Los cocama-cocamilla del Ucayali y el Marañón son un pueblo prácticamente en extinción, avasallado culturalmente por cientos de años de conquistas, desplazamientos y abandono estatal. Su lengua solo es hablada en la actualidad por los ancianos ya que en las escuelas públicas donde se educan los niños y adolescentes de las comunidades cocama no se estimula la creación de plazas para que maestros bilingües puedan acompañar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el idioma vernáculo.
Curiosamente los cocama-cocamilla son el pueblo indígena de mayor crecimiento en la región, no precisamente por el aumento de la tasa de natalidad, sino porque cada vez más pobladores de Loreto asumen su identidad indígena oculta durante décadas en un mestizaje que solía protegerlos de la marginación y el abuso.
Ese fue el caso de Ema y el de los hombres y mujeres de Puerto Prado. Para ellos, la titularidad sobre el territorio comunal lograda por la insistencia de sus dirigentes detonó el surgimiento de otras reivindicaciones y afanes: el rescate de las tradiciones y la lengua de los mayores en primer lugar y, posteriormente, la recuperación de los bosques y los cursos de agua al interior de los linderos comunales.