Ñina de una de las instituciones educativas de Santa Catalina de Chongoyape dando la bienvenida a los visitantes al ACP Chaparrí.
La creación del ACP Chaparrí detonó una serie de sucesos positivos en la Comunidad Campesina Santa Catalina de Chongoyape que pasó de ser una comunidad caracterizada por la desidia y la pobreza de su población a convertirse en un colectivo poblacional dueño de su territorio y destino. Los deseos de superación de sus habitantes y la autoestima recuperada por la comunidad fueron decisivos para la implementación de proyectos vinculados al turismo y la conservación de la naturaleza. Pronto la comunidad empezó a ser visitada por científicos y turistas deseosos de conocer los avances en la recuperación del bosque habitado por dos especies emblemáticas del Bosque Seco Ecuatorial: el oso de anteojos y la pava aliblanca.
Los taladores ilegales y los cazadores furtivos se batieron en retirada; los rebaños de ovejas, cabras y vacas se redujeron ostensiblemente, la actividad minera también se contrajo. Hombres y mujeres de la comunidad fueron capacitados por instituciones científicas aliadas que vieron en la voluntad de los asociados al proyecto razones suficientes para establecer alianzas que hasta la fecha continúan. Un grupo de comuneros participó en talleres para recibir las competencias necesarias para atender a los visitantes como intérpretes ambientales. A esa primera promoción de guardianes del bosque seco pertenece don Juan Carrasco. Sobre el particular ha dicho:
“La propuesta de incursionar en turismo se nos presentó como una oportunidad de generar mejores remesas para la comunidad, fue necesaria la búsqueda de oportunidades y de apoyo, el esfuerzo dio frutos y logramos contar con apoyo internacional para iniciar el desarrollo de nuestro emprendimiento. El modelo de Bosque Seco manejado por nuestra comunidad, se volvió en ejemplo y el referente en distintas partes de Sudamérica; comunidades de Chile y Ecuador han visitado Chaparrí, tomándonos como referentes para el trabajo de Turismo Rural Comunitario”.
Las cuatrocientas familias que conforman la comunidad de Santa Catalina de Chongoyape se han beneficiado directamente del éxito del ACP Chaparrí debido, como es evidente, a la creación de nuevos puestos de trabajo (como intérpretes ambientales, como productores de artesanía, como proveedores de servicios, etc.). El flujo creciente de turistas genera ingresos económicos por la venta de alimentos, alojamiento y transporte. Adicionalmente, y tal vez eso sea lo más importante del emprendimiento, el 60% de lo recaudado en el ACP se invierte en la mejora de los servicios de salud y educación en todos los caseríos de la Comunidad Campesina. En esas zonas donde no llega con facilidad el Estado, se ampliaron las aulas de las escuelas y se reforzaron las postas médicas. Todas estas mejoras fueron acompañadas por continuas capacitaciones en temas de nutrición, cuidado del medio ambiente y salud. El 40% restante se invierte en el mantenimiento y buena gestión del ACP.
“El banco de oro que Antonio Raimondi (el viajero italiano a quien se achaca la sentencia: “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”), son nuestros recursos, nuestros bosques”, ha dicho más de una vez Juan Carrasco. Él ha sido uno de los artífices de la creación de la Asociación para la Conservación de la Naturaleza y Turismo Sostenible Chaparri – ACOTURCH, el ente técnico compuesto por miembros de la comunidad que gestiona el ACP y dinamiza las propuestas agroecológicas y de desarrollo en beneficio de todas las familias de la comunidad.