Lo que era un sueño en el año 2006, acaso la afiebrada promesa de un grupo de ilusos, se ha convertido, pese a la oposición de un importante sector de la población de Puerto Esperanza y las presiones de los grupos económicos interesados en depredar los bosques de la provincia, en una realidad que empieza a dar frutos. La titularidad sobre la tierra que el Estado les ha concesionado por diez años, que podrían alargarse a 40 si es que demuestran el cumplimiento de los objetivos de conservación planteados, ha permitido a los MABOSINFRON recibir el necesario apoyo económico de sus socios para echar a andar importantes proyectos de conservación.
Hoy el bosque del río La Novia ha recuperado bríos. Lejanos parecen los tiempos en el que los taladores y los cazadores ilegales recorrían sus rincones para imponer un modelo de explotación de los recursos insostenible y dañino. Por ello es que la Asociación aspira ser en el 2019 una organización autosuficiente, que presta servicios de calidad y actúa responsablemente con el medio ambiente. Ese medio ambiente que se destruiría irremediablemente de prosperar la construcción de la carretera ambicionada por algunos para terminar con más de cien años de aislamiento y pobreza. Como lo ha repetido hasta la saciedad el ecólogo peruano Marc Dourojeanni: “carreteras en la Amazonía son vectores incontenibles de la ocupación desordenada del territorio, de la invasión de áreas protegidas y de tierras indígenas, de la deforestación con fines agropecuarios donde eso no es lícito, de la expansión de la minería y de la extracción de madera ilegales y, obviamente, terminan siendo facilitadoras de la producción de cocaína y del narcotráfico”. Todos flagelos que los MABOSINFRON hace tiempo decidieron combatir. “Para nosotros, lo dijo uno de los miembros de la asociación durante las reuniones que tuvimos en Puerto Esperanza, el bosque es la única carretera que tenemos para progresar”.