La región de San Javier se pobló a principio del Siglo XX a partir de un grupo de colonos rusos nucleados en torno a Basilio Lubkov, líder de la secta religiosa “Nuevo Israel”. Provenían del Don, del Cáucaso, de Stavropol, de Voronetz, de Marinskaia (Martínez, 2013).
El gobierno uruguayo, que promovió su arribo al país en 1913[1], les otorgó 885 ha que fueron repartidas por el líder en chacras de 5 a 30 ha entre 74 familias campesinas (1914). La colonia original estaba compuesta por más de 300 personas, que al principio trabajaron juntas y continuaron las costumbres campesinas de las “mir” rusas[2]. Se dedicaron mayormente a la agricultura y al introducir el cultivo de girasol fueron pioneros en la fabricación de aceite de girasol, uno de sus principales aportes al modelo agroindustrial de la época. También desarrollaron la producción apícola y cultivos como el lino industrial. (...)
San Javier hoy
(...) Las escuelas rurales, la escuela urbana y el liceo de San Javier, permiten en general la culminación de estudios primarios y secundarios a los jóvenes de la zona. Pero del relevamiento diagnóstico de San Javier realizado por la Universidad de la República en 2013, surge como problema la falta de oportunidades de trabajo para las mujeres y los jóvenes, la falta de transporte a las capitales departamentales que facilite la movilidad estudiantil, y la necesidad de contar con actividades y propuestas educativas para los jóvenes que transciendan las instituciones formales (“luego del liceo los jóvenes se van de SJ”) (PIT, 2013)
Una característica importante de la zona de San Javier es su proximidad con el Parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay[6], lo que a su vez constituye una fuente de recursos para sus habitantes: se trata de casi 7.000 ha de un ecosistema denominado bosque de parque, hábitat de fauna y flora autóctonas, en el que están presentes caraguatales, pajonales, carrizalles, praderas y monte nativo, así como numerosas especies de aves (Suplemento Diario El País, 2010). En el caso de los productores colonos y no colonos, muchos lo utilizan para alimentar el ganado, brindando un servicio de “pastoreo público”.
La ganadería, la apicultura y la pesca artesanal son las principales actividades que se desarrollan dentro del área protegida del Parque Nacional, de gran biodiversidad. Como las colonias se encuentran linderas al área protegida, en la época en que los esteros no están inundados por el Río Uruguay, llevar el ganado a pastoreo es una importante solución para los productores, en épocas en que escasean las pasturas en sus fracciones de campo.
De acuerdo con la información oficial del INC, la superficie promedio de las fracciones de la zona es 72,2 ha. Considerando solo las fracciones arrendadas en las tres Colonias de la zona de San Javier, la superficie varía entre 14 y 475 ha (Fernández, 2016).
En prácticamente la totalidad de las fracciones los colonos son adjudicatarios de la parcela individual, para la explotación en forma familiar (sin mano de obra contratada), y para algunos casos cuentan con más de una fracción por colono arrendatario, dada la reducida superficie de cada fracción para desarrollarse como unidad de explotación sustentable (Fernández, 2016).
En el año 2016, de un total de 222 colonos del INC en las colonias de San Javier (115 como colonos propietarios o promitentes compradores y 107 colonos arrendatarios), más de 160 se encuentran registrados como productores familiares en el RPF.
De acuerdo con el RPF de Uruguay, un 12% aún tienen a la lechería comercial como rubro principal (3084 productores lecheros familiares), y representan un 73% del total de explotaciones lecheras a nivel nacional (Sganga et al. 2014). Según el Instituto Nacional de la Leche (INALE) unos 1.700 productores lecheros familiares representan el 60% del total de productores existentes en la lechería comercial y el 17% de la remisión de leche a nivel nacional. En cualquiera de los casos los tambos familiares son una porción mayoritaria de los productores del sector.
Si bien en la zona de San Javier predominan los tambos familiares, y la mayoría remiten la leche a planta industrial, algunos de los tambos no venden a la planta porque se dedican a la quesería artesanal. En menor grado, en la zona se desarrolla la ganadería de carne, agricultura cerealera y oleaginosa, apicultura y forestación.
[1] San Javier fue fundado el 27 de julio de 1913 y declarado pueblo en 1953.
[2] En sus comunidades campesinas de origen, las mir, la tierra era propiedad colectiva y su cultivo responsabilidad comunal. Las familias compartían las herramientas, las semillas y los animales de trabajo; el consejo de ancianos de la aldea redistribuía las parcelas según la necesidad de cada familia (Martínez V, 2013). Al principio, esta dinámica continuó en Uruguay, pero su desaparición se consolida hacia 1948, cuando el INC regulariza los arrendamientos entregando fracciones individuales a cada familia.
[3] Estas comidas son muy famosas en la región, borsch, es una sopa de verduras en base a remolachas; piroshki, un tipo de espanadillas de carne picada; shashlik, un tipo de brochette de cordero; kvuass, aguardiente muy consumid elaborada en base a miel.
[4] La congregación de los menonitas (seguidores de Menno Simons) es originaria de los Países Bajos. Fue víctima de persecución religiosa desde el siglo XI, por ser un grupo escindido de la Iglesia Católica. Se estableció durante 400 años en un triángulo ubicado entre las ciudades de Marienburg, Elbing y Danzin (actual Polonia). Vivieron allí como ciudadanos alemanes hasta 1945, cuando deben emigrar, como refugiados de guerra, por la invasión rusa (Bergmann, 2011).
[5] Esta colonia se fundó en 1951, a pocos kilómetros de San Javier, por tres grupos de familias de origen alemán, provenientes de Prusia, Rusia y Polonia. A diferencia de los rusos, se trata de un tipo de colonia cerrada, en la que las generaciones actuales conservan el idioma y la religión. Basan su actividad en la explotación agrícola-lechera, para lo que cuentan con una cooperativa en la colonia y desde 1968, una usina láctea (Bergmann, 2011). Es la intensa actividad económica de esta comunidad menonita, la que ha mantenido el desarrollo productivo lechero de toda la región. Más recientemente otro grupo religioso de colonos, de origen ruso-chino, denominado “Viejos Creyentes”, se integra a la Colonia Ofir (1966).
[6] Se trata de un humedal con islas fluviales, designado en 2004 como sitio “RAMSAR” (convención que distingue a los humedales de importancia internacional). El término “estero” refiere al terreno pantanoso que suele llenarse de agua por la lluvia o por la filtración de un río o laguna cercana y en el que abundan las plantas acuáticas. En la zona de monte ribereño se encuentran muchas especies de árboles autóctonos, siendo el más emblemático el ingá, que soporta las condiciones de anaerobiosis que provocan las inundaciones y que colabora con el freno de la erosión. Más información en http://www.mvotma.gub.uy/areas-protegidas/item/10006532-esteros-de-farrapos-e-islas-del-rio-uruguay.html