Mis abuelos vinieron de Ucayali, vinieron en la época de los caucheros. En esos tiempos los caucheros trajeron mucha gente. Mis ancestros, entonces, vinieron en canoa, tanganeando, como podían. Los que llegaban a esta zona se quedaban un tiempo y después se iban. Otros se quedaron para siempre.
Mi abuelo fue uno de los que se quedó, aquí tuvo a sus hijos y sus hijos a nosotros. Así fuimos construyendo nuestras familias. Aquí vivían los ese ejas. Los indígenas ese ejas son de la frontera con Bolivia, por Palma Real, por Sonene. Allí todavía hay ese ejas.
Mis abuelos hablaban su idioma, su dialecto, lamentablemente nos decían para qué van a aprender ustedes nuestra lengua, tienen que aprender español nomás. Si hablan como nosotros van a ser humillados, nos decían. Ellos hablaban entre ellos, no querían que nosotros aprendiéramos su lengua.
Juana Payaba vive en Tres Islas con sus hijas y sus nietas. (Foto: Revista Viajeros).
Yo ya no aprendí, claro que entiendo un poco. Mis papás solo hablaban entre ellos en shipibo. Mi padre en todos los conversatorios que tenían, con los mayores, nos botaban a nosotros. Fuera, fuera, nos decía. Vayan a jugar, nos decían. Tendrían vergüenza, pienso.
En Tres Islas todavía hay hermanos que hablan shipibo y ese eja, son mayores generalmente. Yo entiendo, Jakon yamekiri: buenos días; Jakon yantan: buenas tardes, así yo les saludo, entiendo algo… Todo lo que sé de ellos lo he ido conociendo en las danzas, en los cuentos que nos contaban, allí nos decían cómo vivían ellos antes, de donde vinieron, así nos iban contando.
Mi padre siempre pescaba, siempre trabajaba la madera. Y también la minería… pero solo cuando necesitaba dinero, aquí siempre ha habido oro. Oro había en cantidad en las playas, pero en el 2002, 2003, allí empiezan a llegar los mineros con sus tracas[1], con sus máquinas, con sus tracas hidráulicas. Vinieron y se instalaron con sus motores en las orillas del río y luego se metieron al bosque y allí empezaron los problemas con la comunidad.
Aquí antes nadie robaba, tú dejabas tus cosas allí nomás y no pasaba nada. Eso ha cambiado demasiado con la minería. Cuando era chica pescábamos dorados, palometas, boquichicos, paco, toda clase de pescado. Tú te ibas con tu red, lanzabas y sacabas medio saco de pescado. Ese medio saco lo traías a tu casa, lo charquiabas, le ponías al sol; tú tenías entonces pescado para rato. Tenías pescado ahumado, pescado salado, pescado para patarashca[2], para juane[3]… y con las cabezas hacíamos caldo. Ese caldo veníamos a comer con tu yuca, con tu inguiri[4], con tu arroz. Era una maravilla. Eso ya no hay en este tiempo. Claro, ahora tendrías que salir dos, tres días a pescar.
Nosotros éramos trece hermanos, pero ahora nos hemos quedado once. Éramos seis mujeres y los varones eran siete. Yo soy la número tres. Mis hermanas Vilma y Ercilia son las últimas. En el colegio yo jugaba fútbol, vóley, de todo. Bailaba, danzaba, decía poesías, no tenía miedo. Bailaba marinera, todo hacía, me gustaba actuar, nunca decía no. Todas mis hijas son así. Almendrita ha sido alcaldesa en su colegio, ha sido Miss Señorita, ahora en este momento ha vuelto a postular para ser alcaldesa. Todas mis hijas son así, son habilosas.
Indígenas shipibos y ese ejas luchando por recuperar su salud y la de sus bosques. (Foto Sophimanía).
Para nosotros como indígenas esa era nuestra vida. Pescar, cazar, eso es lo que sabemos. Mi papa cuando salía a cazar mataba huanganas[5], sachavacas[6], teníamos comida para dos o tres meses, en salado, en ahumado…
En mi niñez yo no conocía Puerto Maldonado, no era necesario. Mi papá no nos llevaba a la ciudad, ¿para qué? De diecisiete, de dieciocho años, recién aprendí a ir a la ciudad, allí ya tenía uso de razón.
Los shipibos somos dialogantes, nos gusta compartir, esa es nuestra característica. Muchas veces tenemos una señal en la frente, nuestras orejas, nuestro perfil es así como el mío.
Yo acabé el colegio con las madrecitas. Hombres y mujeres estudiábamos juntos. Era una mezcladera, nuestra maestra era bien recta. Yo era la arquera del equipo de fútbol. Hasta ahora me gusta jugar, mis hijas han salido a mí en eso. Mi hija mayor es futbolista. Yo sigo tapando, me gusta. Yo era un poco inquieta. Tenía una compañerita que me rompía mi cuaderno, mucho me molestaba. Un día me cansé y le di su tanda. La profesora me castigó. ¿Profesora por qué me castiga si ella es la que me molesta?, le dije. En todo caso que nos castiguen a las dos.
[1] Hasta mediados de la década de 1980 la mayoría de mineros usaba métodos artesanales (carretilla, canaletas, etc.), a partir de esa fecha empiezan a usar métodos semimecanizados como en Brasil y Bolivia. Con diversos nombres y capacidades (draga, caranchera, traca, balsa gringo, etc.), estas máquinas, fabricadas generalmente de manera empírica, trabajan bajo el mismo principio: la succión de material (arena y grava) de las riberas y lechos de ríos y cuerpos de agua.
[2] Palto tradicional preparado a base de pescado envuelto en hojas de palmera que se cocina directamente sobre carbón o fuego.
[3] Plato tradicional de la gastronomía amazónica peruana. Se prepara a base de arroz y carne de pollo o gallina envuelta en hojas de palmera (bijao).
[4] Plátano verde cocido en agua.