Mirando el porvenir
“El reto ahora”, agrega Javier Escompani Vásquez, nieto e hijo de shiringueros y padre de un jovencito de once años que hace sus pinitos como extractor de la goma, “es generar valor agregado a nuestros productos, prepararnos para dar el salto”. En otras palabras, convertir la empresa comunal en una organización capaz de reunir las competencias necesarias para tecnificar los procesos productivos y permitir así a sus socios atender las necesidades de un mercado que valora las virtudes del látex y presiona para que el bosque no se altere. Gracias al esfuerzo de todos sus socios, ECOMUSA han logrado colocar hasta la fecha 5300 kilos de shiringa en látex en Europa y ganar con justicia la atención de propios y extraños.
En casa de los Escompani, en el sector Arrozal, se respira paz y mucha tranquilidad. La remodelada cocina invita a quedarse para siempre a vivir de lo que el bosque y la pequeña cocha escondida detrás del follaje ofrecen. Don Eduardo, el patriarca de la familia y shiringuero desde que tiene uso de razón, es enfático en cerrar el círculo: “En lugar de permitir que se tale la selva día tras día, el Estado debería impulsar la reforestación de estos predios y apoyar nuestra intención de vivir de lo que la goma puede producir”. Juan Noa, su compinche de toda la vida, mueve la cabeza para afirmar lo que dice el líder histórico de los shiringueros de Iberia, y acota con una nitidez que convence: “Este oficio no tiene pierde; aquí usted mismo es el patrón y usted mismo es el obrero”. Patrones y obreros de un bosque intacto que van a entregar como herencia a los que vienen.