“Hacia fines de los años noventa las cosas comenzaron a cambiar, un grupo de comuneros empezó a hablar en voz alta de protección, de recuperar el territorio comunal”, agrega Carrasco. Para entonces la desazón era grande en la comunidad: la junta directiva en vigencia, con el aval de la asamblea comunal, había vendido 2.700 hectáreas de tierras aparentemente eriazas a una compañía minera con la promesa, no cumplida, de que ésta construyera pozos de agua que potenciarían la agricultura local y la implementación de un gran proyecto de reforestación.
Fue entonces que la comunidad volvió a encontrarse con Heinz Plenge, un fotógrafo de naturaleza y ambientalista lambayecano cuyo trabajo ha sido publicada en revistas de la talla de National Geographic. Plenge, durante la década de los años sesenta, había recorrido los bosques y descampados de Santa Catalina de Chongoyape registrando su vida silvestre, especialmente la relacionada a los cóndores y osos de anteojos del cerro Chaparrí, uno de los apus o montañas tutelares andinas más cercanas a la costa.
Al retornar a la zona y constatar el estado de abandono y degradación ambiental, propone a la comunidad la creación de un área intangible para el rescate y cuidado de osos en cautiverio. Hay que mencionar que el predicamento de Plenge fue tomado en cuenta entre los comuneros debido a que había sido tiempo atrás administrador de la hacienda Tinajones, un predio rural ubicado en el distrito de Chongoyape.
Los contactos académicos y científicos del fotógrafo lambatyecano Heinz Plenge le sirvieron a la comunidad para impulsar los proyectos de desarrollo que han potenciado al Área de Conservación Privada.
“Don Heinz -nos dijo un comunero que participó en las primeras reuniones de trabajo- sabía lo que nos decía, él fue quien nos habló por primera vez de turismo y de conservación de la naturaleza”.
Tras varios años de deliberaciones y convertido el propio Plenge en comunero, se logró finalmente, en el año 2001, a creación del Área de Conservación Privada (ACP) Chaparrí, la primera de carácter comunal establecida en el Perú.
Conservar para la gente
Las Áreas de Conservación Privada (ACP) son un instrumento legal previsto por la legislación peruana que permite a los propietarios privados (sean personas naturales, comunidades campesinas o nativas, organizaciones no gubernamentales u otras instituciones) obtener respaldo legal y seguridad jurídica para sus predios en la medida en que éstos sean destinados, de manera voluntaria, a la conservación de la biodiversidad que contienen.
Para obtener este reconocimiento de manos del Estado, las áreas en mención deben tener un valor de conservación que generalmente está dado por sus paisajes, sus recursos naturales o los servicios ambientales que brindan. El reconocimiento que el Ministerio del Ambiente les da a nombre de la Nación está sujeto al cumplimiento por parte de los titulares del ACP de compromisos de conservación establecidos por un período determinado de tiempo.
Para constituirse en ACP no existe una extensión mínima ni máxima de tierras exigidas y el reconocimiento que se les otorga a los peticionarios es por diez años, los que pueden ser renovables de manera indefinida.
El nombre que los comuneros eligieron para denominar al área está vinculado como se ha dicho al Cerro Chaparrí, una montaña que domina el paisaje de la comunidad que sigue siendo reverenciada por la población local por su carácter mágico.
“Chaparrí es un Apu, una montaña sagrada, lo repite Juan Carrasco a los visitantes, nuestros padres y abuelos, nuestros ancestros lo sabían. En Chaparrí, curanderos y brujos obtienen las plantas que utilizan en sus rituales, por eso es que sus bosques se han mantenido en pie, aunque parezca mentira los taladores han respetado el carácter sagrado de nuestro cerro”.
El Área de Conservación Privada Chaparrí es extraordinariamente rica en especies endémicas del Perú, casi un tercio de sus vertebrados son únicos en el mundo. Cuenta con alrededor de 283 especies de aves (47 endémicas y 3 están peligro de extinción), 21 especies de mamíferos, 23 especies de reptiles, cinco especies de anfibios, seis especies de peces y 10 especies de libélulas. De todas las especies que se protegen en el área, la pava aliblanca es la más representativa y gracias el éxito de los esfuerzos que se realizaron en Chaparri por salvarla de la extinción, se convirtió en la actualidad en un ave símbolo del departamento y orgullo nacional. También se pueden observar pumas, ocelotes, gatos andinos, osos de anteojos, venados de cola blanca y zorros de Sechura.
La capacitación a los pobladores locales es permanente. Se trata de crear puestos de trabajos para todos e impulsar la diversificación productiva.