La localidad donde se asienta el estudio de caso que expondremos se llama Bajo Perquín y se encuentra ubicada en la comuna de San Clemente, Provincia de Talca, VII Región del Maule, zona central de Chile. La comuna de San Clemente limita al norte con la comuna de Molina, Río Claro y Pelarco; al sur y al oeste con la comuna de Colbún y Yerbas Buenas; al oeste con las comunas de Maule y Talca; al este con la República Argentina (Figura). Su superficie es de 4.503,5 Km2. Contiene un 45,31% de la superficie provincial y un 14,87% de la superficie regional.
La familia que estudiaremos vive específicamente en el sector del Cruce a Vilches (Bajo Perquín), el cual se encuentra en el kilómetro 37 y medio del camino internacional (Ruta CH115) que va hacia el paso fronterizo con Argentina.
Es una localidad que cuenta con un muy buen camino, más frecuencia en los recorridos de buses, agua potable (hace 10 años) conectividad, internet y agua para el riego de los cultivos.
Producir en el campo, una forma de frenar a la urbanización
Alejandra Herrera y Walter Moons decidieron cambiar el rumbo de sus vidas e irse a vivir en el campo de Chile y dedicarse a la producción de flores. Si bien al inicio no tuvieron buena suerte por lo que se fueron del país, en su segundo intentaron con los crisantemos, actividad que los consolidó como pareja y los une definitivamente al campo en Bajo Perquín de San Clemente.
La familia Moons Herrera son parte de un conjunto de familias (muchas de origen urbano) que accedieron a la tierra a través de compras directas, las que dieron luego que en 1980 se abriera el mercado de tierras a partir de un decreto promulgado por la dictadura cívico-militar en el cual se derogaba el estatuto de protección de las tierras asignadas a partir del proceso de adjudicación de parcelas individuales iniciado en 1974.
Muchos de los parceleros adjudicatarios decidieron vender sus tierras por diversos motivos, aunque la principal causa se debe a la orfandad en que quedaron por parte del Estado luego de obtener sus títulos de propiedad. No contaban con crédito, ni asistencia técnica, ni capacitación en administración y gestión predial, etc. En este caso, el parcelero asignatario decidió en vida dividir su parcela entre sus hijos y algunos de ellos, decidieron vender su parte a diferentes compradores. De esta manera, la familia tuvo acceso a la tierra, por medio de la compra de una subdivisión o herencia de una parcela de la reforma agraria.
Desde ese día, la familia vive y produce en el campo con mucho esfuerzo y voluntad, siendo un ejemplo que demuestra que el desarrollo no solo se puede hacer en las ciudades. Además, forma parte de las familias campesinas que con su actividad frenan el avance de la urbanización en Talca.