Aripao, la entrada al bosque inmenso
Aripao, hogar de una interesante comunidad afrodescendiente, se ubica en el municipio Sucre del Estado Bolívar, al sur del río Orinoco, en la cuenca del río Caura, la tercera más importante del país. De manera referencial Aripao queda aproximadamente a 200 kilómetros de Ciudad Bolívar, capital del Estado, y a 400 kilómetros de Caracas, capital de Venezuela. Se accede por la carretera nacional Ciudad Bolívar – Caicara del Orinoco, cinco minutos antes de Maripa se toma dirección sur por una carretera secundaria que llega a su final en Aripao.
Siendo la entrada al Bioma Amazónico en Venezuela, Aripao posee un clima tropical, con temperatura media de 32 °C y una precipitación que ronda los 2.200 mm por año.
El origen de Aripao se remonta a la época colonial; pasando desapercibido por períodos de la historia moderna de Venezuela. En la actualidad sus habitantes se consideran como la primera comunidad conservacionista de Venezuela.
La esencia de un pueblo en su bosque
Desde sus orígenes ancestrales, la comunidad de Aripao ha basado su supervivencia en su relación con el bosque. Desde el alzamiento cimarrón en el territorio de lo que es hoy Surinam hasta su permanencia actual. Su vínculo con la naturaleza ha permitido que su gente consiga medios de vida sostenibles en los recursos naturales de sus ecosistemas. Desde su llegada al bajo Caura, a inicios del siglo XIX hasta el año 1960, fue una población seminómada dedicada a la recolección de productos del bosque, a la pesca, cacería, agricultura en pequeños huertos y cría de aves y ganado en pequeñas extensiones familiares (Estraño, 2014).
A partir de 1960 se consolidó el núcleo poblado hoy conocido, conservando sus actividades tradicionales (pesca, caza, agricultura de subsistencia donde destaca el arroz de secano y recolección de frutos del bosque) con medios de vida ligados a labores educativas, de salud y administración pública.
(...) En ese sentido, el aprovechamiento de la almendra de Cumarú o Sarrapia (Dipterix punctata) ha sido una de las actividades más importantes en los bosques ubicados al Sur del río Orinoco, representando un importante aporte a la economía de subsistencia de algunas poblaciones campesinas e indígenas. La cumarina es el compuesto químico que se extrae de la almendra y le da el valor por el cual es aprovechada. Actualmente es utilizada por los fabricantes de perfumes y cosméticos de alta gama, como agente fijador e intensificador de los aceites esenciales que éstos contienen.
“En la década de los ‘30 y ‘40 la cosecha de Sarrapia era la actividad principal donde todos participábamos en familia y se recogía en gran escala ya que había la posibilidad de cosechar 30, 40 y hasta 50 toneladas”, recuerda Manuel Martínez, conocedor de relatos, leyendas, cantos y mitos relacionados con los aripaeños.
A partir del año 2000, se intensificaron las amenazas de expansión de la frontera agrícola, extracción de madera, cacería comercial y pesca masiva no controlada, creándose conflictos entre aripaeños y foráneos por el uso del bosque y sus espacios. Adicionalmente, se inició la minería ilegal de oro 200 km aguas arriba del río Caura, atentando contra la tradicionalidad y cultura de convivencia con el bosque de parte de los lugareños.
Ante esta situación, aprovechando la tradición familiar de cosecha de los sarrapiales silvestres del bajo Caura, se iniciaron las conversaciones para concretar un Acuerdo de Conservación en una alianza con Conservación Internacional y la empresa perfumera francesa Givaudan, para conservar 116.000 hectáreas (ha) del bosque comunitario de Aripao, con el compromiso de proveer sosteniblemente una cuota de la cosecha de sarrapia a cambio de amplios beneficios económicos a la comunidad.
Con el acuerdo de conservación, Aripao se ha organizado para asumir el compromiso de resguardar parte del patrimonio natural de la cuenca, al tiempo que impulsan fuentes de desarrollo sustentable con la extracción de productos forestales no maderables (PFNM) como Sarrapia o Haba de Tonka (Dypteryx puntacta) y aceite de Copaiba (Copaifera officinalis).
“Antes en Suapure se cazaba, se sacaba madera, se pescaba mucho, Pozo Bravo tenía peces a montón pero ahora no hay tantas cosas como antes, debemos cuidar esto para poder tener que comer”, recuerda Joaquín García, amplio conocedor del bosque de Suapure y asiduo patrullero del Acuerdo de Conservación.
A partir de este acuerdo, ese espacio —utilizado durante décadas por los aripaeños y que no ha sido reconocido como de la comunidad por el gobierno— fue esquematizado y zonificado en mapas mentales de autodemarcación lo que a su vez permitió iniciar la de demanda de su reconocimiento de sus derechos territoriales
La autodemarcación posibilitó establecer las actividades tradicionales ejecutadas con enfoque sostenible y sirvió para que las comunidades consoliden su apego al área e inicien el reconocimiento de sus derechos territoriales internamente y hacia terceros, comenzando un proceso de carácter político, jurídico y cultural. Sin embargo, este proceso ha tropezado con una gran debilidad institucional gubernamental que impide la consolidación de sus derechos territoriales.
Por ello frente a esto, este acuerdo como estrategia de reconocimiento territorial condujo al desarrollo de una gobernanza alternativa para la administración de los territorios resguardados y a la vez a consolidar económicamente el aprovechamiento sostenible de productos del bosque, beneficiando al 95 % de sus habitantes.