gobernador del Estado Bolívar 2005-2017.