En 2002, Diego y Gioconda forman una familia (matrimonio) y toman la decisión de caminar juntos por el resto de sus vidas, entonces la familia vivía en la ciudad de El Alto. Diego trabajaba eventualmente en una Organización no Gubernamental (ONG).
Para el 2004, el predio de la comunidad había quedado sin un titular de la familia que pudiera en primer lugar, trabajar la tierra y cuidar los animales, y en segundo lugar, cumplir con las obligaciones de la comunidad definida por la norma de administración de la tierra como función social[1], pues los padres de Diego también habían migrado a la ciudad por decisión de sus hijos, por cuestiones de salud y cuidado. El terreno había quedado al cuidado de un vecino, pero éste lamentablemente se descuidó. La casa se empezó a desmoronar y otros vecinos empezaron a invadir el predio[2].
Durante este año le tocó a la familia Aquino asumir un cargo como autoridad comunal[3], cumplido por dos hermanos que vivían en la ciudad de El Alto, entre ellos Diego Aquino. La responsabilidad del cargo requería la presencia constante de la familia en la comunidad, Diego manifiesta:
“cuando estábamos como autoridad comunal hemos impulsado que a la comunidad llegue la electricidad, muchos no han creído pero igual hemos caminado por todo lado y se ha logrado, esa experiencia fue que nos motivó a volver nuevamente a la casa de nuestros padres en el campo”.
Trabajos para que llegue la electricidad a la comunidad Phina Sallathiji (2004)
El 2005 después de realizar el cargo en la comunidad, Diego y Gioconda decidieron vivir definitivamente en el campo, así lo recuerda Gioconda:
“Mi esposo es agrónomo a él le gusta el campo, pero lo que a mí me motivó [a] volver es que ya había luz en la comunidad. Antes cuando venía de visita aún no había luz y era muy difícil acostumbrarse, yo he vivido en la ciudad toda mi vida. También se iba a construir el camino asfaltado entre La Paz y Corocoro. La vertiente de agua que está cerca de la casa tiene mucha agua, hasta ahora esta vertiente nos provee de agua tanto para el consumo y también para otras necesidades, incluso mi suegro ya había instalado una pequeña piscina para criar peces había sembrado totora, todo eso nos motivó a volver”.
La familia de Diego y Gioconda es la tercera generación que se hace cargo de la sayaña[4]. Cuando los padres de Diego murieron, los hermanos y hermanas decidieron no dividir la tierra, al contrario decidieron entregar todo el predio a Diego Aquino y Gioconda Poma con el objetivo de evitar el minifundio[5]. Con la salvedad de que sus hermanos y hermanas pueden volver al campo a sembrar papa para su consumo.
[1] La Ley INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) entidad encargada de la administración de tierras en Bolivia, define la función social como las obligaciones de carácter social entendidas estas como la prestación de servicios a la comunidad a razón del derecho de posesión de la tierra de una familia afiliada a la comunidad.
[2] En Bolivia no se conoce estudios sobre el retorno de migrantes rurales a sus comunidades. Los estudios sobre migración en Bolivia han privilegiado el fenómeno de migración rural – urbano. Al respecto son clásicos los estudios realizados por Albó, Greaves y Sandoval (1981), para el caso del altiplano norte de La Paz. Otras investigaciones, por ejemplo, resaltan la migración de la población joven que dejan sus comunidades de origen en busca de trabajo y para estudiar (Urioste, Barragán y Colque, 2007: 177).
[3]La forma de organización de las comunidades en el altiplano boliviano todavía se mantienen, la “autoridad comunal” es la máxima autoridad, no es elegida por votos es una función que deben asumir todas las familias por el lapso de un año, es decir, cada familia normalmente representa a un predio (a un terreno) y le tocara realizar el cargo de Autoridad Comunal u otro cargo en algún momento porque el cargo es realizado de forma rotativa. Cuando le toque a la familia asumir el cargo no puede rechazar, porque es un servicio que debe realizar como parte de la comunidad.
[4] Generalmente el manejo de tierra en la comunidades del altiplano se hace en la combinación entre la propiedad colectiva y familiar individual. La sayaña es la tierra familiar donde puede decidir libremente su sistema de uso. En cambio, el aynuqa es la tierra gestionada colectivamente.
[5] El término minifundio es un fenómeno propio de las comunidades del altiplano y valles de Bolivia. Se refiere a la subdivisión de la tierra entre los hijos de una familia. Sin embargo, en el proceso de saneamiento de tierras impulsada por el Estado las familias han superado este fenómeno mediante acuerdos internos, que hacen más viable los predios familiares.