San Javier es el nombre de una zona ubicada en el litoral oeste uruguayo, sobre las costas del Río Uruguay, que tiene como referencia una pequeña localidad fundada por inmigrantes rusos hace más de 100 años, que lleva precisamente el nombre de San Javier. La zona comprende más de 20.000 hectáreas (ha) de tierras de uso agrícola, administradas por el Instituto Nacional de Colonización (INC), que son explotadas por parte de más de 200 familias de colonos[1]: la Colonia Dr. Luis A. de Herrera, la Colonia San Javier y la Colonia Ofir.
San Javier pertenece administrativamente al Departamento de Río Negro, siendo Young y Nuevo Berlín los pueblos más cercanos del departamento (ambos distantes a 60 km de la localidad). Debido a que la capital del Departamento de Paysandú es la que se encuentra más próxima (45 km), la relación de los habitantes de San Javier ha estado también muy ligada a este otro departamento.
De asalariados rurales sin tierra, a tamberos[1] y colonos[2]
Orieta Belokon (51) y Walter Mesa (53) son colonos del INC en la Colonia San Javier. Se dedican fundamentalmente a la lechería comercial, por lo que el principal ingreso es por la remisión de leche a una usina agroindustrial cercana. Desde 2009 ingresaron al Registro de Productores Agropecuarios Familiares (RPF) y desde 2010 integran la Sociedad de Fomento de San Javier, organización de productores familiares de la zona.
Ambos iniciaron siendo asalariados rurales. A la par empezaron a producir para complementar ingresos a través de un contrato de arrendamiento de tierra (pagando una renta anual a particulares). Continuaron en ese camino arrendando la fracción de 41 ha donde viven hoy, a los padres de Orieta, que eran colonos propietarios del INC. Luego decidieron dejar de ser asalariados y tomar un préstamo bancario para indemnizar a la familia de Orieta y convertirse en los titulares de dicha fracción ante el INC. Finalmente acceden como colonos arrendatarios a una nueva fracción de tierra, de 28 ha (pagando una renta anual al INC). Acceden a un total de 69 ha administradas por el INC, mediante dos mecanismos: como colonos propietarios de una fracción individual y como colonos arrendatarios de otra.
La pareja tiene cuatro hijos y una nieta. Actualmente viven con sus dos hijas menores. Paola (22), estudia Magisterio en el Instituto de Formación Docente en la ciudad de Paysandú; y Emily (14) asiste a estudios secundarios, en el pueblo San Javier. Los dos hijos mayores de la pareja se han independizado: Andrés (27), que trabaja de maquinista para una empresa de servicios agrícolas en la ciudad de Dolores, está casado con Ximena y tienen una hija (Cristal); Fernando (25), es empleado de una Cooperativa agrícola cercana
A Orieta y Walter les gusta vivir y trabajar en el campo, donde nacieron. Su historia familiar da inicio siendo una pareja de jóvenes rurales, en la Colonia Luis A. de Herrera, donde Walter trabajó asalariado durante 14 años. Allí comienzan plantando boniatos para mejorar sus ingresos, teniendo dos hijos pequeños. Luego plantaron remolacha azucarera y criaron terneros, en tierras que arriendaban en esa misma zona. Ante la insistencia del padre de Orieta (que por su edad se retiraba a vivir en el pueblo), decidieron probar suerte como productores independientes en la fracción de tierra que ocupaba la familia, en la Colonia San Javier. Ya tenían tres hijos.
Para ello, se prepararon durante un tiempo para poner un tambo: al principio arrendaron la tierra familiar sólo para criar terneras (1997), pero luego cuando ya están prontas para ordeñar, se mudan a la casa familiar para comenzar una nueva vida y dejar definitivamente el trabajo asalariado (1998). Antes de mudarse, resuelven indemnizar a la familia por el valor de la fracción tomando un crédito en el Banco de la República.
Comienzan viviendo en condiciones precarias, y ordeñando a la intemperie. Si bien la decisión de pagar por la fracción de 41 ha fue una pesada carga, trabajando duro y realizando muchos sacrificios lograron salir adelante y completar el pago al banco, al cabo de ocho años. Hoy la familia utiliza dos fracciones del INC y el total de tierras disponibles para la producción son 69 ha, porque además de esta fracción donde viven arriendan otra fracción, de 28 ha, para criar los terneros machos.
[1] En Uruguay, los establecimientos especializados en la producción lechera son denominados como “tambos”, y los productores que se dedican al ordeñe llamados por ello, “tamberos”.
[2] En el informe se utiliza la palabra “colonos” para designar a los productores que viven en las “fracciones” o parcelas de tierra administradas por el INC, responsable de adjudicarlas a los productores. Con respecto a la forma de tenencia de las tierras por parte de los colonos, hay varias: como colonos propietarios, colonos arrendatarios, promitente comprador, entre otros.
[1] En el Uruguay, se entiende por colonización el proceso socioeconómico productivo mediante el cual el Estado, adquiere tierras o las recibe en propiedad o en administración, las redimensiona, y luego las adjudica a productores para que se instalen en ellas con sus familias y las trabajen debidamente (Fernández, 2017). Si bien históricamente predominó este modelo tradicional, o de “parcela individual”, en la actualidad se transita hacia un modelo de experiencias asociativas de explotación colectiva (Vasallo, 2001).