El territorio del pueblo Yukpa se encuentra entre la República de Colombia y la República Bolivariana de Venezuela. En Venezuela está ubicado en dos municipios del Estado Zulia: Rosario de Perijá y Machiques de Perijá, al norte con el río Tinacoa, al extremo sur con el territorio del pueblo indígena Barí, al este con los linderos de las haciendas en el piedemonte de la Sierra de Perijá y al oeste con los linderos de la República de Colombia. El grueso de sus comunidades se ubican en el municipio Machiques de Perijá entre los ríos Apón, Negro, Yaza y Tukuko. Las tres cuartas partes de su población viven en la cuenca del río Tukuko.
El caso relatado en este documento está ubicado en lo que ahora se conoce como la comunidad Chaktapa de la cuenca Yaza, en el piedemonte de la Sierra de Perijá.
Clasificación del caso
Recuperación de las tierras despojadas
En menos de 40 años, el pueblo Yukpa perdió sus tierras planas del piedemonte de la Sierra de Perijá por la extensión de la frontera agropecuaria. Los ganaderos fundaron el municipio Machiques de Perijá sobres las tierras el territorio del pueblo Yukpa, con excepción de dos comunidades ubicadas en el municipio Rosario de Perijá, Aroy y Tinacoa. De 1920 a 1960 los bosques del territorio fueron sustituidos por pasto. El hambre obligó a muchos jóvenes yukpa a trabajar como macheteros en la haciendas y a las mujeres y niños en pedir ayuda de dinero y comida a los ganaderos. Muchas familias salieron a ciudades cercanas como al interior del país a vender cestas y sombrero de paja tejidos con hilos de colores.
Debido al crecimiento vertiginoso de la frontera agropecuaria en todas sus tierras planas, las familias Yukpa se retiraron a las colinas y a las altas montañas de la Sierra de Perijá, límite con la República de Colombia. No hubo mayores enfrentamientos como ocurrió con el pueblo vecino indígena Barí, sino más bien constantes trueques de pedazos de tierras por sal, azúcar, arroz, ollas, machetes, entre otros utensilios agrícolas y rublos alimenticios; pero en épocas de veranos los yukpa bajaban a sembrar entre los matorrales y rastrojos existentes en los últimos alambres de púas de potreros de las últimas haciendas.
Para los años ’60, los jóvenes yukpa, sin tierras para sembrar y poder contraer matrimonio, comenzaron a bajar y a ocupar potreros de haciendas para hacer casas y conucos[1]. Esto originaba malestar y fuertes agresiones por parte de los ganaderos. En esa época, de norte a sur comenzaron a aparecer líderes como Cipriano en la cuenca del río Apón, o Manuelito Bolívar, Juan Vicente Gómez, Paredes entre otros en la cuenca del río Negro, Charito y Raúl en la cuenca del río Yaza; y en la cuenca del río Tukuko Pete estuvieron Huesito, Paulino, Anane entre otros. De esta historia viva de guerreros contada por su padre José Manuel Romero se nutrió Sabino Romero Izarra en la cuenca del río Yaza.
Desde el inicio del despojo, fueron constantes las luchas entre comunidades o grupos de familias indígenas Yukpa contra los ganaderos. En esas lidias los jóvenes como Sabino se hicieron hombres. Podemos decir que desde siempre la lucha de los Yukpa fue por la defensa y recuperación de sus tierras en mano de ganaderos y campesinos.
En una reunión en junio de ese año con Caciques Yukpa de la cuenca del río Yaza, Sabino nos dijo: “Ante éramos felices, andábamos vestido con kuericha, cazábamos y comíamos pajaritos, recogíamos caracoles, maíz, pero los hacendados nos quitaron las tierras, luego llegaron los Padres Capuchinos, nos trajeron pantalones, azúcar, pan dulce, cuadernos; luego se fueron y ahora debemos comprar azúcar, libros, todo, y trabajar en las hacienda, y eso a mí no me gusta”.
Sabino, como muchos líderes Yukpa, llevaba ya varios años a solas guerreando contra los ganaderos; ante las constantes denuncias de los ganaderos. Varias veces fue detenido por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) o la Policía Municipal de Machiques. Situación que con la llegada de los profesores y estudiantes universitarios de la Facultad de Ciencias, sus cursos de derechos humanos y la movilización organizada de los líderes indígenas, se puso fin a esas arbitrarias detenciones[2].
A partir de que la nueva Constitución (1999) propone, en su artículo 119, la demarcación de las tierras de los indígenas, se constituyó una comisión nacional de tierra, con representantes del Estado y presencia de poblaciones indígenas, y la entrega de títulos de propiedad colectiva de hábitat y tierras indígenas, pero respetando los derechos de terceros (como hacendados, madereros y mineros) y la los derechos del Estado del subsuelos.
Esta situación generó un descontento generalizado en todos los pueblos y comunidades indígenas del país, se sintieron defraudados. Algunos líderes afectos al gobiernos fueron desmovilizados como la etnia indígena Barí, que cinco años después aceptaron un título de propiedad colectiva de tierra donde perdían todas las tierras planas que del 1910- 1970 les despojaron empresas petroleras y ganaderos, y durante décadas habían luchado.
En el caso del pueblo yukpa, ante el retraso del proceso de demarcación de tierras indígenas, los líderes de las comunidades comenzaron por doquier a recuperar por cuenta propia los potreros de hacienda y a fundar comunidades como Karnapa en la hacienda El Capitán en el río Apón por los líderes Efraín Romero, Melecio Romero y Jaime Rincón; Koropo y Yuchubirí en el río Negro por Segundo y Trino Romero; Neremu en el Yaza por Jesús Salvador Terán y Koruval por Arístides Maikishi y José Herrera en el río Tukuko.
Estas tomas fueron marcadas por la violencia del desalojo una y otra vez por parte de sicarios pagados por los ganaderos, militares y la GNB y el descrédito ante los medios de comunicaciones financiados por los ganaderos de Machiques.
Posteriormente, al iniciarse el proceso de demarcación en 2004 comenzaron las contradicciones entre los líderes indígenas y el Gobierno. El Ejecutivo consideraba que no se iría a entregar títulos de tierras de haciendas y las comunidades indígenas exigían el pago de las bienhechurías de las haciendas y entregarlas en títulos colectivos y no así compartir su territorio con otros actores como los ganaderos a quienes los veían como avasalladores del territorio yukpa.
“No queremos terceros adentro del (territorio) Yukpa, con los indígenas yukpa. Los indígenas queremos producir nuestra cultura, porque nuestra cultura se está perdiendo. Tenemos que estar con la ley romana, nosotros no somos de Roma ni de Europa, somos indígenas de Venezuela queremos utilizar nuestra ley propia (…)”, relató Sabino Romero Izarra en una entrevista con Aporrea en Caracas en el año 2012.
Dadas las diferencias, se paralizó el proceso de demarcación de tierra. En ese momento Sabino Romero encabezó la recuperación de sus tierras con las tomas de haciendas de la cuenca del río Yaza, lo que determinó de inmediato un proceso de criminalización por parte de la Asociación de Ganaderos de Machiques (Gadema) y de los medios de comunicación, en espacial del diario La Verdad.
Toda la criminalización de la lucha a Sabino, marcó su asesinato en el que participaron sicarios de los ganaderos, de la policía municipal de Machiques y del Grupo Antiextorsión y Secuestros (GAES) de la GNB. Pero a este asesinato ocurrido en el año 2013, estuvo precedido por la muerte de otros indígenas, muchos parientes de Sabino, como su padre quien murió asesinado años antes.
Pese una serie de recuperaciones a manos de los indígenas y varias muertes de yukpas, recién tras la muerte de Sabino, el Gobierno accedió a pagar 38 haciendas por un monto de 249.848.852,10 bolívares a los ganaderos en un período de tres años (04/07/2013-18/06/2015) bajo dos títulos colectivos, donde actualmente viven 1.000 familias Yukpa, aproximadamente.
Por toda esta historia, la lucha de Sabino es relevante no solo para el pueblo Yukpa sino para todos los indígenas de Venezuela, pues fue el único Cacique que se mantuvo firme por la recuperación del territorio original Yukpa de la cuenca del río Yaza ocupadas por ganaderos.