La historia de poblamiento de Íntag ha estado atada a la deforestación. Las políticas del IERAC exigían que para el reconocimiento de la propiedad de la tierra se demostrara el uso del predio: al menos el 50% debía estar cultivado. Así, la forma más rápida y económica de cumplir el requisito era quemando, talando bosques y sembrando pastos para hacer potreros (Kocian, Batker, & Harrison-Cox, 2011):
[…]hasta hace poco los mayores tenían en el chip que hay que talar todo porque si no, les van a quitar la tierra… fue nefasta porque aquí en Íntag desaparecieron bosques, maderas finas, vertientes de agua… y la forma más fácil de apresurar eso fue quemando… tonces talaban el bosque y quemaban, ni siquiera se aprovecharon las maderas. Quedaron muchas zonas deforestadas… (Expresidente de Asociación de Caficultores del Íntag).
Esa lógica ha ido cambiando con el tiempo, con campañas de sensibilización y la revalorización del bosque. Sin embargo, se mantiene entre algunos pobladores, junto con la problemática de tala ilegal, falta de control forestal. Así, entre 2000 y 2008 la tasa de deforestación para Íntag fue del 1% anual, una tasa muy alta y cercana a la media nacional (Latorre, Walter, & Larrea, 2015).
A finales del siglo XX la histórica ausencia del Estado en Íntag y unas políticas cada vez más neoliberales en Ecuador, se materializaban en la zona con escasas políticas sociales que en algunos casos fueron suplidas por ONGs que llegaron masivamente al país en la década de 1980 (Bretón, 2001). Imbabura, luego de Chimborazo, era una de las provincias con mayor presencia de estas ONGs. Personas de Íntag afirman que la presencia de las ONGs ayudó a mejorar la calidad de vida en la zona, ellas incentivaron campañas de salud, la mejora de infraestructuras, el fomento a actividades productivas y la educación (Murillo Martín, 2016). Sin embargo, las personas también comentan que el gobierno del alcalde de Cotacachi Auki Tituaña, electo en 1996 y reelecto en 2000, estimuló políticas participativas, especialmente en la década del 2000, involucrando las organizaciones inteñas.
Por su característico aislamiento y la poca dinamización económica en Íntag, la región tiene baja densidad poblacional y un crecimiento demográfico levemente negativo en las últimas décadas.