Los Belokón y los Mesa fueron familias vinculadas a la tierra, de origen campesino, y como Orieta y Walter, también fueron tamberos y colonos del INC.
Orieta nació en San Javier, en 1966. Su padre, de origen ruso, llegó a Uruguay cuando tenía tres años, con sus abuelos; era una segunda tanda de inmigrantes que llegó al país cuando las primeras fracciones de las colonias rusas ya habían sido entregadas en la zona. A los 18 años fue colono de una fracción en San Javier con su primera esposa y sus primeros hijos. Luego, en 1961 se casó con la madre de Orieta y accedieron a la fracción del INC de la Colonia San Javier donde hoy vive la familia, como propietarios. En esta época tenían tambo (se ordeñaba, descremaba y se vendía la producción en Paysandú), luego el padre de Orieta se dedicó a la ganadería y a las colmenas.
Walter, nació en la Colonia Juan Gutiérrez, en el departamento de Paysandú, en 1964. Cuando tenía cinco años, la familia emigró a la Colonia San Javier donde accedieron a tierras del INC para producir y se dedicaron al tambo. Como eran nueve hermanos en la familia, Walter debió comenzar a trabajar afuera a los 11 años, aun estando en la escuela primaria. Hizo “changas”[1], fue peón de campo y por último consiguió trabajo como empleado permanente en un campo en la zona de los Esteros de Farrapos (Colonia Luis A. de Herrera) donde trabajó como encargado por 14 años.
La vida en el campo
Orieta y Walter se conocieron muy jóvenes en San Javier, y se hicieron novios cuando tenían 16 y 18 años, respectivamente. A los dos les gustaba vivir en el campo. Se casaron en 1988, año en que nació su primer hijo, Andrés. Al principio tenían una moto, porque Orieta y Andrés vivían en San Javier y Walter viajaba al campo donde era empleado desde 1983, un establecimiento en Colonia Luis A. de Herrera.
Después del nacimiento de Andrés (1988), la familia se mudó a dicho establecimiento y estando allí instalados, nació Fernando (1990). Poco después, sin dejar de ser empleados en Colonia Luis A. de Herrera, iniciaron algunas actividades productivas por cuenta propia: primero plantan boniatos[2] y luego arrendaron tierras para criar un lote de terneros que compran en la cooperativa de la zona.
“… en realidad empezamos criando terneros guachos y después (…) alquilamos un campo, una chacrita… Y ahí nos fuimos armando de vacas; de vacas de carne…”, explica Walter.
En 1993 se venció este primer contrato de arrendamiento y ante la insistencia del padre de Orieta que estaba próximo a retirarse, decidieron arrendar la tierra de la familia, en Colonia San Javier. Pero seguían empleados en Colonia Luis A. de Herrera, iban y venían de una colonia a la otra para atender los animales, por lo que “vivían correteando de un lado para otro”,
“Venía acá [Colonia San Javier], corría los animales y volvía; y si había que trabajar con el tractor, yo seguía trabajando allá en el campo [Colonia Luis A. de Herrera]…”, cuenta Walter.
En 1995 nació Paola. Mientras siguen siendo empleados en Colonia Luis A. de Herrera, comenzaron a pensar en independizarse como productores e irse a vivir a la fracción de la familia en Colonia San Javier, ordeñando sus propias vacas. Lo concretaron en 1997. Pero querían tener las cuentas claras con la familia de Orieta, por lo que la única salida fue tomar un crédito bancario, que se concretó el año siguiente,
“Y el 28 de mayo del 98 (…) hicimos el negocio (…) A mi realmente me cambio todo. Yo allá [Colonia Luis A. de Herrera] tenía que compartir la cocina con los peones. Tenía que cocinar y los peones venían (…) No teníamos privacidad (…) Estábamos todos en el mismo dormitorio; teníamos hasta ella chiquita, y los dos varoncitos y todo… yo estaba… en sí estaba incómoda”, recuerda Orieta.
Para Orieta, este logro de tierra propia para vivir y producir en Colonia San Javier, dejando atrás el trabajo asalariado en Colonia Luis A. de Herrera, fue uno de los cambios más importantes de su familia.
Un año después de mudarse la familia a Colonia San Javier, en 1999, la familia arrienda otra fracción al INC, de 28 ha, para criar los terneros machos. Compraron algunos equipos de maquinaria y a través del mismo INC, colocan vacunos de carnea pastoreo en la zona de los Esteros de Farrapos.
“Nosotros estuvimos ordeñando (…) después que fuimos progresando compramos un motorcito a nafta y una ordeñadora de dos órganos. Hicimos el alero, allá abajo… era solo el alero y el piso. Y ahí se ordeñaba con la maquinita. Pero porque no había luz entonces era motor a nafta. Y ahí estuvimos yo no sé si (…) yo no me acuerdo (…) En que época (…) se puso la luz, pero la pudimos bajar como al año. Porque no teníamos la plata para bajarla. Estaba puesto todo ahí (…) pero no la podíamos bajar, recuerda Walter.
Ellos también producían maíz que servía para alimentar a sus animales. Debido a una sequía en el 2000, perdieron la cosecha de maíz y dejan de hacerlo; en esa oportunidad tuvieron que vender 12 vaquillonas Holando preñadas para pagar las deudas.
En el año 2001 empezaron el plan de construcción de la vivienda, tambo y pozo a través de Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR)[3]. Este fue el otro cambio importante, de gran felicidad para la familia: habitar la vivienda nueva y abandonar la vieja y precaria, que ocupaban anteriormente en la fracción.
“… la verdad que fue un cambio, un cambio de vida… el cambio fue de allá para acá [de asalariados a productores, en 1997]. Y acá, con la casa nueva fue otro cambio también [en 2002]. La comodidad. Porque esto yo digo, una cosa que yo no me arrepiento nunca, de haber hecho la casita”, dice Orieta.
Pero pasaron varias crisis para salir adelante con el tambo, incluyendo una gran crisis económica del país y del sector lechero en 2002[4]. Se sumó que el ganado lechero mermó bastante su producción por una sequía, y que se cierra la planta elaboradora local, por lo que se atrasaron con la renta del campo arrendado al INC. Entonces, las obras del tambo y del pozo semisurgente demoraron un poco más que la vivienda, que ya estaba lista para entonces.
Para salir adelante, volvieron a vender animales, esta vez a los vacunos y se quedaron sólo con las lecheras. En 2003 comenzaron a remitir leche a otra usina agroindustrial de la región, con 20 vacas en ordeñe. Esta nueva fábrica pone algunas condiciones, les financia una compra de vacas y el tanque de frío, así como provee asesoramiento técnico para el tambo. No hubo otra salida, pero sobreviven a una de las peores crisis del sector: “no daba para otra cosa”, recuerda Walter.
“El banco nos daba el crédito … en aquel momento no valía nada… no valía el ganado, no valía la leche, no valía… la agricultura; un desastre, peor estaba la agricultura. Y nos daban el crédito para poner un tambo. Si nosotros poníamos un tambo… recuerda Walter.
Emily, la menor de las hijas, es la única que nació en Colonia San Javier (2005). Por ese entonces, los hijos mayores comenzaron a trabajar afuera para formar sus propias familias y se independizan: Andrés, empezó a trabajar de maquinista en una empresa de servicios agrícolas con 18 años; Fernando comenzó a trabajar afuera con 15 años y se radica en la Colonia Gartental.
El cambio de gobierno a partir de 2005 y las nuevas políticas de apoyo a la producción familiar, impulsaron el proyecto de vida de Walter y Orieta. Por un lado, les permitió renegociar la deuda pendiente con la banca oficial, por la compra de la fracción a la familia (que finalmente cancelan en 2007 pagando el crédito con la leche que remiten a la planta). Por otro lado, el ingreso al Registro de Productores Agropecuarios Familiares y su integración a la Sociedad de Fomento Rural de la zona les permitió acceder a varios programas ministeriales de apoyo a la producción familiar (subsidios para mejorar las infraestructuras productivas y asesoramiento técnico). Estos programas promueven jornadas de capacitación en su tambo, por lo que frecuentemente reciben a técnicos y productores de otras zonas.
Aunque se han especializado en la remisión de leche, como los precios que paga la industria son bajos y fluctúan de acuerdo con el mercado internacional, la estrategia de la familia es continuar con otras actividades productivas como la cría de los machos, el proyecto “corderos pesados”, cría de lechones y de gallinas para venta de huevos.
[1] Empleos rurales de carácter precario, generalmente temporario o estacional, y que responde a distintas “zafras” o ciclos productivos en el campo.
[2] En otros países es conocido como batata, papa dulce, patata dulce, camote.
[3] A través de los programas de MEVIR es posible acceder a diversos apoyos para unidades productivas, tanto viviendas como electrificación, pozos de agua e infraestructuras productivas, en las que las familias aportan gran parte de la mano de obra. Más información en, http://www.mevir.org.uy/index.php/institucion/que-es-mevir
[4] La crisis bancaria de 2002 en Uruguay fue un proceso de insolvencia financiera promovido por una crisis regional que luego se convirtió en una crisis de endeudamiento externo. Se catapultó a través de una fuerte corrida bancaria que obligó a la quiebra de algunos bancos comerciales emblemáticos y la reprogramación de depósitos en los bancos públicos (Banco República y Banco Hipotecario).