Costumbres y movilidad poblacional en Patarani
Patarani es una comunidad aymara. De acuerdo con documentos históricos el origen de los pobladores de esta región es de carácter milenario ya que durante las civilizaciones pre-coloniales constituían los ayllus del Tawantisuyo y luego de la invasión española, figuran como propiedad privada de los “patrones”, a pesar de las resistencias que ejercieron de manera constante.
En función a las políticas agrarias liberales del siglo XIX, Patarani se constituye como propiedad privada de la familia Aramayo Dalenz, “patrones” hacendados de esa región, quienes durante más de medio siglo se dedicaron a la dominación cultural y explotación económica de la población nativa. Este proceso de abuso fue detenido con los sucesos de la Revolución Nacional del año 1952, donde los colonos de la Comunidad Patarani, al igual que en otras regiones, protagonizaron diferentes hechos para expulsar al “patrón” de las haciendas, obteniendo como resultado la recuperación de las tierras en favor de los comunarios, proceso que fue formalizado el 24 diciembre de 1953, instituyendo a la comunidad como sindicato agrario.
El sindicato agrario, como forma de organización y administración territorial tuvo su fin en 1999, año en que los comunarios de Patarani recobraron su identidad cultural y adoptaron la nueva denominación de Comunidad Originaria Patanani, con ello las formas de organización de las tierras de la comunidad también cambiaron y se adaptaron a una realidad cultural más cercana y coherente. Actualmente, esta comunidad presenta sus derechos de propiedad individual actualizados mediante el procedimiento técnico y jurídico conocido como saneamiento interno de tierras[1], realizada en la gestión 2013 con el asesoramiento de Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA).
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPYV) del año 2012, Patarani cuenta con 449 habitantes. La lectura de este dato comparado con los datos del CNPYV del año 2001, en que la comunidad albergaba 556 habitantes, devela un decrecimiento poblacional.
Fuente INE, CNPYV 2012-2012
En cuanto a la composición de la población por sexo, las mujeres son predominantes, según datos del CNPYV del año 2012, de un total de 449 habitantes 242 son mujeres y 207 son hombres. Este comportamiento también se refleja en los datos del CNPYV del 2001, aunque las diferencias no son significativas, ya que de un total de 556 habitantes 283 son mujeres y 273 son hombres.
Fuente INE, CNPYV 2012-2012
Este decrecimiento poblacional está dado principalmente por la migración hacia las áreas urbanas y por la tasa de nacimientos, en los últimos años este hecho se ha generalizado, la mayoría de los jóvenes después de concluir el bachillerado han optado por una vida fuera de la comunidad, migrando a las principales ciudades de Bolivia, Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, y a países vecinos como Argentina y Brasil, en los que se insertan en el campo laboral como asalariados. Por otro lado, las parejas jóvenes tienen a optar por familias reducidas, teniendo como promedio dos de 2 a 3 hijos, y además, las mujeres controlan su reproducción mediante diferentes métodos anticonceptivos.
La reducción de la población masculina es llamativa. Se puede advertir que la migración acentuada recae a este sector, pero también que en las últimas décadas la mayoría de los nacidos vivos son de sexo femenino. Esta situación fue generando nuevas dinámicas sociales dentro de la comunidad, como por ejemplo una alta frecuencia de residencias o matrimonios uxorilocales[2].
Según la caracterización de la población por edad, al grupo etario mayoritario son los adultos de 29 a 59 años, con 37%, lo que advierte que dentro de la comunidad se está quedando la gente adulta.
Fuente INE, CNPYV 2012-2012
Dentro de esta pirámide poblacional, la estancia de los jóvenes y adolescente es reducida. Esta realidad es resultado principalmente de la migración, aunque cabe resaltar, que los recientes años los jóvenes de esta comunidad presentan una participación social y política activa, logrando asumir cargos de autoridad[3]. Ante el desafío de nuevas competencias y habilidades para la gestión de nuevos proyectos, la comunidad paulatinamente va aceptando a los jóvenes en los espacios públicos decisorios, situación desafía a las prácticas tradicionales que tienden a relegar a los jóvenes a un plano inferior.
Los comunarios comentan que vivir en Patarani, es como vivir en la ciudad ya que prácticamente tienen todos los servicios básicos, como la energía eléctrica y agua potable. Estos servicios fueron gestionados hace más de dos décadas, a través de instituciones con financiamiento extranjero tales como Plan Internacional Altiplano e INTERVIDA. En cuanto al servicio sanitario utilizan pozos ciegos.
Para el acceso al servicio de salud pública los Pataraneños tienen que trasladarse al Puerto de Guaqui, ubicado a 12 km de la comunidad, donde está el Centro de Salud Municipal. En situaciones críticas las familias acuden directamente a Hospitales Públicos de la ciudad de El Alto, muy pocos recurren a servicios privados. Empero, el uso de la medicina natural y tradicional es frecuente, ya que muchas familias demuestran cierta resistencia a la medicina científica y prefieren servicios de curanderos de la comunidad o el uso medicamentos caseros.
Referente a la educación de los niños, la comunidad cuenta con una Unidad Educativa, llamada “Carlos Palenque Avilés”, que brinda el nivel inicial, primario y nivel (solo hasta 2do de secundaria). Los estudiantes después de cursar estos grados están obligados a trasladarse a escuelas aledañas para concluir el bachillerato. El nivel de profesionalización es bastante bajo, muy pocos jóvenes ingresan a las universidades y terminan su profesión.
Unidad Educativa “Carlos Palenque Avilés”
La comunidad está organizada en dos zonas: abajo y arriba. Su administración está fundada en costumbres y tradiciones propias, como procedimientos y normas que viabilizan la vida comunal y la gestión de su tierra y territorio. Su autogestión territorial se rige sobre el enfoque de propiedad colectiva sin dejar de lado los derechos individuales sobre la tierra.
Al igual que en otras comunidades de la región andina, la tenencia de la tierra está directamente ligada al cumplimiento de las obligaciones comunales, cumplimiento de cargos de autoridad, participación de trabajos comunales, cumplimiento de aportes, participación en trabajo comunales, cumplimiento de aportes económicos, participaciones en actividades socioculturales, entre otras[4]. Esta forma de enfocar el derecho sobre la propiedad se fundamenta en el hecho de que en el imaginario de los habitantes pervive la idea de que las tierras familiares son parte de un territorio colectivo que fueron defendida y conquistadas por todos, por lo que la comunidad debe mantener el control sobre la administración de la tierra (TIERRA, 2014: 6).
De acuerdo a las normas consuetudinarias, la base primordial del funcionamiento de la comunidad es el gobierno comunal, constituido por los comunarios de manera rotatoria en función a la tenencia de la tierra, quien ejerce el autocontrol.
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[1] Procedimiento dispuesto en el Artículo No 64 de la Ley INRA orientado a regularizar el derecho de la propiedad agraria.
[3] Por ejemplo durante la gestión 2016, Nelson, un joven de alrededor de 24 años asumió el cargo de Quelca Mallku (secretario de actas); y en la gestión 2015, Celia, una joven de alrededor de 20 años asume el cargo de Chasqui Qamani (encargada de comunicación).
[4] También existen otros cargos de responsabilidad como es: el ejercicio de Consejo Educativo, la Mayordomía (responsable del cuidado de la Iglesia católica de la comunidad, Comité de Agua Potable y Control Social y cargos de autoridad a nivel Cantonal, Sub Central y Central.