El acceso a la tierra de esta familia se produce luego que un asignatario de la Reforma Agraria decide subdividir su parcela de 23 hectáreas entre sus seis hijos. La familia compra la tierra con los ahorros que tenía acumulado Walter después de haber trabajado varios años en Bélgica como programador de informática.
Los intereses de empresas inmobiliarias en este sector privilegiado con vista hacia la Cordillera de Los Andes y relativamente cerca de la capital regional (Talca) ha implicado en que cada vez más personas se quieren asentar en este territorio, con lo cual se encuentra en peligro no solo la actividad agrícola, sino las formas de vida rurales.
Si bien existe un Plan de Ordenamiento Territorial a nivel regional, los municipios lo ignoran muchas veces, amparados en la falta de fiscalización de los órganos regionales competentes. Por lo mismo, el riesgo de expansión urbana es permanente y muchas de estas experiencias productivas de las familias antiguas y de las que se han incorporado en el último tiempo, representan un freno para dicha expansión.