El Carmen de Viboral posee tres pisos térmicos, variando su altitud entre los 800 m y los 3.000 msnm, permitiendo cultivos tan variados de clima frío como: maíz, fríjol, papa, aguacate, mora, hortalizas, legumbres, plantas aromáticas; y en las zonas de clima cálido: Café, yuca, plátano, cacao, guanábana, guayaba, papaya, naranja, borojò, caña de azúcar (Panela) y otros.
Su cabecera municipal se encuentra a 2150 msnm, teniendo como coordenadas en grados decimales los 6.081944° N, -75.334167° W. Hallándose localizado en la cordillera central de los Andes, en el Valle de San Nicolás al oriente del departamento de Antioquia, distando de la ciudad capital[3] Medellín a 56 kilómetros contando con tres vías de acceso: La Autopista Medellín-Bogotá (50 minutos), por las Palmas (45 minutos) y por Santa Elena (Una hora y 30 minutos). Situándose de manera general al noroeste de Colombia.
Según página oficial de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare - CORNARE[4], en la división político-administrativa existen 57 veredas, de las cuales aproximadamente 25 se resaltan por tener menor número de habitantes, pese a sus amplias extensiones territoriales, contrario a la parte rural del norte y noroccidente, en el cual existe una gran presión urbanística proveniente de la centralidad subregional al Valle del Aburrá, tal como se indica en la siguiente imagen.
Mapa 2.
Fuente: PBOT de El Carmen de Viboral (2014). Vereda La Honda (Barra azul N° de hombres, barra rosada N° de mujeres)
Retornar del desplazamiento
“Todas las familias tenían un mismo ritmo de vida…todos fuimos pobres, nunca hemos sido solventes, pero gracias a Dios en la casa nunca nos ha faltado la comida. Mi papá, a pesar de pobre, era muy trabajador, el hombre se mataba trabajando, pero lo que se conseguía era para la comida, fuera de lo que trabajaba en la finca, muchas veces antes sobraba maíz, sobraba agricultura, en fin: el pan coger no faltaba… En la casa no faltaban las gallinas, los huevos, la alimentación” (G. Luis Eduardo, comunicación personal, 26/03/2017. La Unión, Antioquia, Colombia).
Hace 20 años la comunidad fraterna, campesina y trabajadora de la vereda La Honda fue afectada drásticamente por el conflicto armado colombiano, existiendo en este territorio una concentración especial del conflicto que se vivió en toda la sub-región del Oriente Antioqueño. Allí la colectividad sufrió todo tipo de amenazas, atentados, enfrentamientos y hasta la muerte de los familiares y líderes más queridos por la comunidad. Viéndose en la obligación de desplazarse del territorio para proteger la vida, llevándose únicamente los deseos de volver.
Fueron asesinados los líderes más queridos de la comunidad: Diez líderes entre ellos dos presidentes de la Junta de Acción Comunal[1] del momento y fueron destruidas por fuerzas paramilitares e incluso en algunas ocasiones militares, también unas diez viviendas de los campesinos. La totalidad de la Comunidad tuvo que desplazarse, no quedó un sólo habitante en esos tiempos. (M. Carlos Alberto, comunicación personal, 29 de marzo de 2017. Mesa de DDHH del oriente Antioqueño con presencia de la ONU y la Defensoría del Pueblo).
Esta colectividad estaba conformada aproximadamente de 35 a 40 familias activas en todas sus dimensiones sociales, culturales, políticas, ambientales, económicas. Teniendo siempre como principal vocación la agricultura y la silvicultura[2] gracias a toda la riqueza natural del territorio, traducida en agua, bosque, biodiversidad y buenas condiciones climáticas. Sin embargo, debido al desplazamiento, el tejido social de esta colectividad se rompió, ocasionando que las familias emigraran a distintos municipios de la región y ciudades como Barranquilla, Medellín, Río Negro. Algunas familias por la cercanía entre sus asentamientos, continuaron en exigencia permanente, obligados a esperar a que el conflicto armado mermara para entablar un diálogo con la institucionalidad oficial y que se les garantizase un retorno con dignidad a su tierra natal:
Yo fui desplazado en el año 2000, me tocó vivir 14 años acá dentro de El municipio El Carmen de Viboral con mi familia. Cuando se dio el proceso de retorno a la vereda La Honda, yo fui tal vez de los que más, en un principio no pensé mucho en retornar a la vereda, por las situaciones que me tocaron allá, que me tocaron historias muy duras de violencia, de cosas realmente muy difíciles. Cuando ya vi el compromiso que tuvo el anterior alcalde Néstor Joaquín Martínez, me comprometí con el retorno, y fui tal vez de los primeros, incluso viví 8 meses en un rancho de plástico, mientras me hacían la casita nueva, muy animado, muy contento en mi tierra porque la quiero mucho, allá crie mis hijos, en estos momentos me da tristeza de que al uno moverse de su territorio, se pierden las culturas y ya los hijos se apegaron al pueblo, tienen sus costumbres diferentes. (G. Luis Eduardo, comunicación personal, 29 de marzo de 2017. Mesa de DDHH del oriente Antioqueño con presencia de la ONU y la Defensoría del pueblo).
A pesar de que la comunidad ha conseguido asentarse en su territorio, siguen existiendo múltiples variantes que atemorizan y ponen en riesgo los diferentes liderazgos que se emprendan a favor de los lugareños, todo ello con complicidad del Estado, asociado a lógicas extractivistas, mega proyectos, extranjerización de la tierra y bienes naturales; lo cual va configurando una nueva realidad victimizante, no en nombre del conflicto armado sino en nombre del “Desarrollo y las políticas neoliberales”, actos que han llevado al campesinado colombiano a convertirse en proletarios marginados de las dinámicas urbanas, a los cuales llegan como desplazados de sus territorios.
Las familias cuando regresan a intentar recuperar sus tierras, se encuentran con un montón de limitantes, porque no pueden tocar sus predios, no pueden tocar un árbol, no pueden abrir un espacio para cultivar, no pueden disponer del agua, ni implementar proyectos, pero tampoco tienen ningún tipo de alternativa para que las familias sobrevivan ahí. Tampoco se tuvo en cuenta que hay un montón de predios que no cuentan con una formalización o títulos muy claros sobre la tenencia de esas tierras, entonces, por ese lado, grave. También, aparecen mapas donde se muestra la planeación o el “desarrollo” del territorio y al parecer quieren esas áreas rurales libres de comunidades, lo que explica el desgano de la institucionalidad para apoyar a las comunidades, hay un interés político en que la gente abandone este tipo de espacios y la estrategia es el desgaste de las comunidades. Por esto se considera que es una nueva forma de revictimización, que conlleva al empobrecimiento de estas comunidades que históricamente han sufrido todas las circunstancias, incluso es muy preocupante que estas zonas en las que antes se concentró el conflicto armado, ahora están en la mira de los grandes capitales, esto incluso está radicado ante el ministerio del medio ambiente, entonces, trataremos desde las comunidades que van a ser afectadas, de dejar algún tipo de precedente, puesto que esto suma aproximadamente 25 veredas en total, con una cantidad superior a los 1.000 campesinos que dejarán en total ruina. (M. Carlos Alberto, comunicación personal, 9 de abril de 2017. La Unión, Antioquia, Colombia).
De acuerdo a este escenario, se evidencia que hay una clara intencionalidad por parte del Estado en imposibilitar la reproducción de la vida campesina, en tanto no existe un empalme entre las políticas ambientales y agrarias que garanticen unas mínimas posibilidades para que prevalezca la población retornada por encima de “leyes” que perpetúan la injusticia, el re-desplazamiento[3] y la desigualdad de esta población vulnerable que ni siquiera puede beneficiarse de su propia tierra.
La violación de los Derechos Humanos ha sido una constante en todo el país y se ha encrudecido de tal forma que la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular ha evidenciado como producto de los procesos de Paz, el incremento de los índices de violencia sociopolítica, en contra de los defensores, líderes y dirigentes sociales y populares, entre sus muchas causas se encuentran los conflictos territoriales por la existencia de megaproyectos e intereses económicos. Por señalar algunas de las cifras se muestra el caso de homicidios por departamentos[4] de líderes y defensores de derechos humanos que se evidencia en las gráficas N° 1 y N° 2.
Gráfica 1: Homicidios defensores de DDHH Año 2016 por departamento
Fuente: Informe de DDHH Cumbre Agraria, 2016
Como se puede observar en la gráfica N°1, los índices más altos de homicidios a defensores de Derechos Humanos, se presenta en los departamentos del Cauca y Antioquia, territorios donde se ha presentado gran movilización social de los sectores campesinos, étnicos y populares.
Gráfica 2: Homicidios defensores de DDHH Año 2016 por presunto autor
Fuente: Informe de DDHH Cumbre Agraria 2016.
En la gráfica N° 2, se muestra a los paramilitares como los actores históricos paraestatales en defensa de los intereses de las élites económicas del país y actualmente, de proyectos económicos extranjeros, que encrudecen el conflicto social con gran arremetida en la territorialidad campesina y popular, siendo los líderes y lideresas los objetivos militares de exterminio, pese a los diálogos de paz.
La sistematización y divulgación de esta problemática, es menester, pues es común la situación de las víctimas del conflicto armado colombiano, y está lucha que está llevando a cabo la Comunidad de la vereda La Honda es riesgosa para sus líderes por todos los actores que intervienen en el tema acceso y permanencia en la tierra.
[1] Es una figura administrativa comunitaria.
[2] Cultivo de los bosques o montes.
[3] En Colombia existe el fenómeno del “re-desplazamiento” en muchos casos por el interés económico-político que se fija en los territorios, desprotegiéndose a las victimas las cuales por falta de garantías se ven en la obligación de renunciar a sus derechos para proteger la vida, lo cual deja entre dicho los “retornos exitosos” que el Estado mediante cifras se encarga de demostrar pero que no son reflejo de la realidad y dignidad de las victimas (Véase escritores colombianos como Alfredo Molano y Gonzalo Sánchez, los cuales hablan del conflicto armado interno y el tema de Memorias de guerra y dignidad).
[4] Nombre con que se designan algunas divisiones administrativas de Hispanoamérica (Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua…) constituye la división administrativa mayor, estando por encima de la municipal, En el caso de Colombia está dividida administrativa y políticamente por 32 departamentos.
[1] Por cuestiones de seguridad los nombres originales de las personas entrevistadas han sido cambiados y los que aparecen son nombres imaginarios o creados para proteger la vida de los campesinos.
[2] Vereda es un término usado en Colombia para definir un tipo de subdivisión territorial de los diferentes municipios del país, este usualmente es rural o puede comprender centros micro-urbanos.
[3] Capital es un término usado en Colombia para referirse a una población principal y cabeza de un Estado, provincia o distrito.
[4] CORNARE es un ente corporativo de carácter público, creado por la ley, integrado por las entidades territoriales que por sus características constituyen geográficamente un mismo ecosistema o conforman una unidad geopolítica, biogeográfica o hidrogeográfica. Dotada de autonomía administrativa y financiera, patrimonio propio y personería jurídica, encargada por la ley de administrar dentro del área de su jurisdicción, el medio ambiente y los recursos naturales renovables, y propender por su desarrollo sostenible, de conformidad con las políticas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.