Como estoy contando, en el año 1994 conseguimos título de propiedad de Comunidad Nativa, mi esposo es el que recibe la titulación. Él y el señor Felipe Collantes son los que inician el trámite, eso duró diez años, de repente más tiempo, por lo menos desde 1980 hasta 1994. La comunidad tuvo que hacer un estudio socio-económico para que reconocieran nuestros derechos como indígenas.
Los abogados de Puerto Maldonado venían a atendernos y siempre pedían plata primero. Yo decía: ¿cómo no tengo plata y me pongo a estudiar para que vean como se arreglan las cosas de otra manera?
Esos mineros, todo lo han destruido
La minería ilegal destruye ecosistemas y genera grandes perturbaciones en el tejido social de Madre de Dios. (Foto Pablo Merino).
En 1994, cuando recibimos nuestro título, ya había mineros acá. Desde allí hemos venido peleando, peleando, en ese tiempo mis hermanos eran dirigentes. A veces los dirigentes son comprados, no lo digo por mis hermanos, ellos han sido rectos. Lo digo en general, los mineros que tienen mucha plata compran a los dirigentes, muchos dirigentes han caído en eso y eso no debería pasar.
Esos mineros vienen del Cusco, son serranos, son gente que tiene harto dinero, compran los motores, hacen lo que quieren, como uno no está diario porque tienes que ver tu chacra, ellos se van metiendo (plata a los dirigentes) y se van quedando.
Nosotros siempre hemos estado detrás de las autoridades: “Señores miren lo que están haciendo”, “señores miren lo que está pasando”, “señores boten a los mineros ilegales”…
"Por eso en el año 2008 decidimos en Asamblea poner punto final a tantos atropellos. Nos organizamos y nos hemos ido a botar a un señor que se apellidaba Tiznao. Ese señor era de Trujillo. Ya tenía sus denuncias. A ese señor lo hemos botado, hemos quemado sus máquinas, su campamento, su comida, claro previo aviso, previa notificación, todo por escrito.
En la playa nos pusimos, con radio de comunicación nos pusimos y lo botamos. En la playa hemos dormido: “señor, tiene usted 48 horas para que se vaya, le dijimos. Y el señor se retiró con todas sus cosas, no sé de donde trajo esos carros que cargan cosas y se fue”. Después de Tiznao fuimos botando a todos, poquito a poquito.
La expulsión, en defensa del territorio
Yo he sido elegida presidenta de mi comunidad dos veces, la primera vez en el año 2003, la segunda en el 2009. A mí mis padres me dijeron que si no defendía mi territorio no era nadie. Por eso nos decían a mí y a mis hermanos: estudien, estudien para que ustedes algún día hagan respetar esta tierra. Y así he hecho.
El año 2010 se acabó la paz, empezaron de nuevo, esa es la guerra que estamos viviendo ahora. Yo ya era por segunda vez presidenta de Tres Islas.
La gente te elige si ve que eres fuerte, si tienes ganas de apoyar a tu comunidad, la gente se da cuenta de eso y te apoya o no. La comunidad por eso me nombró a mí otra vez. Estaba muy bien preparada para asumir de nuevo la presidencia de mi comunidad. Había asistido a un montón de talleres. Yo soy una líder de mi comunidad, sabía cómo afrontar esa obligación, sabía cómo representar a mi pueblo. Estaba preparada para enfrentarme a cualquier tema. Había sido dirigente en el Vaso de Leche, también pertenecía a Fenamad (Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes), la federación que agrupa a todas las comunidades nativas de Madre de Dios. Siempre iba a las reuniones de mujeres, estaba muy preparada (…)
Bueno, en ese año, el 2010, taladores y los mineros informales se habían metido por todas partes, eso ya era un problema grande, no ves que el precio del oro había subido un montón. Ya tenían campamento, tenían tiendas, había prostibares[1], vendían combustible. Eran como trescientos, no sé cuántos habrían, allí había bastante gente, bastantes motores, como 30, 40 motores.
Volvimos a tomar decisiones en Asamblea porque así dice la norma, así dice la Constitución bien claro: “las comunidades nativas son autónomas dentro de su territorio”. Y por lo tanto hemos hecho una reunión, hemos decidido y hemos redactado unos papeles, unos escritos notificándoles: “Señores, esto es nuestro territorio por lo tanto tienen 48 horas para que se retiren. Y si no se retiran aténganse a las consecuencias que puedan pasar”.
Luchando para que se respete la autonomía y libre determinación de los pueblos indígenas. (Foto Agencia Andina).
Decidimos que en la carretera por donde entraban los mineros íbamos a construir una caseta de control para controlar a esa gente y que se larguen de una buena vez. Esa carretera sale de la Interoceánica y va a Teniente Acevedo, un asentamiento vecino. Nosotros colindamos con Teniente Acevedo y con San Jacinto. Los de San Jacinto andan por esta trocha y también entran los que van a Teniente Acevedo y de allí aprovechan los que van a la minería. Esa trocha la hemos utilizado para sacar madera, esa trocha carrozable se quedó libre y por allí entraron los mineros. Qué más han querido. Mientras nosotros estamos peleando por otro lugar (donde pusimos la posta), ellos ya se habían entrado, calladitos nomás.
Como no nos hicieron caso después de la notificación fuimos y los botamos: hemos quemado sus tubos, le hemos quemado cosas, calladitos se han ido. Planeamos bien las cosas, nos organizamos bien. Primero se meten los hombres, dijimos, nosotros las mujeres nos vamos a quedar acá. Vamos a estar mirando, espiando todo lo que pasa.
La gente fue con machetes, con arcos, con flechas, con eso fueron. Los engañaron, los comunarios les dijeron: “Si ustedes no se van le vamos a dar con estas flechas que tienen veneno”. Ellos tenían escopetas. “Si ustedes nos balean, con estas flechas envenenadas les vamos a dar duro”, les dijimos.
No hubo enfrentamiento. Solo nos dijeron:
– “Por qué nos hacen estos si nosotros estamos pagando al Estado”.
– “Ya estamos cansados de que le peguen una miseria al Estado –les dijimos– no queremos que destruyan nuestros bosques.” Todo les tumbamos, lo bueno y lo malo. Y se fueron todos.
Después de eso, nos denunciaron, ellos presentaron en el poder judicial de Puerto Maldonado un Habeas Corpus diciendo que estábamos impidiendo el libre tránsito y nos ganaron en quince días. El juez ordenó que nos tumbaran la caseta y así fue, nos tumbaron todo. Nosotros sabíamos que los mineros juntaban una bolsa y que de allí sacaban la plata para pagar a todo el mundo, hasta a los fiscales les han pagado. El poder judicial solo hace justicia para los poderosos.
[1] Bares donde se consume alcohol y se ejerce ilegalmente la prostitución. Por lo general las muchachas que ofrecen sus servicios sexuales han sido reclutadas a la fuerza o son menores de edad, niñas provenientes de pueblos de la sierra y selva del Perú. Organismos de derechos humanos han denunciado la existencia de mafias que utilizan estos establecimientos para explotar sexualmente a niñas y adolescentes.