En las tardes de sol, se potencia el color del cerro de La Peña Colorada y alumbra a los pescadores reunidos en espera de una buena oleada de sábalo. Ese lugar es una sección del río Pilcomayo y parte del Territorio Indígena Weenhayek, el cual ocupa los municipios de Villamontes y Yacuiba, provincia Gran Chaco de Tarija, Bolivia.
Entre los meses de mayo y agosto, la orilla del río a lo largo del Territorio está poblado por varias construcciones de palos, nailons anaranjados y azules y calaminas que, a modo de casas eventuales, son habitadas por familias weenhayek. Los weenhayek son tradicionalmente pescadores y recolectores por ello cada año, desde el 1 de mayo, cuando comienza la temporada de pesca, se trasladan desde las 210 comunidades hasta la rivera para conseguir su alimentación y vender parte del pescado.
A inicios de junio después de más de dos semanas de frío y lluvias, los pescadores disfrutaban algo de calor que permitía que la actividad pesquera se alivie un poco, pues entrar al río en bajas temperaturas hace a la faena más pesada.
Creación de comunidades y apego al río, estrategias de protección al Territorio
Los wheenayek habitan el bosque, que queda al margen del río Pilcomayo, desde antes de la colonia. Este pueblo era tradicionalmente nómada y por su vocación recolectora y pesquera recorría el monte en busca de provisiones necesarias para subsistir, pero desde mediados del siglo XX, de a poco, se asentó y formó comunidades cerca del río.
Su proximidad al Pilcomayo, permitió que los weenhayek continuaran con su tradición de pescar por lo que todo el año se provisionan del pescado para su consumo familiar y, de mayo a septiembre para venderlo y, así, vivir un tiempo de sus ganancias. Al igual que su conexión con el bosque de donde recolectan productos para su alimentación y para elaborar sus artesanías.
Es así que a partir de la gestión del río y del bosque, los weenhayek se articularon, organizaron y reclamaron sus derechos a la tierra y territorio. Como resultado de esta demanda, en la década de los noventa del siglo XX obtuvieron el reconocimiento por parte del Estado de derecho propietario sobre las tierras que ocupaban. Esto significa que no se puede entender el acceso pleno de su territorio sin su directa relación con el río Pilcomayo y con las extensiones de bosque.
“Ancestralmente vivíamos aquí. Siempre hemos tenido la pesca. Mi abuelo el año 1910 ha hecho una trampa (de pesca) en el cerro del frente que le decimos La Junta”, recordaba don Roberto Salazar (de unos 55 años) mientras señalaba la serranía río arriba con sus manos ocupadas, desde la orilla del Pilcomayo. Esa tarde de junio, él junto y sus dos hermanos, reparaban con mucho cuidado y detenimiento una enorme red que hacía unos días se rompió debido a un atasco en una de las piedras dentro del agua.
Si bien, el Decreto Supremo 23500 (1992) de reconocimiento legal en favor de los weenhayek como Tierra Comunitaria de Origen, habla de una propiedad de 195.639 hectáreas (ha) y esta TCO en 1997 demandó 197.849 ha, desde el año 2000 hasta el año 2015 solo se titularon por parte del Estado 62.508 ha (33%) debido a que varios sectores del área son reclamados por terceros, principalmente, ganaderos. Esa situación fue motivo de varios problemas entre indígenas y familias ganaderas, en la medida en que en todos estos años se titularon más tierras a favor de éstos últimos en desmedro de los primeros. “Tenemos título pero no es como pensábamos, muchos ganaderos han entrado (a nuestro territorio). Han agarrado parte; nosotros pensábamos tener tierra completa, pero ahora en 20 años han aparecido 120 ganaderos”, relató don Roberto.
Por ese motivo, a modo de proteger y defender su territorio y debido a que la demanda de titulación aún no concluyó, las familias weenhayek como medida estratégica desdoblaron sus comunidades constituyendo unas nuevas. Así, de las 16 consolidadas en la década de los noventa actualmente existen alrededor de unas 80 oficialmente y 200, las comunidades dentro de otras. Ése fue el caso de la comunidad de donde es don Roberto y sus hermanos: “Quebrada Tuuntey”, compuesta por unas 20 familias.
“En la comunidad éramos 350 familias, pero ahora nos hemos esparcido porque hemos tenido territorio, hemos conformado nuevas comunidades”, explicó Andrés Salazar, hermano de Roberto y capitán comunal de Quebrada Tuuntey, mientras, a modo de descanso, pelaba una naranja que, además, le ayudó a aliviar el calor de esa tarde.
El desdoblamiento de las comunidades se debe a una estrategia de ocupación y defensa del territorio por parte de los weenhayek frente al asecho de los ganaderos que pese que se trata de un territorio indígena ocuparon tierras. Lo mismo ocurre con su apego al río Pilcomayo mediante la pesca y al bosque con la recolección de productos para consumo propio y para elaborar sus artesanías.