El decreto supremo de 23500 (1992), de reconocimiento de territorio indígena Weenhayek además, reconoce los derechos de propiedad de los terceros asentados hasta 1992 dentro del territorio. “Se respeta las propiedades y asentamientos particulares que existen dentro del Territorio Indígena Mataco anteriores a la promulgación del presente Decreto”, reza su artículo cinco.
Dionisio Torrez, secretario de Tierra y territorio de Orcaweta, señala que cuando él era el segundo capitán grande de la organización (1996-1998) solo había 23 propiedades ganaderas dentro de este Territorio Comunitario de Origen (TCO), las cuales deberían haber sido tituladas de acuerdo con el DS. Pero a la fecha existen alrededor de 130 haciendas ganaderas identificadas que viven dentro del territorio, de las cuales 90 cuentan con títulos individuales.
“Cuando entré como Capitán Grande (1996) había 12 (haciendas de ganaderos) por ser titulados y 11 en trámite. Y el año pasado, cuando don Moisés Sapiranda me invita a integrar la directiva (julio 2016) empiezo a trabajar con el INRA departamental de Tarija para la verificación de terreno (…) Luego empiezo a ver un listado de nuestros vecinos ganaderos y de los 23 que habían, hoy aparecen más de 300 personas. Hubo una falencia del INRA nacional y del Viceministerio de Tierras, hicieron caso omiso a nuestra petición. Tenemos documentos presentados”, reclama molesto don Dionisio.
Nuevos asentamientos ganaderos titulados en Territorio Weenhayek
Los nuevos asentamientos de ganaderos en el territorio Weenhayek lograron que la titulación de este TCO se dé de manera fragmentada, por lo que si se ve el su mapa, se ve muchos huecos similares a los de un queso, esos huecos son los titulados a los ganaderos y otros que aún están en proceso. Si bien la mayoría de los TCO en Bolivia están discontinuados, éste es el más evidente.
Para Franco Durán esta situación se debe a que en las primeras etapas del proceso (1992-1996 y 2001-2005), el INRA y los gobiernos de esos entonces favorecieron a los ganaderos. Aprovechando los momentos de paralización, funcionarios del INRA modificaron muchos datos de las propiedades, entonces, ilegales.
“Esto duró hasta la época que ha subido el Gobierno de Evo Morales (2006-2017), el INRA mucho se manejaba con los ganaderos ahí se hacían acuerdos. Incluso varios documentos que eran falsos se han ido legalizando. En el levantamiento de campo en la primera época con la anterior legislación (1992-1996), los dirigentes no medían la dimensión de los documentos que firmaban. Ahí el personal del INRA les decía: “firme, firme” y firmaban documentos que hacerlo en el levantamiento de campo es casi una sentencia. Ellos (los weenhayek) no quieren asumir la culpa, han sido engañados, pero ellos también han tenido cierta benevolencia para firmar cualquier documento sin pensar mucho, quizás a cambio de algunas promesas, no sé, (como Cerdet) no estábamos cerca. Eso es lo que origina toda esta reducción”, analiza Durán.
Entre las críticas de los indígenas a los asentamientos ganaderos, es que éstos en sus tierras no cumplen con la FES como manda la ley y lo tienen como tierras de engorde.
“Ellos no ocupan tierra, mienten más bien ellos dicen que tienen 300 cabezas de ganado pero tienen 20 o 30. Semejante tierra”, relata don Abelardo respecto a sus vecinos ganaderos.
Por ese motivo, tras inspecciones del INRA en muchos casos el Tribunal Agrario Ambiental (TAN) resolvió anular los títulos de propiedad de ganaderos.
Ése es el caso de la familia Paz Lea Plaza, que ocupa alrededor de 1.600 hectáreas de las comunidades San Antonio y Yaguantomo, cerca del centro poblado de Villa Montes, y que, por indicios de irregularidades, el TAN anuló su título. Sin embargo, la familia apeló dicha resolución. Los Paz Lea Plaza, además, vende la tierra consolidada como ganadera para constituir urbanizaciones, según información de Cerdet.
Esta institución explica que ante las denuncias a los ganaderos, éstos señalan que los papeles no mienten y que sí cumplen con la FES. Sin embargo, pese a que los propietarios de haciendas argumentan que cuentan con ganado que requiere grandes expansiones de tierra, cuando se cruza con los datos estadísticos las federaciones de ganaderos del chaco ASOGACHACO y FEGACHACO, se verifica que no hay importante cantidad de ganado registrado en el territorio weenhayek. A esta situación se suma a la poca iniciativa de los ganaderos de mejorar las condiciones de cría de ganado y mejorar su infraestructura precaria a primera impresión, explica Durán.
Ganaderos impiden el paso a indígenas
En el decreto de reconocimiento del territorio, se establece que los weenhayek deben permitir el paso del ganado y de los ganaderos al río, y, que a su vez, éstos deben posibilitar que los indígenas lleguen, por medio de sus propiedades, al bosque, donde van a cazar, recolectar y a sus lugares sagrados.
Pese a este mandato, los indígenas relatan que algunos ganaderos no les permiten el paso hacia el monte. “Actualmente el ganadero dice que “no”, dice “es de mi propiedad y dice que no me entran”, cuenta don Dionisio.
Para Roberto Salazar, el amedrentamiento de algunos ganaderos causa que muchas mujeres ya no vayan al monte a recoger las plantas medicinales y con las que realizan sus artesanías.
Según el asesor de Cerdet, esta situación se dio, principalmente, entre los años 2010 a 2013, cuando el INRA recortó los espacios de los ganaderos por incumplimiento de la FES. “Ahí ellos han tenido pequeñas reacciones. Pero poco a poco vuelven a tener una simbiosis entre ellos, aunque casos extremos se dan y todavía existe conflicto”, dice.
Avasallamientos a la TCO
Además de que la mayoría de los ganaderos obtuvieron tierras de manera sospechosa, muchos ocupan o quieren ocupar espacios vacíos de las TCO. El motivo de que suceda esto es la necesidad de nuevas tierras con forraje para su ganado (vacuno y caprino) y además el hecho que éste requiere de agua del río.
“Los ganaderos sabiendo límites se están entrando al territorio weenhayek como en la comunidad Villa Esperanza. La picardía de este tipo de ganadero es ofrecer recursos económicos al Capitán de la comunidad (quien) no ha aceptado, (pero antes ya el ganadero) ha hecho sus trabajos sabiendo que los límites (por ello, los comunarios) se lo han levantado sus vallas”, denuncia Dionisio.
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Deforestación: el monte ya no provee como antes
En el territorio existía una gran variedad de biodiversidad, por ello desde antes los weenhayek se provisionaban solamente de allí, donde obtenían su alimentación (frutas y animales silvestres como venado y chancho de monte) y productos para confeccionar sus artesanías y su vestimenta.
De ese modo, además de dedicarse a la comercialización del pescado, las familias se dedican a la recolección de frutas silvestres, miel de palo y la elaboración de artesanías. Pero esas actividades ya no se realizan como antes porque debido al desmonte y a la contaminación hidrocarburífera, los productos del bosque mermaron.
La presencia de los ganaderos es uno de los factores de la deforestación dentro del territorio demandado de los weenhayek. Atrás quedaron las grandes extensiones de monte poblado por quebracho blanco y colorado, lapacho, palo blanco, mora, algarrobo y otros árboles y plantas.
“Había más árboles, antes (en la década de los ‘80) no había muchos ganaderos, cuando hubo el decreto a favor del pueblo weenhayek llegaron los ganaderos a copar el territorio”, relató don Andrés Salazar. (...)
Contaminación hidrocarburífera
El Chaco boliviano cuenta con amplia riqueza hidrocarburífera y el Territorio Weenhayek no es la excepción. Por ello, en su interior existen 14 pozos hidrocarburíferos, de los cuales tres funcionan, algunos ya fueron cerrados y otros son reserva.
Esta actividad llegó en la década de los ’80 a lo que ahora es la TCO. En aquel entonces no estaba establecida la consulta previa a los pueblos indígenas a diferencia de la actualidad por lo que los weenhyeks no sabían del acuerdo entre las empresas privadas y el Estado boliviano.
“Algunos de los pozos han perforado no más, cuando vimos que había efectos por la fauna y flora. Incluso botaban sus desechos en la playa del río. Por eso, en los ‘90 ya empezamos a trabajar un poco, ya el ‘94 había una norma de consulta y empezamos a coordinar con las empresas”, explica Fredy que por esa época era parte de Orcaweta.
Pese a ello, relata que esa década se desmontaron 4.000 hectáreas para los trabajos gasíferos. A partir de ello, se fue perdiendo parte de su biodiversidad y poco a poco los efectos de contaminación se sintieron.
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Planta hidrocarburíera de las comunidades weenhayek.
Por otro lado, don Dionisio denuncia que los trabajos de exploración que se hicieron dentro del Parque nacional y área natural de manejo integrado Aguaragüe, que colinda con la TCO, causaron que muchos de los ojos de agua, de donde extraían agua mediante cañerías, se tapen por lo que ya no cuenta con esa fuente.
“Ahora nos damos cuenta el impacto que está causando este trabajo petrolero, uno es el taponamiento de los ojos de aguas, sistemas de aguas naturales, y dos la contaminación. No solo bajo el suelo sino en el aire, el contaminante más grave es donde queman el gas, esos mecheros que el viento lleva no sé dónde”.
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