Pilares de la Cooperativa, gestión de la tierra y el territorio
“La tierra es estar en contacto con la vida misma. Acá está lo vital, lo importante, desde ver crecer la planta, ver crecer la familia.” Gonzalo
Todas las fincas tenían, al momento de ser compradas nogales y olivos y, obviamente, agua de riego. A medida que pasaron los años la mayoría fue ampliando sus fincas y plantando o realizando injertos de diferentes árboles, como frutales, limoneros, membrillos y nogales. También crían algunos animales, como chanchos, gallinas, gansos, etc. La mayoría fueron construyendo huertas para la subsistencia en sus terrenos. Más que nada cultivan hojas verdes, por la particularidad del clima y del terreno. En invierno producen arvejas, habas, lechugas, acelga, espinaca, rúcula, ortigas, suculentas y en verano tomates, cebolla, choclos y zapallos principalmente. Las huertas son familiares. Sin embargo, tienen planificado realizar de una huerta colectiva de la cooperativa.
El proyecto de la cooperativa fue consolidándose a paso seguro a lo largo del tiempo. Los pilares básicos de la cooperativa son: La democracia real, una conducción horizontal en la toma de decisiones y en la participación del proyecto; el “buen vivir,” que implica tener buena alimentación, democracia, buen trato, salud, etc.; y la transparencia, referente a la verdad, sinceridad y honestidad constante entre los miembros. Lo que los unió fue la reflexión de las prácticas preexistentes, que fueron paulatinamente fortaleciéndose y modificándose.
La unión es constante entre todos y se va consolidando mediante el diálogo en las asambleas y la cooperación entre ellos, en el trabajo y en la vida diaria. Un elemento fundamental para la unión es el trabajo colectivo. En un momento definieron que nadie podía trabajar solo, sino que siempre debían hacerlo en conjunto, “vemos que trabajando juntos se trabaja mejor” sostiene Carolina.
De todas formas, se fueron estableciendo entre ellos diferentes roles en función de las habilidades y conocimientos de cada uno (más allá de los roles formales que tienen dentro de la cooperativa, como el director, secretario, tesorero, vocal, etc.). Hay una división implícita donde las mujeres trabajan más en la elaboración del producto y en el ensamblado, y los hombres se dedican al trabajo manual de la finca, si bien mencionan que todos hacen todo, dependiendo de la labor que se deba realizar según la época del año. Carolina, al haber estudiado matemática, está a cargo del trabajo administrativo dentro de la cooperativa y de la definición de los precios de los productos, aunque menciona que es algo que se define entre todos.
Desde el juego, los 7 hijos de los miembros de la cooperativa fueron adentrándose en las actividades de sus padres. Crearon la “coope-kits,” con objetivos recreacionales. Clara comenta que “están todo el tiempo en la bodega, participan de las asambleas, están rodeados y empapados. Todo el tiempo”. Carolina cuenta que sus hijas adoran ayudar al padre en el trabajo en la huerta, plantando y regando. Sin planearlo van así enseñándoles a sus hijos el trabajo cooperativo, el trabajo con la tierra, generando un relevo generacional.
Fomentando la Agroecología
La cooperativa busca que sus productos sean agroecológicos, no fumigando ni fertilizando con agrotóxicos. Luís entiende a la agroecología “como un sistema de producción y de relaciones más justo. El sistema cooperativo entra dentro de la agroecología”. Admiten que carecen de una receta unívoca que les permita trabajar satisfactoriamente de manera agroecológica, es un trabajo de aprendizaje constante con las plantas. Alejandro cuenta que lentamente van aprendiendo y aplicando ciertas técnicas para lograr un máximo de producción mediante técnicas que no sean invasivas para la naturaleza.
La fertilización se hace con abono de cabra. Uno de los socios de la cooperativa tiene más de 100 cabras y sus desechos son aplicados, árbol por árbol, como fertilizante. También buscan trabajar con la biodiversidad, dejando algunas plantas específicas en las fincas y plantando algunas otras, como hiervas, melisa, orégano y algunas plantas que actúen como barrera contra las plagas, como el ajenjo. Tampoco utilizan conservantes ni colorantes químicos al producir alimentos manufacturados.
Con respecto a la fumigación realizan purines con bolas del paraíso o con ajenjo, dejando fermentarlas para repeler a las hormigas y a otros bichos. En un momento utilizaban diatomea, pero eso disecaba muchos otros animales que no son nocivos para la producción y sí son fundamentales para la biodiversidad. También hacen trampas para la carpocapsa, una polilla que pone huevos en las nueces, de cuyos huevos nacen gusanos que arruinan la producción. Si bien aún no encontraron una receta para eliminar la carpocapsa, que sea agroecológica y económicamente accesible, cuentan que están siempre motivados por la búsqueda.
En torno a la agroecología se ejercen varias prácticas culturales. Una de ellas es el cuidado y la atención a la semilla ancestral, el trabajo en equipo, las conocidas “mingas” (trabajo gratuito en una finca para ayudar a un vecino). También rescatan el trabajo que se realiza entre todas las cooperativas de la provincia y algunas empresas recuperadas, en búsqueda de una producción agroecológica. Y cuentan que hay un conflicto muy grande en torno a la fumigación.
La municipalidad fumiga de forma gratuita en todas las fincas del pueblo. Deberían utilizar un veneno de clase 4 pero, al ser este muy caro, utilizan un veneno de clase 2, que es mucho más nocivo para la planta y para la salud del pueblo en general pues ha causado enfermedades e incluso muerte de algunos vecinos. La cooperativa se opuso a la fumigación de la municipalidad dado que no cumplía con varias reglamentaciones de higiene específicas. Cuando se realiza una fumigación, los trabajadores deben estar cubiertos, no pueden fumigar cuando hay viento y tampoco pueden fumigar a menos de 500 metros de una vivienda. Todas estas reglamentaciones fueron incumplidas por la municipalidad. Incluso una vez limpiaron el tractor con el que fumigaron al lado de la vertiente de agua potable, probablemente infectándola. En el año 2016, lograron frenar la fumigación a partir de una movilización en la municipalidad.
Esto generó asperezas con la gente del pueblo. La municipalidad mostraba como opciones “la carpocapsa o el químico” y señalaba a la cooperativa como los culpables de la existencia de la carpocapsa. Sin embargo, no volvieron a fumigar. Muchos habitantes del pueblo prefieren obtener una fumigación gratuita, producir, y vender todo lo cosechado a las grandes compañías. No obstante, algunos comenzaron a dejar de fumigar y ofrecer sus productos a la cooperativa. Otra práctica de incentivación agroecológica se da a partir de esto, desde un plano económico. La cooperativa paga la pulpa de nuez a un precio mucho más alto que el resto de las empresas, incentivando a que las personas del pueblo no fumiguen con agrotóxicos para después vender lo cosechado a la cooperativa.
Los protagonistas del caso comentan que los padres y abuelos de la gente del pueblo no fumigaban con agrotóxicos. En algún momento, hace 50 0 30 años atrás, hubo un quiebre donde se institucionalizó el agrotóxico y se institucionalizó así, otra forma de conocimiento, de pensamiento y de producción, donde se jerarquiza la palabra y normas científicas por encima del conocimiento ancestral. Dentro del pilar del “buen vivir” de la cooperativa, se intenta rescatar el conocimiento que ya está ahí, el conocimiento tradicional. Mariana agrega que hay que reencontrar esas formas ancestrales, recordar. Junto con la fumigación y la tala de árboles autóctonos, se produjo una importante desestabilización del ecosistema, con consecuencias muy perjudiciales para la gente del pueblo, como inundaciones constantes o el hecho de que los árboles autóctonos- como el tala o el chañar- ya no dan frutos que antes eran alimento para muchos.
La cooperativa ha obtenido bastante asistencia técnica para lograr profesionalizarse en la producción agroecológica. Carecían de conocimiento previo de producción y de experiencia en el trabajo de la tierra. En primer lugar, resaltan la ayuda obtenida de la gente del pueblo, que llevaron semillas y les enseñaron muchísimo a cosechar, plantar, regar, etc.
A partir de un trabajo articulado con el ministerio de agricultura del gobierno anterior realizaron un taller para la elaboración de trampas. También obtuvieron capacitación meteorológica y un taller para adquirir más conocimientos sobre la fumigación agroecológica y para la concientización. Por último, junto al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se inscribieron al programa Cambio rural, a partir del cual tuvieron acceso a un ingeniero alimenticio y recibieron asesoramiento técnico para la elaboración de aceitunas.
La comercialización: Importancia de las redes y el precio justo
La cooperativa produce nuez, aceituna y derivados de ambos, varias mermeladas y dulce de membrillo. Producen productos cosméticos; crema, spray repelente de insectos, tinturas madre, aceites y jabones. Adquirieron hace poco un subsidio llamado Línea 2, del ministerio de desarrollo, mediante el cual consiguieron un préstamo para maquinarias que van a permitir la producción de vino.
La producción es comercializada principalmente en Buenos Aires, Bariloche, Córdoba y Tucumán. Hay varios vendedores particulares que se encargan de colocar los productos en las diferentes provincias mencionadas. Todos coinciden en que las redes con otras cooperativas son fundamentales para la comercialización. Al estar en un pueblo tan alejado y aislado, consideran que las redes son esenciales para poder ubicar sus productos. También utilizan el trueque como forma de sustento, principalmente intercambiando sus productos por arroz, fideos y otros alimentos de subsistencia. Con los productos adquiridos mediante el trueque arman una tienda social a precios accesibles y con descuento para los socios de la cooperativa. Trabajan con una red en Rosario y otra llamada “Alimentos Cooperativos”.
Están en contacto con la Cooperativa Bonpland, que funciona en Buenos Aires y con dos organizaciones, llamadas Orgánico sí o sí y otra formada por una familia cordobesa. También realizan un trueque indirecto con vecinos. Cuando los vecinos van a comprarle algún producto, generalmente lo venden a un precio más bajo y los vecinos a su vez suelen regalarles tomates o algunas semillas.
La cooperativa tiene la visión del Precio Justo, a partir de la cual procura no precarizar el trabajo del campo, el trabajo del hombre que está todo el año sembrando, regando, cuidando y cosechando. “El panadero se enteró que nosotros comprábamos pulpa de nuez y nos vino a ofrecer a 90 pesos el kilo. Nosotros le respondimos: ‘¡No, a ese precio es imposible, menos de 130 pesos no lo podemos pagar!’ No te imaginás la cara del hombre, no lo podía creer. En qué cabeza cabe que vos vas a venderle algo a alguien y te ofrece más dinero” comenta Carolina.
Anteriormente, los productores prácticamente regalaban el kilo de nuez, a un intermediario que compraba casi la totalidad de la producción, quedándose con una gran diferencia económica. A partir del trabajo de la cooperativa, se puede ofrecer un mejor precio por la materia prima que se produce en el lugar, favoreciendo no sólo a los participantes del proyecto sino a todo el pueblo. Refiriéndose al “cuello de botella de la comercialización,” Clara comenta que es muy difícil vender lo producido. En el pueblo todos tienen nuez y todos tienen aceitunas, entonces, si no se generan líneas para ubicar los productos, los productores se ven altamente desfavorecidos tanto por la imposibilidad de colocar sus productos como por los precios que eventualmente imponen los comerciantes. La Cooperativa procura saldar aquella deuda. Busca generar una conciencia del precio justo, donde el productor y cosechador cobren lo merecido y que el intermediario no se quede, como suele suceder, con aquella gran diferencia.
Perspectivas para el futuro
Los participantes consideran que la cooperativa es una empresa pero con valores. No es sólo la ganancia monetaria a lo que aspiran, sino a buscar una buena calidad de vida, y a alcanzar en su plenitud los pilares de democracia, buen vivir y transparencia. Sus principales perspectivas son cuadriplicar el trabajo que vienen haciendo y lograr que quien quiera, pueda vivir solamente del trabajo en la cooperativa. Varios de los integrantes tienen otro trabajo, aparte de la cooperativa. Carolina trabaja en la docencia, también realiza peluquería en las casas de la gente del pueblo. Clara es docente en 3 escuelas, Luís realiza “changas,” trabajos esporádicos generalmente en el área de construcción. Alejandro vende comida, Mingo tiene vacas y cabras, vende carne y queso. León es artesano. El propósito es lograr subsistir a partir del trabajo exclusivo con la producción en la cooperativa. Lograr superarse año tras año. También proponen aumentar el contacto con diferentes redes de comercialización de productos agroecológicos. Alejandro comenta que “La cooperativa genera mucho, pero antes que eso está un estilo de vida. Cómo querés criar a tus hijos, cómo querés vivir vos. Cómo querés construir. Todo está bien, cada uno elige, como quiere, como puede”. La cooperativa tiene la perspectiva a futuro de incentivar a más personas a que se sumen al proyecto, considera que hay que poblar y ser cada vez más personas.