Los hijos del Tucán por los caminos del mañoco
Los Piapoco son un pueblo indígena que también se les conoce como Yapaco, Cuipoco, Cumanaica, Wenaiwika o Enaguas. El nombre genérico del grupo se debe a la traducción al español de la palabra Tzaze o Tsasé, con que los indígenas identifican al Tucán o Piapoco (Monsoyi, 2017), originalmente animal totémico de esta etnia, que representa al primer piapoco humano. Dicen los piapocos que ellos vienen de Hipana (gran cueva), la casa u ombligo del mundo, que son hijos de las estrellas y parientes del tucán o nietos de la pava, del venado y de la anaconda y por eso, cada noche buscan entre las estrellas el rastro de sus ancestros y también su consejo; si es Tsamani (Constelación del Delfín), la que se destaca, saben que llegarán las lluvias, pero si son Ibinai (Las Pléyades) y Kajuyali (Orión), es porque ha llegado el momento de la siembra (Velásquez, 2017).
“Contaban los abuelos que nosotros somos Piapocos porque descendemos del hombre pájaro de pico mellado que intentó tumbar junto con otros animales el árbol de la vida (Autana en lengua Piaroa), pero esa creencia ha cambiado porque ahora somos cristianos”, es el testimonio de Manuel García, anciano fundador de la comunidad.
Originalmente son una "fratria" conformada por clanes patrilineales exogámicos. Las principales autoridades son los suegros (padres de la esposa) en torno a los cuales se conforman las familias extensas y las unidades residenciales. Actualmente, además de respetar la exogamia dentro de cada linaje, cada unidad residencial o localidad es exógama y además de mantenerse relaciones matrimoniales entre ellas, se han establecido alianzas de intercambio matrimonial con comunidades vecinas, por eso políticamente se tratan de grupos humanos flexiblemente organizados, bastante penetrables por otras sociedades, carecen de la rigidez de las organizaciones político-sociales de tipo Caribe y por lo tanto su estabilidad frente a los procesos aculturativos llega a ser menor que la de aquellas sociedades. Es importante observar en relación a esta afirmación que los piapocos con mucha facilidad ligan su sangre, aceptan el mezclarse a tal punto que el fenómeno del mestizaje que ha contribuido a la aculturación y dispersión de estos grupos y a cierta criollización (Monsoyi, 2017).
De igual modo, la jefatura en el seno de estas comunidades suele ser bastante flexible y de carácter poco coercitivo. De manera que el ascendiente del jefe, denominado capitán o cacique, sobre la totalidad de la población es de carácter persuasivo y no compulsivo como ocurre en organizaciones más fuertes y rígidas.
Su economía articula la agricultura con la pesca, la recolección y la caza. Cultivan yuca amarga, maíz, frijol, piña, ají (dulce y picantes), plátano, ocumo y caña de azúcar. El procesamiento de la yuca amarga es una labor destacada en la vida de las mujeres, que obtienen la harina fresca o masa para fabricar "casabe" (tortilla) y "mañoco" (fariña, harina tostada de consistencia granulosa) que sirve para preparar la “yucuta” al mezclarla con agua, y el jugo exprimido, para cocinarlo como "mingao", una bebida típica. En la selva recolectan principalmente frutos de palmas (Yurí, Yuco, Pijiguao, Seje y Manaca), así como Túpiro, Copoazú, Cozoiba; mientras que en las sabanas suelen aprovechar los frutos del Moriche, Cucurito, Merey, Manteco y Jobo, para consumo fresco o cocido.
Conuco en La Colonial
De acuerdo con el maestro de la comunidad, “los piapoco pescan para su consumo pero también lo pueden hacer para vender pero no mucho, este dinero nos sirve por ejemplo, para comprar gasolina (…)”.
Piapocos en La Colonial
En La Colonial viven 160 personas, con 70% de ellos viviendo en familias numerosas (más de ocho personas), 55% son menores de 20 años y 51% son mujeres. 45% de sus habitantes están escolarizados, principalmente en el nivel básico, 90% de las familias afectadas por el paludismo.
La vivienda típica de la comunidad está construida con techo de palma (70%), paredes de barro (70%), y piso de tierra (90%). Sólo una vivienda tiene servicio eléctrico, suministrado por una planta portátil propia, el resto se alumbra con mechuzos (lámpara casera de aceite y mecha de tela) o velas (Di Simone, 2017).
“Llegamos a La Colonial doce familias que fundamos la comunidad y ahora somos más de 20, algunas formadas con hombres y mujeres Hibi de Payaraima. Por eso hay tantos muchachitos en cada casa y nos hace falta una buena escuela, ya que tenemos maestros pero la instalación está casi en el suelo, sin sillas ni mesitas”, comenta Jairo Rodríguez, maestro de la escuela primaria.
Solo una de las viviendas tiene servicio de agua mediante tubería, el resto obtiene el agua solo de manantial o pozo protegido (20%) o solo del río (20%), o de ambas fuentes (50%). Ninguno de los encuestados dijo contar con servicio telefónico, ni fijo ni de equipos de telefonía celular. El 90 % de los ingresos familiares son inferiores al salario mínimo, ya de por sí sumamente bajo para el costo de la canasta alimenticia (15% de ella), por lo que pude considerare una comunidad en condiciones de extrema pobreza, sin acceso a servicios y a infraestructura básica (Di Simone, 2017).
“En la comunidad además de las casas tenemos escuela construida con ayuda de misioneros ingleses, dispensario médico hecho con ayuda de la Alcaldía, la iglesia evangélica hecha entre todos los creyentes. Tenemos planta eléctrica traída por la Alcaldía pero nunca ha funcionado, de no ser por los conucos y la pesca y ahora por el proyecto de conservación ya esta comunidad no existiera” es el testimonio de Fredi Rodríguez, enfermero de la comunidad.
Al igual que en las selvas de Amazonas, utilizan los recursos naturales para sus actividades de vida diaria. De manera general, el manejo de los recursos naturales lo hacen deforestando cada tres o cuatro años pequeños espacios (0,5 a 2 ha) del bosque por familia para hacer sus conucos, abandonándolos a la recuperación natural o dedicándolos a plantaciones de especies forestales con fines de aprovechar para artesanía.
La pesca la hacen con anzuelos, lanzas o pequeños trenes de malla, solo para el consumo de la comunidad, rotando diariamente los sitios de pesca entre tres lagunas, dos caños y rebalses del río Caura. Solo ocasionalmente cazan para la subsistencia y el comercio de la carne, la cacería la practican muy pocas personas por lo costoso de las municiones de escopeta y solo para los eventos religiosos e intercambios deportivos comunales. Recolectan ocasionalmente palmas para techar viviendas (cucurito), frutos y otros no maderables según se presente la época de cosecha o la necesidad por alguna enfermedad.
Sus intereses en la conservación de los recursos naturales se resumen en tener sustento y provisión de sus necesidades de alimentos, medicinas y materiales para ellos y sus hijos.
Sus tres principales actividades económicas son: el cultivo de yuca para hacer harina (mañoco), artesanía para sombreros, cestas y tallas y, ocasionalmente, la pesca comercial, que la realizan en el ámbito territorial cercano (entre dos a 30 km). La cercanía al Área de Conservación Suapure, donde desde hace nueve años se maneja un Acuerdo de Conservación con la comunidad de Aripao, motivó el interés de La Colonial de participar en acuerdos similares, iniciando en 2012 el proceso de diseño e implementación, que se concretó con la firma del Acuerdo de conservación Tzazenai en el año 2013, para proteger 32.000 hectáreas de bosque y su biodiversidad en el bajo Caura, a la vez de dar los primeros pasos para la gestión y autodemarcación territorial.
Los habitantes de la comunidad La Colonial están organizados en Consejo Comunal legalmente constituido y, según su tradición indígena, hacen asambleas y reuniones permanentes sobre asuntos comunitarios, dirigidos por un Capitán o Cacique (líder comunitario). La toma de decisiones se hace en asamblea comunitaria, según propuesta del capitán, sometida a discusión y consenso.
Es una comunidad que cambió su cosmovisión ancestral por la religión cristiana evangélica, sin embargo, aún conservan algunas tradiciones y medios de vida, así como el idioma, hablado por todos y expresado en forma escrita en la escuela intercultural bilingüe.