En cuanto a pueblos indígenas y culturas locales se refiere, las provincias de Purús y de Tahuamanú, en Madre de Dios, las dos unidades políticas donde se estableció el Parque, son refugio y territorio ancestral de un mosaico étnico valiosísimo que en lo fundamental está conformado por dos grandes familias lingüísticas, la Pano y Arawak, que en orden de mayor a menor población está representada a su vez por comunidades cashinahuas, sharanahuas, culinas, mastanahuas, asháninkas, arahuacas y piros. Todas, dependientes del bosque; todas, celosas guardianes de sus costumbres, ritos, danzas, música y vestimenta.
En las tierras de la concesión para conservación que tienen a su cargo desde el año 2012, se han registrado cinco de las seis especies de felinos reportados para nuestro país, lo que indica la extrema biodiversidad de la zona. “No queremos que esto se pierda, aquí nuestros hijos, si es que cuidamos bien lo que nos han entregado, podrán encontrar los puestos de trabajo que ahora nadie les ofrece”, lo comenta Javier Rodríguez, fundador de la asociación mientras va explicando el uso de las cámaras trampa que una ONG internacional les ha donado al constatar la riqueza biológica que se encuentra en los alrededores del río La Novia y la capacidad de trabajo y organización de la asociación.
Javier y casi todos los otros miembros de la asociación MABOSINFRON son mestizos y tienen más de cincuenta o sesenta años de edad. La mayoría de ellos provienen de otras regiones amazónicas y tal vez por ello tengan una mayor conciencia que el resto de la población sobre los peligros que supone el mal uso de los bosques.