El Resguardo Inga Mandiyaco se encuentra en el municipio de Santa Rosa, departamento del Cauca, Colombia. A pesar de eso, desde Mandiyaco hasta la cabecera del municipio de Santa Rosa hay aproximadamente 19 horas de viaje en carro –hay que pasar por Popayán, la capital del Cauca, rodeando las montañas- o dos días a pié a través de la montaña, pues este municipio se ubica en la región llamada Bota Caucana, de gran extensión geográfica y alejada del resto del departamento. De este modo, la ciudad más cercana al Resguardo Inga Mandiyaco, a solo 30 minutos de distancia es Mocoa, la capital del departamento del Putumayo. El límite físico entre este departamento y el del Cauca es el río Caquetá, afluente del Amazonas que representa también uno de los linderos o límites del Resguardo Inga Mandiyaco. El nombre de este resguardo, que en lengua indígena significa más o menos río que manda, se lo deben al río caudaloso que pasa por sus tierras, el Mandiyaco, que desemboca al río Caquetá. En realidad, a diferencia de la mayor parte de la geografía del Cauca que es más bien andina, en Mandiyaco predomina un clima tropical y selvático que se enmarca dentro de la bioregión amazónica.
El caso de una gran familia inga
163 personas viven actualmente, según Benigno Chicunque, gobernador del cabildo de Mandiyaco, en esta exuberante y viva extensión de tierra de 1555 hectáreas. De este modo, se puede afirmar que en el Resguardo Inga Mandiyaco conviven 48 familias que pertenecen a su vez a cuatro grandes familias: los Mutumbajoy, los Chicunques, los Garreta y los Buesaquillos. Sin embargo, a través del amor y las uniones conyugales, ya se puede hablar de una gran y extensa familia en el caso de la comunidad de Mandiyaco. “De la escuela para allá están los Mutumbajoy y los Garreta están de este lado, y los Chicunques están en el medio”, cuenta riéndose Luz Garreta Jansasoy, la tercera de diez hermanos. “Somos ocho varones y dos mujeres, ¿se imagina diez hijos? Y todavía ella anda joven, cargando, trabajando, mi mamá tuvo todos los hijos al año”, explica.
Luz tiene 39 años y tres hijas, ha sido cocinera del restaurante escolar durante “hartos años, desde que Carolina era bebecita”. Carolina es su hija mayor, tiene 20 años y estudia ingeniería forestal en la Universidad del Putumayo de la ciudad de Mocoa. Yuri, la segunda, tiene 18 años y vive con su pareja en otra vereda del Santa Rosa, “se enamoró hace dos años y se fue”, cuenta Kelly, la menor. “Yo quiero ser algo como ingeniera también, pero no voy muy bien con las matemáticas, entonces también podría especializarme en derecho propio indígena”, piensa Kelly a sus 16 años, una gran estratega del ajedrez.
Todas ellas, junto a Luz y al padre de la familia, Ariel Muchavisoy, participan activamente de la vida del Resguardo Mandiyaco. Asisten a las asambleas y a las mingas comunitarias. “De por si las programa el gobernador”, explica Kelly, “yo voy cuando no hay colegio”.