Desde su titulación, la comunidad de Pananti no solo hizo esfuerzos para consolidarse como una comunidad guaraní con todos los servicios básicos, sino también se esforzó con la producción de agrícola y de derivados de maní.
La minga como forma de trabajo para la producción
“Nosotros empezamos a trabajar la tierra, no teníamos capital de arranque. La señora (Marina) Ibáñez era nuestra representante en la subprefectura[1] desde donde ella nos apoya. Como la mayoría de los guaraníes antes trabajábamos para el patrón, ganabamos ahí y recién podría trabajar para ellos. Nos ha costado arrancar solos. No teníamos capital, nadie nos pagaba por trabajar. Teníamos que esperar a sembrar y cosechar para ver la platita. Doña Marina consiguió Plan de empleo, con el cual nos pagaban para que trabajemos para nosotros. Hicimos desmontes y destronque. Eso hemos conseguido y con ese trabajito hemos avanzado de una hectárea”, cuenta doña Paula.
Todas y todos los comunarios trabajaron para preparar la tierra. De ahí se acostumbraron a trabajar todos en colaboración.
“Hemos hecho el trabajo conjunto primero para uno, luego para otro. Minga. Así hemos trabajado pero pagados. Con esa plata que nos han pagado hemos podido compara semillas de maíz de maní y con eso hemos ido avanzando. Gracias a eso ya teníamos para la segunda siembra. Hemos guardado semillas y ya nos hemos acostumbrado a trabajar en minga, la cosecha igual. Hemos seguido avanzando la limpieza de lo que los del MST han desmontado (dentro de Pananti APG).
Gracias a ese trabajo, algunos de los comunarios ya cuentan con tres o cuatro hectáreas sembradas de maíz y uno o dos de maní.
Del maíz producen, la mitad la destinan a la venta pero la otra mitad es para la crianza de a animales, para semilla y apare autoconsumo. En cambio el maní se dota a la Asociación de productoras de derivados de maní que les paga por la materia prima.
Mujeres productoras de maní orgánico
Ni bien obtuvieron la titulación de sus tierras colectivas, las mujeres se reunieron entre ellas para producir. La mujeres vieron que debido a que la venta de maní es baja es necesario que produzcan derivados de este producto, y así vender con valor agregado.
Pese a que recién estaban en la etapa de aprendizaje de la elaboración de productos derivados de maní, ese mismo año participaron en una feria del Palmar, Municipio de Yacuiba, y allí ganaron el primer lugar por la producción de mantequilla de maní. “Así hemos ido mejorando la producción”, dice segura doña Paula, quien fue la promotora de esta asociación.
De ese modo en 2006 se creó la Asociación de Mujeres de Munduvi (“maní” en guaraní).
A partir de que sus primeros pasos fueron certeros, luego recibieron fondos de la GTZ (cooperación alemana), para poder comprar el equipo necesario para procesar el maní. La contraparte de las mujeres fue el terreno que compraron a un privado, que está dentro de Pananti, para construir el centro de transformación de maní. La construcción fue realizada por la Alcaldía, pues cuenta doña Paula, que era una promesa de candidatura del Alcalde si ellas apoyaban y votaban por él.
La Asociación está conformada por 15 mujeres, de las cuales cinco mujeres trabajan en la planta, las que fueron capacitadas por la Alcaldía. El resto apoya ocasionalmente en la elaboración de los derivados.
Entre los productos que elaboran están; mantequilla, turrón dulce y salado, y mermelada y salada picante de maní. Actualmente producen hasta 150 unidades de 200 y 500 gramos en dos días. Entre sus planes, piensan elaborar salsa picante de maní para el próximo año. “Nuestra meta es salir al mercado como asociación y ayudar al sustento diario de la familia, por lo menos para el pan, esa ha sido nuestra visión y se ha logrado”, dice doña Paula.
Debido a que aún no cuentan con personería jurídica y registro del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), su comercialización es por raleo, trámites que esperan regular la próxima gestión.
Una de las características de esta asociación es que producen el maní de forma orgánica “No nos gusta ocupar veneno, químico, nosotros solo plantamos natural”.
Gracias a esta visión de vida que tienen para la producción, en 2010 los productos de la Asociación ganaron el primer lugar de alimentos orgánicos en la ciudad de La Paz, otorgado por el empresario Samuel Doria Medina, como iniciativa productiva.
Además de que la Asociación beneficia a las integrantes, también significa beneficio para la comunidad. Pues aparte de los dos quintales de maní que deben entregar las socias, quienes reciben semillas subvencionadas, se compra de los comunarios el maní a precio justo y no teniendo que salir a vender fuera de la comunidad, que significa pago de transporte.
Asimismo, cuentan con un fondo en la cooperativa, que se presta a los comunarios, quienes a diferencia de las productoras de la Asociación aún usan químicos para la fumigación del maíz y maní y requieren dinero para comprar[2].
“Apoyamos a la comunidad compramos el maní. Aniversario de la comunidad siempre apoyamos”, dice doña Paula.
Gestión para provisión de semilla de maní, a través de la Asociación Munduvi
Las jóvenes a la vanguardia
Una de las preocupaciones de doña Paula es que cuando gente de su generación muera, el cuidado de la comunidad se pierda y con ello toda la lucha realizada no haya servido de nada. Por ello, desde que Gladys, su hija mayor tenía 13 años la llevaba a las asambleas para que se imbuya de todo el funcionamiento de la organización y de las demandas y problemas de la comunidad. De ese modo Gladys desde esa corta edad asumió la responsabilidad de ser la secretaria de actas[3].
“Siempre he dicho, que mañana pasado una puede morir, por eso tenemos que enseñar a nuestros hijos, a los jóvenes. Po eso hay muchos jóvenes que siguen estudiando y no dejan la organización. Jorge Mendoza (autoridad de la Zonal APG Yaku-igua) ha aprendido desde muy jovencito. Mi esposo, doña julia y yo hemos sido como los papás de los comunarios, siempre hemos dirigido y los comunarios creen que siempre vamos a estar aquí y no es así, por eso yo les llevo a mis hijas a las reuniones hasta retándoles. Vayan esto va a servir hasta para su estudio y para que sean líderes fuera de su comunidad”, dice doña Paula.
La misma preocupación tiene su hermana que después de haber sido Mburivicha de su comunidad, asumió la presidencia de la Junta escolar, en la cual está en su segunda gestión. “Yo quiero dar oportunidades a los jóvenes para que aprendan, pero no me quieren dejar sin cargo”, cuenta.
Pese a ello, hay jóvenes, principalmente mujeres, que están asumiendo la dirigencia de la comunidad y de la asociación, es el caso de Gladys que actualmente, además de seguir siendo la secretaria de actas de la comunidad, es la presidenta de la Asociación.
“Siempre le he apoyado a mi mamá a las reuniones que había. No es difícil para mí sacar adelante el centro porque conozco y he estado siempre al lado de ella. Yo he sido dirigente muy joven, 13 años. He seguido apoyando a la comunidad. He sido y sigo siendo secretaria de actas. Responsable de salud. A veces es difícil que gente joven siga el mismo camino de dirigente. Se elige gente joven pero es difícil, no siempre hay ese cariño pasara sacar adelante a la comunidad”, comenta Gladys, que ahora es madre de tres niños.
Además de Gladys, que ocupa la presidencia, las otras hijas de doña Paula también están involucradas en la Asociación, una de ellas es tesorera y la otra prepara los derivados.
De ese modo, dice doña Paula está garantizado que las nuevas generaciones cuiden el territorio y así habrá valido la pena la insistencia de Paula, Julia y de los otros comunarios en ser dueños colectivos de su tierra.
“Yo me siento muy tranquila por haber logrado todo lo que soñé, porque una para ser líder tiene que marcar su meta. Mi sueño mío era que los compañeros tengan tierra, casa, que los niños tengan escuela, hemos logrado todo eso, que tengan micro. Como líder me siento muy contenta porque he ayudado a la zona, he sido dirigente zonal por siete años, segunda capitana y responsable de producción. Me siento contenta de haber ayudado a mis hermanos”, dice doña Paula.
“Siempre he sido de las personas que no me quedo tranquila, cuando algo necesita mi comunidad, me gusta conseguir las cosas, siempre he sido de esa idea: luchar. A veces mi esposo me reta y me dice: ‘vos que ganas andando, peleando con la gente’. Yo le digo ‘no es pelear, me gusta que las cosas se consigan’. Mañana pasado mis hijos digan gracias a la lucha de mi mamá es lo que tenemos eso”.
[1] El año 2005, se crea la Secretaría de asuntos Indígenas en la entonces Sub gobernación de Tarija.
[2] Para evitar la contaminación que esto puede implicar, las socias de Munduvi, siembran en potrero comunal.
[3] El involucramiento de los hijos en etapa de escolarización en la Secretaría de Actas de las organizaciones es frecuente en las comunidades del Chaco debido a que éstos, a diferencia de sus padres, saben leer y escribir.